Pizzaballa, Administrador Apostólico: ¿Por qué no directamente Patriarca de Jerusalén?

Mons. Pierbattista Pizzaballa, nombrado administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén por el papa Francisco, el 24 de junio de 2016, ha sido ordenado arzobispo en la Catedral de San Alexander de Bérgamo en Italia, este sábado 10 de septiembre de 2016, por la imposición de manos del cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias orientales, en presencia de Su Beatitud Fouad Twal, Patriarca emérito de Jerusalén y Su Excelencia Francesco Beschi, obispo de Bérgamo.

¿Por qué razón no ha sido nombrado directamente Patriarca de Jerusalén? Me cuentan que probablemente, Francisco le reserva una diócesis de renombre del norte de Italia. Este período puede ser su noviciado episcopal. Otros piensan que acabará asumiendo el Patriarcado de Jerusalén, pero la prudencia en estos momentos es que asuma esta interinidad. En cualquier caso el lema elegido apunta a la permanencia en la Ciudad Santa. Pizzaballa, explica el lema episcopal “Sufficit tibi gratia mea” (2 Co. 12: 9) “La Iglesia en Tierra Santa no tiene los medios ni el poder. Ella sólo tiene a Cristo y Su gracia” “La Tierra Santa – Mons. Pizzaballa explica en el folleto de su ordenación – está en el cruce de las divisiones y dificultades de todo tipo: entre las Iglesias, entre las religiones monoteístas y entre los pueblos que la habitan. Tales dificultades siempre parecen enormes e insuperables. En este contexto, la Iglesia parece estar abrumada por estas situaciones. Otros pueden estar tentados a creer que están llamados a llevar “su propia salvación”, basados en sus medios y estrategias en las tragedias de esa tierra. Sin embargo, en estas circunstancias, la Palabra de Dios nos recuerda que es en la Gracia solamente que debemos confiarnos y en nada más. La Iglesia en Tierra Santa no tiene medios ni poder. Ella sólo tiene a Cristo y Su gracia”.



Esta referencia bíblica ha motivado la elección de mi lema: “Debemos ser conscientes de que nuestra misión es un testimonio de la Gracia que nos ha tocado en primer lugar, y desde esta Gracia, siempre debemos empezar de nuevo”. El escudo de armas elegido por Mons. Pizzaballa muestra la ciudad de Jerusalén, que fue representado “en la Edad Media en los sellos del Reino Latino, es decir, como una ciudad con paredes y una puerta, de la que emergen la cúpula en forma de cono truncado del Santo Sepulcro, la Torre de David y la cúpula redonda de la actual mezquita, una representación que se asoció con el lema “Civitas Regis Regum omnium”. Los colores son similares a los utilizados en el escudo de armas de Jerusalén durante el Reino Latino, con la cruz de Jerusalén de oro sobre un fondo de plata”. Estos colores deben ser considerados “únicos y excepcionales” en la heráldica, ya que contravienen la llamada “regla de tintura” que “nunca se debe poner metal sobre metal, ni color sobre el color”. Es sólo porque Jerusalén es única que esto se considera aceptable y, por lo tanto, no es un “error”. La elección de estos colores es un “homenaje a la ciudad de Jerusalén, que está, por tanto, honrado con los colores más preciosos que en la heráldica solamente se le atribuyen. En la heráldica, el oro es un símbolo de la fe y la verdad, y la plata de la pureza, la inocencia, la humildad y la justicia. Incluso hoy en día, Jerusalén mantiene su vocación de ser una casa de oración para todos los pueblos, y los tres lugares que aparecen en el escudo de armas medieval, son también una referencia a las diferentes tradiciones religiosas que conviven allí, y para la paz que el mismo Obispo es llamado a construir en medio de ellos”.

Todos estos datos apuntan hacia un gran afecto a Jerusalén, y por supuesto, al Patriarcado, a menos en una primera etapa. Sin olvidar estas palabras de su primer mensaje a la Iglesia de Jerusalén: “Aceptando la invitación del papa Francisco, me gustaría compartir de Jerusalén, de esta ciudad santa y herida para nosotros y para toda la Iglesia: la capacidad de conocer y saludar a los otros, de construir caminos y puentes, y no muros entre nosotros y el Señor, entre obispos y sacerdotes, sacerdotes y laicos, entre nosotros y las otras Iglesias, entre nosotros y nuestros hermanos y amigos judíos y musulmanes, entre nosotros y los pobres, entre nosotros y los que están en necesidad de misericordia y esperanza. Sólo de esta manera podemos responder plenamente a la vocación universal especial de la Iglesia de Jerusalén, la Iglesia de los Santos Lugares”. Un texto muy significativo en el que no se ha olvidado de ninguno de los grandes protagonistas de esta Tierra santa.

En una entrevista realizada por el Centro Católico de Estudios y de Medios de Comunicación en Jordania, Pizzaballa, dijo: “El administrador apostólico es una terminología inusual en la Iglesia latina, y tiene varios propósitos. En este caso, el administrador tiene la tarea de preparar la Iglesia del Patriarcado Latino de Jerusalén en un futuro próximo y crear las condiciones para el nombramiento del próximo patriarca”. Al respecto de sus planes y proyectos afirma: “No he venido para emprender una revolución. Estoy aquí simplemente para organizar un poco más la vida de la Iglesia, que ya está organizada. Lo primero que se debe hacer, es llevar a cabo el diálogo, de escuchar, de comprender, de ver y de estar en contacto con el clero y los sacerdotes, con el fin de organizar conjuntamente la siguiente etapa”. Evidentemente no tiene más remedio que evocar la provisionalidad de su nombramiento.

De las peregrinaciones a los lugares santos, nos cuenta: ”Los países occidentales tienen miedo de venir aquí porque piensan que todo es muy difícil, mientras que la situación es totalmente diferente. Nosotros, los obispos, que tenenos fuertes relaciones con las otras Iglesias en el mundo, tenemos que explicar muy bien cuando vamos al extranjero que la situación es segura. También es importante para ellos, en primer lugar, caminar en los pasos de Jesucristo. También es importante fomentar el proceso de paz en Oriente Medio, en Jordania y en Tierra Santa porque el turismo religioso trae buenas oportunidades para muchos, porque cuando hay puestos de trabajo, hay prosperidad económica que trae beneficios a la sociedad en su conjunto”. En cuanto a sus esperanzas de paz entre Israel y Palestina, y también, Irak y Siria: “Sé muy bien que la paz entre Israel y Palestina, en Irak y Siria, parece tan distante y difícil. Pero nosotros, los religiosos y hombres de Dios, debemos perseverar, en primer lugar, en la oración por la paz y también para crear la mentalidad de la paz. Tenemos que hacer todo lo posible para alentar a los líderes políticos en Tierra Santa, para ofrecer un futuro pacífico a todas las generaciones”.

En cualquier caso, para Pizzaballa, empieza el momento de la verdad. Muchos le mirarán y le juzgarán. Su preparación, inteligencia y juventud juegan a su favor, pero las múltiples y complejas “situaciones” de esa tierra le complicarán su pontificado.
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