Empezando con una sonata



¡Feliz lunes! ¡Otra semana que empieza y otro mes también! ¡Disfrútalos! Para empezar con buen pie vamos a escuchar una buena sonata de uno de los padres del género. Si yo te preguntara ahora por uno de los padres de la música clásico-romántica, tal y como la conocemos hoy día, ¿cuál dirías? Evidentemente, Beethoven y también Mozart pero, ¿se te ocurre alguno más? A ese es a quien le vamos a dedicar hoy unos minutos.

Y ese hombre es Joseph Haydn (1732-1809), maestro austríaco nacido en Rohrau. Mucha de la música de Haydn, sobre todo la contenida en sus sinfonías, está llena de humor, de sentidos ocultos y de bromas. A nosotros se nos escapan hoy día o nos cuesta detectarlas pero el público para el que componía el maestro las conocía perfectamente. Siempre estaba rodeado de una minoría de músicos tanto aficionados como profesionales, un círculo que siempre acogía cada obra suya con interés. Conocían el estilo de Haydn, sus juegos musicales, sus momentos intrincados y las nuevas sorpresas de cada sinfonía. Esas bromas no tenían que ser explicadas ya que comprendían perfectamente el humor de Haydn. ¡Cuánto hemos perdido desde entonces!

Hoy no te traigo una sinfonía sino su Sonata para piano en mi menor, Hob. XVI:34. Es una de las sonatas publicadas en Londres en 1783, aunque es posible que sea de una fecha anterior. Se abre con un presto en 6/8 en un tono lacónico y lleno de preocupaciones que llega a su clímax antes de casi extinguirse. El adagio está en Sol Mayor y tiene unos bellos arabescos rococó con un final que casi nos recuerda a momentos operísticos. El finale está construido a partir de un tema popular, en forma de rondó con variaciones, jugando con la bipolaridad mi menor/Mi Mayor y con las reminiscencias del tema principal.

Los movimientos de la obra son:

1. Presto.
2. Adagio.
3. Finale. Vivace molto.

La partitura de esta sonata puedes conseguirla aquí.

La interpretación es de Grigory Sokolov al piano.

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