El balón en el tejado de los obispos: “Amoris Laetitia”

En primer lugar, sería una lástima que de la Exhortación Apostólica “Amoris Laetitia”, la gente sólo se fijara en el capítulo octavo y en algunos de los artículos, concretamente los que se refieren a las situaciones “irregulares”. De esto nos alerta mi amigo Martín Gelabert, en este mismo digital: “Me temo que los distintos comentarios que aparecerán en los próximos días seleccionaran los aspectos más llamativos o que más se aproximen a la ideología del comentarista. Sería una pena que estas insistencias nos desviaran de una lectura en profundidad de la rica teología sobre el amor cristiano que ofrece la Amoris Laetitia”. (MG: El amor en la familia: luces y sombras). Es cierto que estos temas, después de lo visto y oído en los dos Sínodos, era absolutamente necesario y urgente abordarlos. Pero la exhortación Apostólica es mucho más…Una auténtica reflexión sólida, pero legible sobre el sacramento del matrimonio y la familia. Un compendio de teología matrimonial en clave de misericordia y esperanza. Y con una gran dosis de realismo plural. Se nota que ha sido fruto de miles de encuestas que han llegado de todo el mundo.

Dicho esto, muchos obispos, después de la publicación de la Exhortación Apostólica, se preguntarán: ¿Y, ahora, qué hacemos? ¿La Conferencia Episcopal? ¿Cada uno por su cuenta? Sin duda, los teléfonos móviles episcopales echarán humo. Si mueves ficha y te equivocas mal, si no haces nada peor. ¿Cuál es el paso siguiente? Por eso hay que preguntarse sobre qué deberes les pone el Papa, en el texto de la Exhortación, a los obispos y sacerdotes. Lo más importante: asumir responsablemente el carisma del discernimiento. Dicho en otras palabras, leer la historia de “cada caso” con la suficiente lucidez y misericordia para ayudar a las personas a tomar decisiones. De nuevo Gelabert nos alerta: “el respeto a la conciencia de cada uno, que debe hacer su propio discernimiento y, a veces, hacerlo en situaciones donde se rompen todos los esquemas. La Iglesia está llamada a formar las conciencias, no a sustituirlas. Un principio inspirado en Tomás de Aquino puede dar luz a los responsables de acompañar a esas personas que se encuentran en situaciones difíciles: cuanto más se desciende a lo concreto y a lo particular, tanto más difícil es ofrecer una norma general. O dicho de otro modo: tanto más aumenta la indeterminación”. (MG: El amor en la familia: luces y sombras). Y este discernimiento, a la luz del Espíritu Santo y en clima de oración y comunión. Un trabajo de mucha finura espiritual, honestidad y sinceridad, así nos lo dice la Exhortación: “Acerca del modo de tratar las diversas situaciones llamadas “irregulares”, los Padres sinodales alcanzaron un consenso general, que sostengo: “Respecto a un enfoque pastoral dirigido a las personas que han contraído matrimonio civil, que son divorciados y vueltos a casar, o que simplemente conviven, compete a la Iglesia revelarles la divina pedagogía de la gracia en sus vidas y ayudarles a alcanzar la plenitud del designio que Dios tiene para ellos”, siempre posible con la fuerza del Espíritu Santo” (AL,297)


No obstante, entiendo que los sacerdotes esperan de sus Diócesis unas indicaciones claras, y sin ambigüedades, para poder afrontar con seriedad y seguridad el “cada caso”: “Los presbíteros tienen la tarea de «acompañar a las personas interesadas en el camino del discernimiento de acuerdo a la enseñanza de la Iglesia y las orientaciones del Obispo”. (AL, 300). En este tema tan delicado, la ausencia de estas orientaciones básicas del Obispo puede conllevar confusión y frustración por ambas partes: el sacerdote y el fiel que se acerca con su problema concreto. Por otro lado, los francotiradores pueden ser peligrosos, ya que los habrá que se limitarán al planteamiento legal, sin profundizar en la invitación al discernimiento del Papa Francisco. Y sin olvidar: “Los Padres sinodales han expresado que el discernimiento de los pastores siempre debe hacerse “distinguiendo adecuadamente”, con una mirada que “discierna bien las situaciones”. Sabemos que no existen “recetas sencillas”. (AL,298)

Por eso el Papa Francisco insiste: “Si se tiene en cuenta la innumerable diversidad de situaciones concretas, como las que mencionamos antes, puede comprenderse que no debía esperarse del Sínodo o de esta Exhortación una nueva normativa general de tipo canónica, aplicable a todos los casos. Sólo cabe un nuevo aliento a un responsable discernimiento personal” (AL,300).

Después de la publicación de la Exhortación Apostólica sólo nos queda estar atentos para ver si algo se mueve en las Parroquias y en las Diócesis. Deo volente.








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