Ojalá perdamos

España va a competir con Alemania para la adjudicación de un contrato que asciende a 3.000 millones de euros y que supondría el mantenimiento de un importante número de puestos de trabajo. Pero….yo no quiero que lo ganemos.

Se trata de la construcción de 200 carros de combate a Arabia Saudí.

Un informe conjunto de organizaciones defensoras de Derechos Humanos como Amnistía Internacional, Greenpeace, Intermón Oxfam y Fundació per la Pau, al analizar las exportaciones españolas de material de defensa hace comentarios poco gratificantes sobre el papel de España como protector de la paz en el escenario internacional. Y critican que aunque la legislación española impide vender material bélico a países de los que se pueda dudar el empleo que vayan a hacer de este armamento los políticos hacen la vista gorda a ese compromiso.

Al ser interpelado en medios de comunicación sobre la idoneidad de estas transacciones, el Ministro de Defensa español explico que “nada es perfecto en política”.

¿Quiere decir con ello, señor ministro, que todo vale con tal de aumentar nuestros ingresos? ¿Que todo vale?

No soy tan ingenuo para pensar que el desarme mundial llegará mañana. Pero tampoco quiero creer que no llegará nunca. Y puesto que quiero contribuir a impulsarlo me resisto a creer que nuestro camino de salida de la crisis pase por crear puestos de trabajo dedicados a producir armas. Y es por ello que no me enorgullezco de que España sea el décimo país exportador de armas en el mundo.

También me resisto a creer que haya que buscar la paz preparándonos para la guerra. Prefiero contribuir a transformar las lanzas en arados y a utilizar frente a la razón de la fuerza la fuerza de la razón.

Señor ministro, definitivamente yo quiero que usted y España pierdan ese contrato, aun cuando a corto plazo destruya puestos de trabajo. Porque ¡entérese! Para construir una sociedad justa, responsable, solidaria y feliz ¡No todo vale!

En esa nueva sociedad que yo quiero contribuir a forjar el lema “si quieres la paz prepara la guerra” tiene una alternativa a la que yo me adhiero: “si quieres la paz, constrúyela cada día, en tu casa, en tu trabajo, en tus relaciones familiares y sociales, en tu actitud como ciudadano.
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