Interrogantes sobre los despidos de TELEFÓNICA en clave cristiana
 
        
    La encíclica Caritas in veritate cuestionaba el capitalismo sin alma y reivindicaba una sociedad a la medida del hombre, apelando a la responsabilidad de las empresas y de las personas. Creo que es momento de retomarla y reflexionar como cristianos sobre la decisión empresarial.
Telefónica es una empresa que cotiza en bolsa, siendo sus accionistas los que toman las decisiones. Debe, por tanto, premiar a sus inversores con una parte de los beneficios obtenidos y ofrecer una remuneración atractiva para captar más inversores o mantener a los que tiene.
Si Telefónica cree que únicamente debe responder de sus decisiones ante los accionistas que lo diga. Pero que no intente, a la vez, presentarse como una empresa que practica la Responsabilidad Corporativa.
¿Es la decisión tomada acorde con un modelo de empresa responsable que considera que sus grupos de interés no son solamente los accionistas sino también la sociedad en la que opera?
Telefónica va a aumentar sus beneficios reduciendo unos costes que traslada en parte a las arcas públicas, además de los costes sociales que ello acarrea.
En términos de Responsabilidad Corporativa ¿es su decisión positiva para la sociedad? ¿contribuye a la solución de la crisis y al desarrollo socioeconómico?
Telefónica puede hacerlo, porque es legal. Pero es una decisión que rechina y choca con la pretensión de mostrarse como una empresa socialmente responsable.
La encíclica mencionada sostiene que en las últimas décadas la codicia se hizo políticamente correcta. Como alternativa Benedicto XVI propone buscar un código ético común y reconocer que la economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento.
¿No es el momento de que nuestros obispos apliquen la encíclica, pongan las cuestiones éticas en la palestra y le dediquen el interés que se merece?
¿No deberían decir alto y claro que, en la concepción cristiana de la Responsabilidad Corporativa, si no se actúa éticamente ante todo tipo de decisiones la beneficencia rechina y se asemeja a una postura hipócrita para limpiar malas conciencias?
¿No debería decir nuestra Iglesia a sus fieles empresarios que la ética no es un añadido a las conductas ordinarias y a las decisiones profesionales sino que debe formar parte de ellas e impregnarlas?
¿No debería nuestra Iglesia poner un mayor énfasis en destacar que la ética personal y la ética empresarial no son dos mundos disjuntos?
Recordando la frase tan elocuente del cardenal Amigo: “las empresas antes de dar de lo que les sobra deben dar a cada uno lo que en justicia les corresponde” ¿no se debe demandar, por tanto, a las empresas que apliquen la responsabilidad en todas sus acciones? ¿no es esa la manera de que la encíclica impregne la realidad social?
