La catedral de Santiago de Compostela, ejemplar único en España "Más bella que una Berenguela"

Catedral de Santiago de Compostela
Catedral de Santiago de Compostela

Es el monumento más extraordinario del arte español en la Edad Media.

Ejemplar único en España, encontrándose su tipo reproducido en catedrales francesas

Es tradición que en la pila bautismal, tal vez del siglo IX, Almanzor abrevó a su caballo. En el trascoro se conserva un gallardete de Lepanto

La visita a la actual catedral de Santiago de Compostela hay que iniciarla desde cualquiera de las plazas que la configuran y que son otros tantos atrios de edificación tan religiosa. Estos son sus nombres: Obradoiro, Platería, Quintana y Azabachería. Todas estas plazas, además de atrio, son como el zaguán, la antesala y el claustro de templo tan grandioso…

Levantada la primera catedral por Alfonso el Casto, fue substituida por otra reinando Alfonso III, el año 899. Destruida por Almanzor, fue rehecha y consagrada de nuevo en 1003- La actual fue comenzada por el obispo Diego Peláez probablemente en 1075. Diego Gelmírez la fortificó haciendo de ella una ciudadela. El edificio tiene 97 metros de largo y 65 de ancho. Es el monumento más extraordinario del arte español en la Edad Media. Es ejemplar único en España, sin precedentes que justifiquen su construcción como producto nacional, encontrándose su tipo reproducido en catedrales francesas.

La inscripción que fecha y firma la impresionante obra del Pórtico de la Gloria, grabada en los dinteles del arco central, reza así:” En el año de la Encarnación del Señor 1188, era dezmero de abril, los dinteles del portal principal de la Iglesia del Bienaventurado Santiago fueron colocados por el Maestro Mateo, que dirigió las obras desde sus cimientos”. El pórtico está formado por unas doscientas figuras. Detrás del basamento del parteluz y mirando hacia el altar, una estatua arrodillada, con cabellos abundantes y partidos, es tenida siempre como representación del genial artífice del pórtico, el Maestro Mateo. Popularmente se le conoce como “O santo d´os Croques”, pues tradicionalmente los fieles batían sus cabezas contra esta, para que les transmitiera su inteligencia y saber…

Vista aérea

En el recorrido interior por la catedral encontramos las capillas del Cristo de Burgos, y la de la Comunión o don Lope de Mendoza, en la que concedían los grados universitarios. Las de santa Catalina, fue panteón de reyes. La Corticela está ricamente decorada. De mediados del siglo XIII es la capilla del Espíritu Santo. Y en ella se venera la Virgen de la Soledad, La de la Concepción es de traza de Juan de Álava. El sepulcro de su fundador es de lo más importantes de la catedral. La de la Blanca o de las Españas, fue de la cofradía de los plateros. La del Salvador se conserva íntegramente en su forma primitiva, en tiempos de don Diego Peláez y en ella se impartía la “Compostela” o certificado de la peregrinación. La capilla de las Azucenas conserva también su estructura románica. La del Pilar, o Monroy, es fastuosa y solemne, decorada con trofeos marciales.

Es tradición que en la pila bautismal, tal vez del siglo IX, Almanzor abrevó a su caballo. En el trascoro se conserva un gallardete de Lepanto. La sacristía con su multitud de ricos e históricos tesoros, demanda una visita pormenorizada y devota. La Capilla de las Reliquias y el Panteón Real presentan un conjunto magnífico. La emperatriz doña Berenguela, esposa de Alfonso VII, aparece tan bella en su sepulcro, que todavía y para resaltar la belleza de la mujer en Galicia se dice que “está hecha una Berenguela”. De tal belleza, pulcritud, esbeltez, elegancia y soberanía es asimismo depositaria la más preclara de sus torres peregrinas.

La más impresionante estatua sepulcral de Galicia es la de Fernando II, seguramente obra del Maestro Mateo. La custodia procesional de plata dorada, obra de Antonio de Arfe, contratada en 1539, mide 1,37 metros de alto y marca la introducción de la manera plateresca.

«O Pórtico da Gloria. Teoloxía en Pedra»
«O Pórtico da Gloria. Teoloxía en Pedra»

Los conjuntos de órganos resultan ricos y bellos. El botafumeiro y su funcionamiento constituyen todo un grandioso y colosal espectáculo, además de un rito virtual “aticoronavírico”, sin mascarillas y otros artilugios sonantes, en relación con los malos olores que despedían y producen las aglomeraciones, por piadosas que sean. Los días de Jubileo se enciende la alcachofa, araña de cuatro velas, en recuerdo del antiguo cirial de los “cambiadores”, que eran los banqueros de la peregrinación. Los púlpitos y los limosneros reclaman la atención de turistas y peregrinos.

La Capilla Mayor, hoy extraordinariamente barroca, ideada por Domingo de Andrade, sufrió constantes modificaciones. El Altar Mayor, de plata, es Juan de Pedraza. La imagen de piedra del Apóstol, románica, que se venera en el camarín, es de la escuela del Maestro Mateo. En ella se cumple el rito medieval del abrazo. En la cripta se veneran los restos del Apóstol y de sus discípulos Anastasio y Teodoro. Toda ella tiene la estremecedora y misteriosa sencillez de lo profundamente religioso y sagrado.

La visita a la catedral se completa con la del claustro iniciado por el arzobispo Gelmírez en 1124. Juan de Álava, Gil de Hontañón, Juan de Badajoz y Alonso de Covarrubias se reunieron aquí en 1518, por inspiración del tercer Arzobispo Fonseca y estudiaron y decidieron su restauración. Es uno de los más amplios de España y su centro lo ocupa la pila de la Fuente del Paraíso, tal y como la describe el Códice Calixtino.

El llamado Palacio de Gelmírez, del siglo XII, olvidado durante siglos, de gran riqueza iconográfica, manifiesta el genio regio de su arzobispo. El comedor o salón de fiestas está recubierta de hermosas bóvedas de crucería apoyadas en trece ménsulas con motivos tales como el de un sacerdote en actitud de bendecir, rey y reina tocando el “organistrum”, un juglar con traje de guerrero que hace danzar a un oso y dos personajes a la mesa comiendo empanadas…

Hoy por hoy, nosotros, con la ritual “perdonanza”, llenos de fe en Santiago y en los peregrinos que recorrieron y todavía recorren caminos de tierra y de cielos, nos limitaos a referir parte de lo que hemos visto y oído en esta estación especial de nuestras etapas catedralicias.

Un recuerdo pastoral y muy agradecido para don Fernando Quiroga Palacios, en su día Cardenal de la santa iglesia catedral compostelana, a quien tuve el honor de hacerle una entrevista con ocasión de las celebraciones de uno de sus “Años Santos”, y quien personalmente me acompañó a entrar por la Puerta Santa, después de hacerme algunas sugerencias tanto religiosas como turísticas. Por cierto que, lloviendo como solía hacerlo hace unas décadas, me recibió en el “Salón del Trono” de su palacio, arzobispal, en el que por cierto un recipiente de loza blanca recogía las aguas de una gotera… Al sugerirle lo bien y cómodamente que viviría en un apartamento o en la Casa Sacerdotal, con sinceridad y ascética humildad, se limitó a referirme que “el protocolo es el protocolo, por mucho que pueda molestarnos a aún a los Cardenales, en determinadas ocasiones…

Eran otros tiempos, pero en los que, precisamente por buena persona, don Fernando fue elegido nada menos que el primer Presidente de la recién creada Conferencia Episcopal Española. (CEE)

Entrevista
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