¡Feliz viernes! Termina la semana laboral en este mes de enero que poco a poco se va normalizando y vamos a hacerlo con música desconocida de una mujer (ya lo digo) que también es una desconocida; por lo menos por estos lares. Creo recordar que por aquí te he traído algo de ella pero hace ya de eso mucho mucho tiempo. Para ir corrigiendo este error está la música de hoy, llena de encanto y de sabiduría. Prepárate para unos deliciosos seis minutos que harán tus delicias.

Nuestra visitante de hoy es Elizabeth Maconchy (1907-1998), compositora británica nacida en Hertfordshire. Es una compositora de gran versatilidad y siempre ha estado muy bien considerada por la crítica británica. Creció en la Irlanda rural tocando el piano con solo seis años. Pasó al Royal College of Music en Londres con Vaughan Williams, su amigo de siempre. Pero se sintió atraída con la música de Bartók y Janácek por lo que decidió ir a estudiar a Praga. Poco fue recibiendo encargos por prestigiosos conjuntos, que la vieron como una referencia. En ese sentido fue líder de los compositores de Gran Bretaña. Betty Maconchy, como era conocida, se casó con el médico William LeFanu y de ese matrimonio nació su hija Nicola, también compositora. El estilo de su música, como no podía ser menos, se ve influido por la música modernista centroeuropea, sobre todo la checa y húngara. Siempre buscando un camino, quizá la música inglesa quedó algo alejada de ella, por su parte solo dedicó algo de atención a la música de Gustav Holst.

Hoy te traigo su Nocturne. Es una composición para orquesta que data de 1950. Se trata de una obra que demostró su maestría a la hora de componer para gran orquesta. Su uso de la orquestación es extraordinario y en unos pocos minutos la compositora concentra una gran cantidad de emociones y de ambientes. Se grata de una música angulosa que parece que empieza con un tema fugado. La evocación de la noche no deja de estar siempre presente y los vientos crean bellos sonidos que recuerdan los de los pájaros. La obra no deja de ser misteriosa, a veces incógnita, y siempre parece estar algo en el borde del abismo, sorprendente, evocadora y de un color muy especial.

La interpretación es de la Foundation Philharmonic Orchestra dirigida por David Snell.