Hacer buenos ciudadanos

Para ser un buen demócrata no basta con pertenecer a una sociedad democrática. No nacemos siendo buenos ni malos ciudadanos. ¿Cómo encauzar el comportamiento de los educandos para alcanzar un alto nivel de convivencia?.

No entro en el debate sobre la asignatura “educación para la ciudadanía”. Pero sí defiendo, con convicción, que desde los centros educativos:

 Se debería reflexionar en torno a lo que es, lo que implica y lo que aporta la convivencia democrática.

 Se deberían practicar las virtudes cívicas en el día a día de la vida de dichos centros.

Reflexión y práctica deben ser omnipresentes, compartidas por todo el profesorado, y transversales a todas las actividades.

La reflexión sobre la convivencia democrática se debe generar huyendo de la “clase magistral” y apostando por el debate. Dialogando no solo sobre lo que les une sino sobre lo que les separa, enseñando a respetar las diferencias.

Para practicar las virtudes cívicas el profesor Puig Rovira propone, como método, la realización de prácticas de ciudadanía. Las define como “Oportunidades que ofrecemos a nuestros jóvenes para que realicen actividades que les preparen para la ciudadanía, actividades que les permitan cultivar virtudes cívicas”. Y pone, como ejemplo, el aprendizaje servicio.

Consiste en unificar, en un mismo proyecto, procesos de aprendizaje y de servicio a la comunidad. Algo que aborde necesidades reales del entorno social en el que se desenvuelven los alumnos y para el que busquen soluciones.

De esa forma ayudan a la sociedad, aprenden conocimientos curriculares relacionados con la actividad de servicio y aprenden valores cívicos que se ponen en juego a lo largo de dicho proyecto.
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