Martes Santo. El Cireneo
MARTES SANTO
PERSONAJES EN LOS RELATOS DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
EL CIRENEO
Simón Cireneo aparece en los tres evangelios sinópticos y en todos ellos vemos que le fuerzan a llevar la Cruz del Señor: “Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a llevar su cruz” (Mt 27, 32). Pasaba uno que volvía del campo, Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo; y lo obligan a llevar la cruz” (Mc 15, 21), “Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús” (Lc 23, 26).
San Gregorio Nacianceno comenta: “Estemos dispuestos a todo por causa del Verbo; imitemos su Pasión con nuestros padecimientos, honremos su sangre con nuestra sangre, subamos decididamente a su cruz. Si eres Simón Cireneo, coge tu cruz y sigue a Cristo”.
Cabe que la vida nos sobrecargue de sufrimientos y que, como Simón de Cirene, tengamos que poner el hombro forzadamente, pero también cabe que abracemos aun aquello que nos viene sin desearlo, unidos a quien nos precede en el camino de la entrega. Jesús propuso a sus discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga” (Mc 8, 34).
Otra posibilidad a la que nos invita el gesto del Cireneo es la de ser solidarios con los que junto a nosotros van sobrecargados con el peso de su prueba y su dolor. “Llevad los unos las cargas de los otros y así cumpliréis la ley de Cristo” (Gál 6, 2). “Nosotros, los fuertes, debemos sobrellevar las flaquezas de los endebles y no buscar la satisfacción propia. Que cada uno de nosotros busque agradar al prójimo en lo bueno y para edificación suya” (Rom 15, 1-2).
Puede que sintamos resistencia, hasta rebeldía, pero la Palabra nos asegura que no se nos cargará con mayor peso del que podamos llevar. Y que contaremos con la ayuda de la gracia: “Fortalecidos plenamente según el poder de su gloria para soportar todo con paciencia y magnanimidad, con alegría” (Col 1, 11).
Ha habido santos que hasta han solicitado al Señor compartir sus sufrimientos. Es conocida la súplica de San Juan de la Cruz ante un cuadro en el que se representaba al Nazareno con la Cruz a cuestas; Jesús preguntó al fraile: “¿Qué quieres que haga por ti, por lo que tú has hecho por mí?” y él respondió: “Padecer, Señor, y ser por Vos despreciado”.
Son días en los que se nos invita a compartir con Jesús su Cruz como gesto de amor, y como acción solidaria, poniendo nuestras manos en el dolor del mundo.
PERSONAJES EN LOS RELATOS DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
EL CIRENEO
Simón Cireneo aparece en los tres evangelios sinópticos y en todos ellos vemos que le fuerzan a llevar la Cruz del Señor: “Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a llevar su cruz” (Mt 27, 32). Pasaba uno que volvía del campo, Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo; y lo obligan a llevar la cruz” (Mc 15, 21), “Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús” (Lc 23, 26).
San Gregorio Nacianceno comenta: “Estemos dispuestos a todo por causa del Verbo; imitemos su Pasión con nuestros padecimientos, honremos su sangre con nuestra sangre, subamos decididamente a su cruz. Si eres Simón Cireneo, coge tu cruz y sigue a Cristo”.
Cabe que la vida nos sobrecargue de sufrimientos y que, como Simón de Cirene, tengamos que poner el hombro forzadamente, pero también cabe que abracemos aun aquello que nos viene sin desearlo, unidos a quien nos precede en el camino de la entrega. Jesús propuso a sus discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga” (Mc 8, 34).
Otra posibilidad a la que nos invita el gesto del Cireneo es la de ser solidarios con los que junto a nosotros van sobrecargados con el peso de su prueba y su dolor. “Llevad los unos las cargas de los otros y así cumpliréis la ley de Cristo” (Gál 6, 2). “Nosotros, los fuertes, debemos sobrellevar las flaquezas de los endebles y no buscar la satisfacción propia. Que cada uno de nosotros busque agradar al prójimo en lo bueno y para edificación suya” (Rom 15, 1-2).
Puede que sintamos resistencia, hasta rebeldía, pero la Palabra nos asegura que no se nos cargará con mayor peso del que podamos llevar. Y que contaremos con la ayuda de la gracia: “Fortalecidos plenamente según el poder de su gloria para soportar todo con paciencia y magnanimidad, con alegría” (Col 1, 11).
Ha habido santos que hasta han solicitado al Señor compartir sus sufrimientos. Es conocida la súplica de San Juan de la Cruz ante un cuadro en el que se representaba al Nazareno con la Cruz a cuestas; Jesús preguntó al fraile: “¿Qué quieres que haga por ti, por lo que tú has hecho por mí?” y él respondió: “Padecer, Señor, y ser por Vos despreciado”.
Son días en los que se nos invita a compartir con Jesús su Cruz como gesto de amor, y como acción solidaria, poniendo nuestras manos en el dolor del mundo.