Cañizares va muy en serio…

Cañizares y su equipo van muy en serio en lo que respecta a la renovación de la Iglesia Valentina. De la lectura del Documento, preparado por la Vicaria de Evangelización para la Asamblea Diocesana del 15 de octubre en la Catedral de Valencia, previamente trabajado en las parroquias de la Archidiócesis, se desprenden una serie de medidas muy importante para iniciar un proceso profundo de renovación y reestructuración de la Archidiócesis. Unas 1500 personas, representando fundamentalmente a las Parroquias y otras realidades diocesanas, tuvieron ocasión de votar 18 textos programáticos, de los cuales penden 234 propuestas muy prácticas y concretas.

Evidentemente muchas de las líneas de trabajo no son novedosas, ni lo pretenden. Su decidida puesta en marcha de manera clara y precisa es la novedad. Y además, su carácter practico, y por lo tanto, verificable, por ejemplo en las Visitas Pastorales. Sin embargo, será necesario una estructura permanente de asesoramiento y seguimiento para la implementación de algunas medidas absolutamente necesarias para que los mínimos de estas propuestas muestren su eficacia. No obstante hay que añadir que para que ese esfuerzo alcance el resultado pretendido es necesario convencimiento y alma. Sin esa dosis de conversión personal y generosidad eclesial todo quedará en fuegos artificiales.

Me gustaría poner de relieve algunas de las “acciones” más significativas solamente en algunas de las áreas. El documento: “Proyecto Diocesano de Pastoral Evangelizadora”, se estructura en cuatro grandes ejes: “Comunión y corresponsabilidad al servicio de la evangelización”, “El anuncio de la Palabra de Dios”, “La liturgia, celebración del misterio de Cristo” y “El servicio de la caridad”. Desde estas grandes y sugerentes pistas han nacido 18 propuestas, plebiscitadas por los asistentes de manera mayoritaria. En cada una de ellas se esconden varias acciones hasta un total de 234, dirigidas a la Diócesis, a las Vicarías y arciprestazgos, a las parroquias y a nivel personal. La Diócesis se emplaza a realizar un trabajo bastante intenso de preparación de materiales, cursos y otros cauces de formación intelectual y espiritual. En cuanto a las Vicarías y arciprestazgos los términos más utilizados en cada una de las acciones son bien claros. Coordinar, promover, animar, impulsar, fomentar…Se adivina claramente la intencionalidad detrás de cada uno de estos términos.



La Iglesia valenciana quiere sin duda recuperar a muchos, que por distintas circunstancias se alejaron de la Iglesia, por eso propone: “Aprovechar las celebraciones de la pastoral ordinaria (bautizos, primeras comuniones, bodas, funerales…) y de la religiosidad popular para hacer un primer anuncio de los contenidos fundamentales de la fe”. Sin duda, una aproximación muy inteligente para recuperar a algunas personas que, desde esos contextos familiares y afectivos, pueden replantearse de nuevo la fe. Este es un “kairos”, que la Iglesia tiene que rentabilizar con eficacia, ya que puede convertirse perfectamente en una puerta giratoria para muchos alejados.

Algunas acciones desde el ámbito litúrgico apuntan a la necesaria y deseada valencianización de la Iglesia Diocesana. En la acción 107 se habla claramente de “Fomentar el uso del valenciano en la liturgia, como cauce de evangelización enraizado en nuestra cultura, promoviendo la edición de los libros litúrgicos en valenciano”. Una decidida apuesta por la lengua valenciana, que será fácilmente verificable, ya que se trata de una asignatura pendiente de nuestra Iglesia. Junto a esta otras tres acciones apuntan a una Iglesia más valenciana subrayando algunos aspectos propios y genuinos de la historia de los valencianos: el fomento del santo Cáliz y la actualización del “Santoral Valenciano”.

Las nuevas pobrezas son un capítulo, también, muy importante, partiendo de la elaboración de “una base de datos de iniciativas, proyectos, entidades…que trabajen con nuevas pobrezas (refugiados, desempleados, adicciones, rupturas familiares…)”. En el espíritu de la “Laudato si” anima el documento a “promover estilos de vida sostenibles y responsables con la creación, para luchar contra la pobreza que de ella se deriva”. A la Universidad Católica la emplaza a ser también: “institución educativa y cultural, al servicio de las Parroquias y de la difusión de la cultura”.

Cañizares sabe lo que quiere y apuesta fuerte. Esperemos que su equipo le secunde con firmeza y entusiasmo, de lo contrario todo quedará en “agua de borrajas” y, una vez más la frustración se apoderará de la vida eclesial. Esta es un documento esperanzador, pero que necesita una gran dosis de empeño de todos para reconstruir una Iglesia, que expresa su deseo de mostrar un rostro nuevo y atrayente. Hay muchas expectativas y ganas en todos los ámbitos.
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