La enseñanza concertada en pie de guerra

Hace unos días, en este digital, se presentaba el resultado de una encuesta: “Demandas educativas de los padres en España” realizada por la Universidad Pontificia Comillas para Escuelas Católicas. Éstas son algunas de las conclusiones: “La gran mayoría de los padres de los alumnos (90,2%) del sistema educativo español considera que el Estado debería seguir financiando a las familias la opción de que sus hijos estudien en un colegio concertado, según la encuesta. "Esto demuestra que el discurso público no se corresponde con lo que piensa la sociedad española cuando se le pregunta en particular", subraya el secretario general de Escuelas Católicas, José María Alvira”.

La Comunidad Valenciana se ha convertido en el paradigma de la lucha por la enseñanza concertada. El conseller de Educación del gobierno de la Generalitat Valenciana, representante del ala más radical y fundamentalista de Compromis, aliado a nivel nacional de Podemos, tiene claro que la Concertada, así como las Universidades privadas, deben desaparecer del panorama educativo. Las medidas que se toman diariamente, desde esa Conselleria apuntan en esa dirección. Así de claro. La prensa diaria y el Diario Oficial nos sorprenden con nuevas medidas taladoras de la libertad.



Ante esta tesitura la primera reacción de los centros (padres, profesores y alumnos..) ha sido la creación de una “Mesa Por la Libertad de Enseñanza” e iniciar una lucha sostenida contra esos decretos hasta lograr un Pacto por la Enseñanza, en el que todos los agentes implicados puedan plantear sus posiciones. Ante esta propuesta la Conselleria guarda silencio. Diversas manifestaciones multitudinarias en las tres capitales de provincia (Alicante, Castellón y Valencia) y en las grandes ciudades ha sido la primera reacción, a las que han seguido diversas concentraciones delante del Palau de la Generalitat, cadenas humanas y otras iniciativas. Y, sin duda, no pararán las acciones, ya que el ataque es terriblemente sutil.



Evidentemente esto es sólo el inicio de un conflicto en el que muchos sienten la vulneración de unos derechos, pero lo que está también en juego, no lo olvidemos, son dos cosmovisiones distintas. La visión propugnada por la Conselleria de Educación es absolutamente decimonónica, obsoleta y significa una retroceso de dos siglos. Estamos ante una izquierda aparentemente moderna, que sabe venderse bien, pero en el fondo es bastante rancia. Remake del siglo XIX. Arrasar con la concertada forma parte de su Credo atávico. Incluso han llegado a oírse voces de posibles “Expropiaciones”. ¿Acaso no hemos aprendido de la historia? Los que creen en una sociedad abierta, plural y tolerante, hoy, lo tienen crudo en las tierras valencianas.



Esta imposición está creando una fractura social muy importante y un clima de tensión innecesario. Los que se presentaban como adalides de las libertades, están obligando a la gente a salir a la calle para defender sus derechos. Y además les insultan llamándoles tontos y manipulados. El Partido Socialista, detentor teórico del poder en la Comunitat Valenciana, en este conflicto está pecando de omisión y pagará caro su silencio. Muchos echan de menos una visión más prudente y moderada en este conflicto, que atempere las soflamas panfletarias del Conseller, cada vez que habla de la concertada, por ejemplo, dijo en el parlamento Valenciano: “Se ha terminado la barra libre para la Concertada”.



En otras comunidades, como en Valencia, los colegios concertados ya han sentido el hierro de los gobiernos hostiles. Por eso es tiempo de que la Concertada a nivel nacional se implique con más fuerza para que se llegue definitivamente a un Pacto Nacional por la Educación, que defina claramente el rol de cada una de las redes educativas, y se llegue a un consenso en una Ley de Educación estable y consensuada. Si no es así, estaremos al pairo de los gobiernos de turno nacionales y autonómicos. Este Pacto podría ser compatible con los autonómicos. Y a los radicales les pediría que miren los sistemas educativos en otros países europeos, en que conviven en igualdad de condiciones las dos redes, pública y privada, sin ningún problema. Ellas reflejan el pluralismo social y la diversidad, no el totalitarismo que algunos pretenden imponer.

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