¿Te ves reflejado en Abraham? Domingo de la Santísima Trinidad
“Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará” (Jn 16, 13-15).
El Dios revelado por Jesucristo es Comunidad, es relación de amor intradivina desde siempre, y a su vez, en la plenitud del tiempo, se ha querido manifestar a través de Jesús para comunicarnos el amor que nos tiene. Si hemos sido creados a imagen suya, nuestra identidad es esencialmente relacional, y en la medida que amamos nos plenificamos y personalizamos en nosotros la Encarnación, al sabernos amados de Dios, y al dejarle a Él amar a través nuestro.
“El Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, en lo más caluroso del día. Alzó la vista y vio tres hombres frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda, se postró en tierra…” (Gn 18, 1-2) En este pasaje se ha querido ver a la Trinidad. Cabe observar unos movimientos significativos. La escena comienza con el anciano sentado, y los jóvenes visitantes de pie, y termina con los jóvenes sentados y agasajados y el patriarca de pie. En estos movimientos se nos revela la actitud de acogida a Dios que pasa por nuestra puerta, la prontitud en servirlo, la generosidad en obsequiarlo, el respeto y la consideración.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
¿Te ves reflejado en Abraham?
