Entre las imágenes que vienen marcando la nueva forma de vivir de Roma en épocas de coronavirus, sin lugar a dudas la del papa Francisco caminando en soledad por la céntrica Via del Corso es la "primus inter pares". La postal de un hombre de 83 años que se pone al hombro las ilusiones de buena parte de la humanidad para ir a pedir por el fin de la pandemia gobal será una de las que definan su pontificado. 

Las Iglesias vacías en la "ciudad eterna" es otra imagen que nadie hubiera imaginado. Los cerca de 900 lugares de culto católico de la capital italiana se ven mayormente vacíos a cualquier hora del día y en cualquier punto de la ciudad. Pero nuevamente fue el propio Francisco el que los salvó de permanecer cerrados durante la vigencia de las medidas restrictivas del gobierno italiano, a las que inexplicablemente el vicario general romano Angelo De Donatis había plegado a las Iglesias. Tuvo que criticar Bergoglio que "las medidas drásticas no siempre son buenas" para que la diócesis diera vuelta la decisión y habilitara la apertura. De todos modos, son muy pocos los fieles que se ven, casi nulos, en ellas. 

Al mismo tiempo el país vive situaciones inexplicables fuera de Italia, como el "boom de fabricación de pasta y panes caseros", con un aumento de las ventas de harina de más del 80%, a raíz de las restricciones al movimiento dispuestas en todo el país por el avance del coronavirus Covid-19.

"Las ventas de harina en supermercados creció un 80% en las primeras dos semanas de medidas" adoptadas para favorecer la permanencia de los italianos en sus casas, según un análisis de la federación de productores, Coldiretti.

De acuerdo al estudio, el aumento en las ventas de harinas está acompañado de una subida de casi el 30% "de productos típicos de la pastelería casera. Según el informe, las restricciones a las salidas a la calle y el cierre de bares y restauranes llevó a un "boom de pan, pasta y dolces hechos en casa", en un contexto en el que el 32% de las familias reconoce que la cocina casera de esos productos "apasiona".

"Todo irá bien" en los balcones

Las demoledoras cifras de nuevos contagios y víctimas que se suceden día a día tienen como contrapeso los mensajes esperanzadores que cuelgan de buena parte de los balcones romanos: "Todo irá bien" (Andrà tutto bene), con el que los ciudadanos que ven muy restringidos sus movimientos buscan dar ánimo al resto de la población. El mensaje, acopañado de un arcoiris, se ve en balcones de calles y avenidas de las principales ciudades del país, incluidos negocios de la capital Roma, como un céntrico supermercado de la zona del Vaticano. 

Las calles, conforme pasan los días, se van vaciando de personas, en búsqueda del freno a la rápida difusión del Covid-19 que llevó a la alcaldesa romana Virginia Raggi a disponer que se cierren de forma permanente los parque con enrejado, como el enorme pulmón verde de Villa Pamphili, y un aumento de los controles en los que no tienen vallado perimetral, como el céntrico Villa Borghese. La decisión de Raggi, prevista hasta el 25 de marzo, replica la medida tomada por el alcalde de Milán, Giuseppe Sala, que desde este sábado también cerrará los espacios verdes de la capital de Lombardía, la región italiana más golpeada por el coronavirus. En la denominada "ciudad eterna" también se oficializó la decidión de que el transporte público, incluidos buses y subtes, funcione solo hasta las 21, para desestimular la presencia de personas en la vía pública.

Los supermercados y los pocos rubros que pueden abrir aplican con rigurosidad las distancias mínimas de un metro entre personas:

en el Agora de Via Gregorio VII, a cuadras de la residencia papal de Casa Santa Marta, trazos de cinta negra en el piso muestran las ubicaciones que deben tener las personas que hacen fila en las cajas.

En todos, además, se dispuso que los clientes esperen fuera de las sucursales y el uso de guantes dentro de las instalaciones.

Soledad en San Pedro

Y si la foto del Papa en soledad por Via del Corso, mostrando que hay una dimensión de fe también necesaria para afrontar este tipo de situaciones viene siendo la postal más fuerte del coronavirus romano, la soledad de la Plaza San Pedro durante las catequesis de Francisco no le pierde pisada. En un importante gesto de priviegiar la salud de los ciudadanos cuando el Covid-19 aún no se había disparado en la península, el Vaticano actuó rápido para frenar la que es sin lugar a dudas la mayor concentración periódica frente  aun jefe de Estado en todo el mundo. 

No hay otro que reúna 20.000 personas los miércoles y otras 10.000 los domingos de cada una de las 52 semanas del año. Pero el pastor Bergoglio no dejó sedienta a su grey. En un hecho inédito, inició las transmisiones online de sus catequesis, Ángelus y hasta de las misas en la capilla de Santa Marta. 

Mucho se ha hablado de cómo será el mundo post-Bergoglio. Si habrán permeado sus mensajes de cuidado a los mayores, respeto al ambiente, mayor empatía y puesta en el centro del ser humano en vez del Dios-dinero. La llegada de la pandemia del Covid-19 y su gestión dan una oportunidad a la humanidad para poder empezar a edificar ese mundo desde ahora. Y disfrutar, entonces, de todas las enseñanzas de Francisco junto a él, para darle el apoyo y el sostén para que ese hombre de 83 años que camina solo por las calles de Roma siga siendo un faro moral para la humanidad.