IV Miércoles de Cuaresma

IV MIÉRCOLES DE CUARESMA
(Is 49, 8-15; Sal 144; Jn 5, 17-30)

LECTURA

«En tiempo de gracia te he respondido, en día propicio te he auxiliado; te he defendido y constituido alianza del pueblo, para restaurar el país, para repartir heredades desoladas, para decir a los cautivos: "Salid", a los que están en tinieblas: "Venid a la luz." (Is 49, 8-9)

-“Os lo aseguro: El Hijo no puede hacer por su cuenta nada que no vea hacer al Padre. Lo que hace éste, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que ésta, para vuestro asombro”. (Jn 5, 19-20)

COMENTARIO

Las profecías tienen su cumplimiento en Jesucristo. Él es quien ha sido constituido alianza definitiva de Dios con la humanidad, con su nuevo pueblo. Jesucristo es la Luz que alumbra a todo hombre; quien la recibe no vive ya en tinieblas.

Jesucristo revela el amor de Dios, es expresión de su voluntad salvadora. A nosotros nos corresponde acoger la revelación y la voluntad divina que se nos ofrecen en el testimonio vivo plasmado en los evangelios.

Si el agua tiene resonancias saludables, que evocan la vida, la luz es símbolo de fe. Si por el agua nacemos a la gracia, por la luz se nos confirma en la pertenencia a la persona de Jesús.

Desde la fe, se nos inicia en la sabiduría del conocimiento de la voluntad de Dios. Si el Hijo amado no hace nada por su propia cuenta, sino aquello que ve hacer a su Padre, cuánto más nosotros deberemos hacer oblación de nuestra propia voluntad, para seguir en todo el querer divino. Es la mayor posibilidad de realización humana.

Los que reciben la Luz, que es Cristo, y se hacen hijos de la Luz, se convierten, también, en luz del mundo, y con sus vidas iluminan la sociedad y la convivencia humana con referencias trascendentes, que ayudan a sus contemporáneos a vivir según Dios quiere, al suscitar una sana emulación.

Es tiempo propicio para gustar el nuevo nacimiento, agradecer el don de la fe y testimoniar nuestra pertenencia a Jesucristo.

PUNTOS DE REFLEXIÓN
¿Te sientes con luz interior para andar por el camino que Dios quiere, o te cercan la oscuridad y la duda? ¿Miras a quien es la Luz, o te encierras en ti mismo?
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