La madre muerta

¡Feliz martes! No voy a hablar de ningún tipo de noticia luctuosa sino que vamos a escuchar una famosa pieza del repertorio operístico. Es cierto que no es de esas que todos tenemos en mente pero sí se ha instalado en los repertorio, y con justicia.

Nos visita hoy Umberto Giordano (1867-1948), compositor italiano nacido en Foggia. Su padre era farmacéutico y no quería que su hijo se dedicase a la música. Finalmente cedió y entró en el conservatorio de Nápoles. Se dedicó a componer a componer óperas, que poco a poco eran cada vez más apreciadas, sobre todo el países germanoparlantes, con un verismo algo forzado pero que gradualmente iba despuntando. Curiosamente, en 1889 presentó su ópera Marina a un concurso que terminó siendo ganado por la Cavalleria rusticana de Mascagni, obra fundadora del verismo. Intentó una aproximación más romántica pero fracasó en ello y regresó a ese verismo que tanto le interesaba. Se le ha dedicado en Foggia tanto el teatro como una plaza.
Su ópera más famosa es Andrea Chénier. Tiene libreto de Luigi Illica y fue estrenada en Milán en 1896. El poeta Chénier está en una mansión en una fiesta y se queja de la corrupción del rey Luis XVI y de la pobreza de muchos franceses. Eso mueve conciencias de los allí presentes y poco después empieza la Revolución Francesa. En el acto tercero Magdalena de Coigny canta el aria La mamma morta. Magdalena le está diciendo a Gérard que su madre (de ella) ha muerto en los tumultos de la Revolución, mientras la protegía. Ni que decir tiene que en esta composición está concentrado todo la emoción de la ópera, que consigue llevarnos hasta casi las lágrimas.
La interprtación es de Ainhoa Arteta (soprano), Carlos Álvarez (tenor) y la Orquesta Oviedo Filarmonía dirigidos por Gianluca Marcianò.