Una “Instrucción Pastoral” de la CEE, poco pastoral

Recientemente se ha presentado la “Instrucción pastoral sobre la persona de Cristo y su misión: Jesucristo, salvador del hombre y esperanza del mundo”. La primera constatación, sin entrar en las tripas del Documento, después de una lectura pausada es que tiene, lamentablemente, muy poco de pastoral. Lo de “pastoral” se lo podían haber ahorrado.
Si entendemos que va dirigida, como dice el mismo texto al principio: “nos dirigimos a los hombres y mujeres con quienes compartimos la sociedad que nos es común, en el contexto de una cultura más plural que en tiempos pasados, aunque mayoritariamente heredera de una tradición cultural cristiana. No ignoramos que la mayoría católica convive con las nuevas minorías religiosas y, sobre todo, con una amplia franja de la población compuesta por personas bautizadas y hoy alejadas de la vida de la Iglesia, muchas de las cuales no dejan de tener, sin embargo, una referencia a Jesús y al Evangelio”. Pocos de estos hombres y mujeres leerán este Documento, largo, excesivamente técnico y farragoso, que probablemente no les diga nada. Y tampoco a los de dentro de la Iglesia: “nos dirigimos a los fieles de nuestras Iglesias diocesanas; a cuantos colaboran con los pastores en la evangelización y educación de la fe; y a cuantos quieran acoger nuestro anuncio para descubrir en Jesucristo la esperanza del mundo”. Muchos carecen de una suficiente formación teológica para afrontar la complejidad teológica de este texto. Buenos deseos, evidentemente no faltan, pero el lenguaje no tiene un atractivo suficiente para muchos fieles. Los párrocos tendrán que trabajarlo mucho, si lo consideran oportuno, para hacerlo llegar a sus feligreses. Y, por supuesto algún brindis al sol: “Nuestra misión es llamar a todos al seguimiento de Jesús: a los cristianos tibios o no practicantes para recordarles que, en verdad, con Jesucristo siempre nace y renace la alegría; y a los no creyentes y alejados de él para anunciarles que Dios nos ha manifestado su amor…”, Pero: ¿Con este Documento?: Y más todavía: “A cuantos caminan con gozo bajo la luz de la fe, les exhortamos a fortalecerla en el seno de la Iglesia, con el alimento de la Palabra de Dios y de los sacramentos; y a proponerla a cuantos no se hallan en la Iglesia, porque no conocen a Cristo ni han sido bautizados en su nombre. Queremos recordarles que el anuncio del Evangelio no será eficaz y obtendrá mediocres resultados, mientras pervivan y se propaguen enseñanzas que dañan la unidad e integridad de la fe; opiniones contrarias al símbolo de la fe que debilitan la comunión de la Iglesia y proyectan ambigüedades respecto a la vida cristiana”. En la evangelización, la mejor defensa no es el ataque, sino la propuesta clara y precisa, que viene de Jesús.
Esta afirmación es increíble: “Cuando en el momento presente nos vemos afectados por la dura experiencia de la indiferencia de muchos bautizados, que tanto condiciona la predicación y el testimonio cristianos, constituye un desafío que no podemos ignorar la cultura preponderantemente agnóstica de nuestro tiempo”, Esto, en parte podría ser compartido, si fuera acompañado de una autocrítica también:. ¿Y nosotros cómo y cuánto hemos contribuido a esto? ¿Cuánto de indiferencia se debe a todos nosotros?
Por otro lado, es un texto excesivamente escrito a la defensiva. Rezuma Apologética de otro tiempo. Más preocupado por polemizar implícitamente con algunos autores, que han vendido multitud de libros sobre Cristología, que en calentarse los cascos para presentar la figura de Jesús probablemente desde un lenguaje más actual y comprensible, sin renunciar a ningún parámetro cristológico fundamental. ¿Acaso no hay pastoralistas en la Conferencia Episcopal? La figura de Jesús salvador y esperanza del mundo, título de la Instrucción, está escondida en una maraña de datos innecesarios, y hay que buscarla en lupa. ¿Por qué no una presentación en positivo?
Parece que lo más importante sea: “No dudamos entonces en denunciar aquellas desviaciones a que ha dado lugar la honda secularización de nuestra cultura, llevando a algunos a una interpretación racionalista del misterio de Cristo”. Y, más adelante: “En nuestros días vuelven a tener adeptos formas nuevas de cristología adopcionista y arriana, reproduciendo las mismas desviaciones doctrinales que amenazaron al cristianismo de la antigüedad, atraído por las diversas versiones del racionalismo gnóstico y de la filosofía platónica y neoplatónica. Este racionalismo nunca pudo aceptar la «humanidad de Dios», ni comprender el axioma apologético de Tertuliano «caro cardo salutis», es decir la carne es el quicio de la salvación”. El efecto de estas afirmaciones es muchas veces el contrario. Y, de nuevo de manera reiterativa: “Salíamos así al paso de algunas propuestas teológicas recientes, fruto de una concepción racionalista de la persona y de la misión de Cristo. Llamábamos la atención sobre una interpretación del misterio de Cristo desviada de la fe de la Iglesia, que suele ir acompañada de una interpretación meramente sociológica de la Iglesia y de una concepción subjetivista y relativista de la moral católica”. Si se eliminara esa hojarasca podría salir un texto cristológico más o menos aceptable aceptable, pero los “tics”, han podido más…Un Documento que se venderá por oficio, pero que seguramente estaba en el cajón del olvido y alguien ha querido recuperar para ajustar cuentas con algunos teólogos. Una verdadera lástima.
Una oportunidad perdida de presentar la figura de Jesús con toda su riqueza de una manera asequible para la mayoría del Pueblo de Dios. Los teólogos les han ganado la partida a los pastoralistas en la CEE. Un texto de consumo interno para cuatro. No es una buena noticia.
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