La procesión



¡Feliz viernes! ¡Otra semana laboral que termina! Y otra bella composición a disfrutar. Ayer estuvimos por un rato en ese peculiar romanticismo español con una bella obra de Guelbenzu. Hoy vamos a permanecer en esa época pero viajando a la ciudad que era centro de la música en esa época. Allí, como a La Meca, acudían multitud de compositores para estudiar, conocer otros maestros y dejarse llenar por sus aromas.

Hoy la música la va a aportar el gran César Franck (1822-1890), compositor belga nacido en Lieja. Sin embargo, donde Franck hizo carrera fue en París (ciudad a la que me refería en la introducción) como organista; especialmente en la Basílica de Santa Clotilde. Allí, en ese templo, se sentó a los teclados durante 14 años. Y allí acudían muchos a escucharle tocar de forma que el órgano (un soberbio Cavaillé-Coll) se convirtió en un segundo templo dentro del principal. Aquí escribió sus grandes obras al instrumento pero también se dedicó a la música sinfónica y a la de cámara. Sucederían a Franck en el instrumento otros grandes nombres como Pierné y Tournemire. Franck atendió a todos los géneros románticos de la época pero fue el órgano el que le permitió conseguir la sonoridad que tenía en mente.

Sin embargo, no vamos a escuchar una obra para este instrumento sino su canción La procession. La partitura fue compuesta en 1888 y presenta varias características de la música religiosa como elementos fugados y puntos de pedal. Escuchamos también referencia al himno pascual "Lauda Sion salvatorem". Franck usa un texto panteísta pero no por ello la obra está menos cargada de religiosidad y fervor. Precisamente los bloques de acorde dotan a la obra de una especial fuerza y profundidad. En fin, una joya desconocida.

La interpretación es de Charles Panzéra (barítono) y una orquesta dirigida por Piero Coppola.

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