Hombres La palabra y la vida de Jesús superan el patriarcalismo y la tradición humana Hombres y mujeres, solteros y casados, pueden representar a Cristo, cabeza de la Iglesia (Domingo 18º C TO 2ª Lect. 03.08.2025)
Que sintamos que tú, “Cristo, lo eres todo, y en todos”
| Rufo González
Comentario: “os habéis revestido de la nueva condición”(Col 3,1-5.9-11)
El texto de Colosenses conecta con el texto evangélico de hoy (Lc 12, 13-21). En ambos textos aparece la contraposición entre la vida cristiana y la mundana. En ambos se invita a desechar la codicia-avaricia de bienes terrenales. Jesús dice: “Mirad: guardaos de toda clase de codicia (πάσης πλεονεξίας: toda codicia). Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes” (Lc 12, 15). Colosenses dice: “dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia (ἐπιθυμίαν κακήν: deseo malo), y la avaricia (πλεονεξίαν: compuesto de pléon -más- y éjo -tener- tener más) que es una idolatría” (Col 3,5). `Cupiditas´ (deseo) deriva en `cupiditia´, y en `codicia´. El adjetivo derivado es “cupidus”: deseoso, ansioso, apasionado. Cupido, dios pagano del deseo amoroso, es nombre propio. El deseo es ambiguo. El oficio de Lecturas,los sábados de las semanas II y IV,reza el himno latino “Deus de nullo veniens”. La 2ª estrofa dice de Dios: “Tú, nuestro deseo” (“Tu, nostrum desiderium”), “en ti, nuestra codicia” (“in te, nostra cupiditas”). Dios, sumo bien, es nuestro deseo plenamente bueno.
Las grandes calamidades (hambre, violencia, falta de vivienda, migraciones forzadas, desigualdades, deficiencias sanitarias, educación precaria…) se enraízan en la codicia egoísta. Ésta para Jesús es una actitud irracional: “Aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes”. El deseo anida en la pulsión de vivir bien. Pero, si no se controla y orienta para el amor mutuo, sirve al “egoísmo idolatrado”, se pervierte.
“Nacer de nuevo” la lectura lo llama “resucitar”: “Por tanto, si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra” (3, 1-2). Lo mismo de Jesús: “buscad (dseteîte) más bien su reino, y lo demás se os dará por añadidura” (Lc 12,31; Mt 6,33). El otro imperativo, “froneîte”, traducido por “aspirad”, procede del verbo “froneo” y del sustantivo “fren”: “diafragma y membrana que envuelve un órgano vital”: corazón, hígado, vísceras... Sirve de metáfora de lo que unifica a la persona. Suele traducirse como corazón, alma, voluntad, inteligencia, espíritu... En cristiano, puede designar al Espíritu de Jesús, la fuerza que orienta, unifica y sugiere el ideal de vida. Se traduce como sentir, entender, aspirar… Aparece cuatro veces en textos paulinos: 2Cor 13,11: tò autò froneîte: “Sentid lo mismo”; Flp 2,5: toûto froneîte en himîn hò kaì en Xristô: “Sentid en vosotros esto que también (se dio) en Cristo”; Flp 3,15: toûto fronômen… kaì eí ti hetéros froneîte: “sintamos esto. Y, si sentís en algo de otro modo, también eso Dios os lo revelará”. El texto de hoy: Col 3,2: tà áno froneîte, mè tà epì tês guês: “sentid las cosas de arriba, no las (que están) en la tierra”. “Las cosas de arriba” son los valores que Jesús ha vivido y nos ha mostrado. En el evangelio de Juan, Jesús dice: “Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo… No hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado... Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre” (Jn 23.28.38).
El segundo fragmento (3, 9-11) invita a ser consecuentes con el Espíritu: ¡No os mintáis unos a otros!: os habéis despojado del hombre viejo, con sus obras, y os habéis revestido de la nueva condición que, mediante el conocimiento, se va renovando a imagen de su Creador, donde no hay griego y judío, circunciso e incircunciso, bárbaro, escita, esclavo y libre, sino Cristo, que lo es todo, y en todos”. Idéntico a Gál 3,27-28: “Cuantos habéis sido bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo. No hay judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”. Igual que 1Cor 12,13: “formamos un solo cuerpo”. Y Rm 10,12: “uno mismo es el Señor en todos”. ¿Cómo aún sostenemos que la mujer no puede representar a Cristo cabeza en sus comunidades? ¿Patriarcalismo humano vale más que la Palabra de Dios?
Oración: “os habéis revestido de la nueva condición”(Col 3,1-5.9-11)
Jesús, lleno de Espíritu divino:
una vez más, invitas a dejarnos llevar por tu Espíritu;
queremos que tu Espíritu que habita nuestro corazón:
penetre lo más profundo de nuestra conciencia;
nos ayude a conocernos de verdad;
nos enseñe a mirar la vida con tus mismos ojos;
nos revista de tus mismas entrañas.
Que tu Espíritu nos despoje de actitudes negativas:
“descansa, come, bebe, banquetea alegremente” (Lc 12,19);
adicción a la lujuria, inmoralidad, descontrol de instintos;
codicia egoísta, arrebatos de ira, malquerer, insultos, mentiras;
exclusión por raza, religión, nacionalidad, estado social...;
admiración del dominio del más fuerte;
resignación y fatalismo ante la distribución de los bienes...
Que tu Espíritu nos construya a tu imagen:
nos dé fe, confianza radical, en el amor del Padre;
potencie nuestros talentos naturales;
dirija nuestro corazón a abrir graneros y compartir;
nos “centre” en la fraternidad, fruto del amor del Padre;
sostenga la decisión de denunciar el mal
y anunciar tu evangelio.
Que tu Espíritu, Jesús, nutra nuestros deseos:
que no nos mintamos unos a otros;
que nos ayude a despojarnos del hombre viejo, con sus obras;
que nos revistamos de la condición de hijos de Dios;
que, mediante el conocimiento, nos renovemos a imagen del Creador,
donde no hay griego y judío, circunciso e incircunciso,
bárbaro, escita, esclavo y libre,
sino Cristo, que lo es todo, y en todos” (Col 3,9-11).
Que sintamos que tú, “Cristo, lo eres todo, y en todos”:
“Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres,
hemos sido bautizados en un mismo Espíritu,
para formar un solo cuerpo.
Y todos hemos bebido de un solo Espíritu” (1Cor 12,13).
“Cuantos hemos sido bautizados en Cristo,
nos hemos revestido de Cristo.
No hay judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer,
porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” Gál 3,27-28).
“En efecto, no hay distinción entre judío y griego,
porque uno mismo es el Señor de todos,
generoso con todos los que lo invocan” (Rm 10,12).
Que tu Espíritu ilumine a nuestra Iglesia:
para comprender que hombres y mujeres, solteros y casados,
pueden representarte a ti, Cristo, cabeza de la Iglesia;
para desechar todo patriarcalismo y tradición humana,
superados por tu Palabra y por tu Vida.
rufo.go@hotmail.com