Tener cosas es necesario para llevar una vida digna. Pero ¿cuánto? ¿con qué límites? ¿a costa de qué?

Son preguntas de un profundo sentido ético. Porque el bienestar moral del mundo no puede garantizarse solamente a través de las estructuras sociales sino que se precisa, también, el ejercicio ético de cada persona. Una ética que interpela a mi responsabilidad social como ciudadano, como consumidor, como empleado, como administrado. Y ¿por qué no como creyente?

Benedicto XVI dijo que la fe ilimitada en el progreso como única esperanza había fracasado. Hacía también una autocrítica del cristianismo moderno, que en lugar de posicionarse ante el progreso y la revolución de ideas que se ha producido se ha replegado “en la salud personal del alma”.

La autocrítica anterior apela a mi militancia como persona socialmente responsable y a mi esperanza como creyente, en un binomio inseparable. Y para plasmarlo en algo tangible me lleva al terreno de las bienaventuranzas.

En una sociedad como la occidental, en la que tengo de todo y en la que tantas veces me siento insatisfecho, ese binomio mencionado me invita a ser “pobre de espíritu”: no tener apegos; no estar apasionado ni atrapado por las cosas; adoptar una actitud vital positiva y distinta que me permita apreciar esas pequeñas cosas que no valen casi nada y que tanto aportan: un paseo, una puesta de sol, un rato compartido, una muestra de cariño, un poco de música…

Huyendo de la postura acomodaticia (que ve las bienaventuranzas como algo exigente que es “para nota” y que no va conmigo) y de la otra postura extrema (que implica renunciar a todo) mi reflexión final es:

 ¿Soy capaz de vivir mejor con menos, sin rebasar el límite que va del consumo responsable al consumismo?

 Entre la ambición creciente e ilimitada y el conformarme con lo que tengo sin estar preso por las cosas ¿dónde me ubico?

 ¿Soy consciente de que hay un escenario para actuar como ciudadano que se compromete a ayudar a construir una sociedad más justa, equitativa y sostenible?

 Entre los que pasan por la vida sin dejar rastro de su fe ni de su esperanza y los que van totalmente a contracorriente ¿dónde estoy?

¿Tengo la ESPERANZA de saber que no estoy solo y que hay referentes de personas desprendidas, solidarias, alegres que mantienen su apuesta por esos Valores que dan sentido a la vida?
Volver arriba