¿Sobresalir en metáforas es índice de mayor inteligencia?

Esta es la opinión de Aristóteles que en Poética, 1459ª 5ss afirma: “Crear metáforas es un ‘don incomunicable’, pero todos las podemos gustar”. El Diccionario de la Real Academia Española define la metáfora como “traslación del sentido recto de una voz a otro figurado, en virtud de una comparación tácita”. Esta función de “dar a entender una cosa expresando otra diferente” propia también de la alegoría hace que tengamos que distinguir e entre ambas: la metáfora se contiene en sí misma, mientras que la alegoría se sostiene a lo largo de una composición, con frecuencia a través de sucesivas metáforas que apuntan a un mismo significado estructural.
Algunas personas afirman que la manera de actuar del papa Francisco es simplona. No entienden el lenguaje metafórico del papa y lo consideran impropio, sin contenido teológico. Resulta curioso: que la gente sencilla lo entiende y los letrados lo menosprecian. Piensan que si el papa se hace entender por la gente debe ser “populismo”, una cuestión meramente sentimental. Pero esto no es así: La fe bien ilustrada no solo es para mentes ilustradas. Hay una “ilustración que viene de la unción del Espíritu” (1Jn2, 26-27), se da a los pequeños y los vuelve más sabios que los sabios de la cultura. Cuando atravesamos el desierto de nuestro corazón, gracias a la oración silenciosa y contemplativa, se despierta en nosotros la “intuición”, que alienta nuestra “imaginación creadora”.
Según Diego Fares, “las metáforas, pues, del papa deben ser valoradas como lo que son: imágenes que, en el mar de palabras del mundo de hoy, actúan como el silbido del pastor a quien sus ovejas reconocen perfectamente y se dejan mover por él. Su lenguaje no es solo “original” – el de un “latinoamericano”- sino que, porque es lindo, es también verdadero y hace bien al corazón” (El olor del pastor, Sal Terrae, Santander 2016, 77). En esto vemos pues que se cumple en el papa Francisco la aseveración de Aristóteles. Ojalá también nosotros seamos creativos, fruto de la unción del Espíritu Santo.
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