De la “guerra contra el matrimonio” y ¡Vete, porque eres homosexual!

A 11.000 metros de altura, muy cerca del cielo y de regreso de sus viajes, el Papa Francisco, ya nos tiene acostumbrados a las famosas ruedas de prensa en las que expresa espontáneamente y de manera improvisada su pensamiento. Los periodistas se atreven con las preguntas que consideran más oportunas sobre la actualidad. Y sus respuestas siempre certeras. En este último viaje (Georgia y Azerbaiyán) dos cuestiones de género y matrimonio, muy clarificadoras, que hay que leer también entre líneas.

La pregunta sobre el matrimonio en el fondo era una precisión sobre el tema de la famosa “guerra contra el matrimonio”, del cual el Papa ya ha hablado en varias ocasiones. El Pontífice sitúa, de manera muy clara, dos parámetros que se encuentran en tensión en la “Amoris Laetitia”, y que exigen un discernimiento muy fino por parte de todos los implicados. Por un lado afirma: “Cuando se habla del matrimonio como unión del hombre y de la mujer, como lo ha hecho Dios, a imagen de Dios, es hombre y mujer. La imagen de Dios no es el hombre: es el hombre con la mujer. Juntos. Que son una sola carne cuando se unen en matrimonio. Ésta es la verdad”. Es la doctrina tradicional, de siempre. Esto no ha cambiado. Sin embargo en el otro vector nos dice: “Es verdad que en esta cultura los conflictos y los tantos problemas no bien gestionados, y también ‘filosofías' de ‘hoy hago esto, cuando me canso hago otra cosa, después hago una tercera, luego hago una cuarta', es esta guerra mundial que usted dice contra el matrimonio. Debemos estar atentos a no dejar entrar en nosotros estas ideas”. Es la mirada a lo real, a lo que acontece cada día, a los avatares del matrimonio cristiano en este mundo concreto. Un chute de vivir en nuestro tiempo. Ante esta realidad, la Iglesia, no se plantea el rechazo de las personas, de las víctimas, sino la misericordia: “el matrimonio es imagen de Dios, hombre y mujer en una sola carne. Cuando se destruye esto, se ensucia o se desfigura la imagen de Dios. Después la Amoris Laetitia habla de cómo tratar estos casos, cómo tratar a las familias heridas y ahí entra la misericordia”. Eso es lo que marca diferencia y es la clave para entender a este Papa, en estos casos concretos, por eso afirma: “El matrimonio herido, las parejas heridas: entra la misericordia. El principio es ese, pero las debilidades humanas existen, los pecados existen y siempre la última palabra, no la tiene la debilidad, la última palabra no la tiene el pecado: ¡la última palabra la tiene la misericordia!”. La misericordia no sabe de leyes y dogmas, la misericordia entiende de “rostros humanos concretos”, heridos por la vida. Y añade como colofón: “Pero existe el pecado, existe la ruptura, pero también existe la misericordia, la redención: la cura”. Jesús, a base de reunirse con mala gente le tildaron de “borracho”. ¿Estaba a favor del alcoholismo? Ni hablar, pero si para ayudar a quien lo necesitara en este caso. La adultera fu pillada “in fraganti”, Jesús, le dice “vete y no peques más”. Se sitúa por encima de la Ley, porque la prioridad es la persona concreta. ¡Viva el adulterio!: no.

En una segunda pregunta se interpela al Papa sobre aspectos de genero y sexualidad. De nuevo el mismo esquema anterior. Su posición ya la precisó en su viaje anterior a Polonia. Francisco denuncia: “Aquello sobre lo que hablé es esa maldad que hoy se hace con el adoctrinamiento de la ideología de género”. Después de contar el caso de un niño francés, que desea ser niña cuando sea mayor, nos dice lo siguiente: “en los libros de las escuelas se enseñaba la ideología de género, y esto está en contra de las cosas naturales. Una cosa es que una persona tenga esta tendencia, esta opción, o incluso quien cambie de sexo. Y otra cosa es enseñar en las escuelas esta línea, para cambiar la mentalidad. A esto yo le llamo ‘colonización ideológica’". Por cierto, que esto ha sentado muy mal en el ministerio de Educación de nuestra vecina Francia. La línea está bien clara, pero su actuación, sin desdecirse de lo doctrinal, es absolutamente evangélica: “Antes que nada: yo he acompañado en mi vida de sacerdote, de Obispo -incluso como Papa- he acompañado personas con tendencia y con prácticas homosexuales. Las he acompañado y las he acercado al Señor, algunos no pueden... pero las he acompañado y nunca he abandonado a ninguno. Que esto sea hecho. Las personas se deben acompañar como las acompaña Jesús. Cuando una persona que tiene esta condición llega ante Jesús, Jesús seguramente no le dirá: "¡Vete, porque eres homosexual!": no”. No hay ninguna contradicción, en todo caso sería lo contrario.

También cita el Papa Francisco, el caso bien conocido del español Neira, el transexual recibido por el Pappa hace un año. De nuevo la persona concreta, sin condenas, acompañándola: “Cada caso hay que acogerlo, acompañarlo, estudiarlo, discernir e integrarlo. Esto es lo que haría Jesús hoy… Es un problema moral. Es un problema. Es un problema humano. Y se debe resolver como se puede, siempre con la misericordia de Dios, con la verdad, como hemos hablado en el caso del matrimonio, leyendo toda la “Amoris Laetitia”, pero siempre así, pero siempre con el corazón abierto”.

Una clara llamada a los pastores a asumir su responsabilidad en esta campo tan vidrioso y complicado de la sexualidad. Acompañar a esas personas para llevarlas a Jesús. Ese es el gran reto. Lo más fácil el juicio y el rechazo…La palabra clave: “acompañar” con el corazón abierto.
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