La célebre organista continúa con 99 años programando conciertos de órgano por todo el mundo Montserrat Torrent: “Mientras Dios nos mira contento si somos felices, el órgano nos da paz y serenidad si se toca bien”

A punto de celebrar los noventa y nueve años, no quiere “malgastar la vida” mientras Dios “tiene que estar mirándome, contento, y enorgulleciéndose que vaya disfrutando de ella”, subraya. La disfruta, de hecho, como lo ha hecho desde joven: ofreciendo conciertos que la llevarán, durante los próximos meses, a Sant Felip Neri, Santa María de Mar, Vizcaya, Alemania, Huesca, Italia, Cabrera de Mar, Madrid o Segovia
El Dios que la observa, mientras que para Torrent “vivir sin religión sería extraño e inconcebible”, no es un Dios que esté todo el día “mirando por un agujero, esperando cualquier actitud deshonesta para enviarme al infierno”
| Xavier Pete
(Flama).- Entre la Montserrat Torrent que nació en abril de 1926 en Barcelona y la que necesita un caminador para atravesar de punta a punta su comedor y acceder al balcón cubierto de su apartamento, donde se deja hacer una fotografía rodeada de flores, ha existido una trayectoria musical que la ha convertido en la organista catalana más importante de la historia.
A punto de celebrar los noventa y nueve años, no quiere “malgastar la vida” mientras Dios “tiene que estar mirándome, contento, y enorgulleciéndose que vaya disfrutando de ella”, subraya. La disfruta, de hecho, como lo ha hecho desde joven: ofreciendo conciertos que la llevarán, durante los próximos meses, a Sant Felip Neri, Santa María de Mar, Vizcaya, Alemania, Huesca, Italia, Cabrera de Mar, Madrid o Segovia.
El Dios que la observa, mientras que para Torrent “vivir sin religión sería extraño e inconcebible”, no es un Dios que esté todo el día “mirando por un agujero, esperando cualquier actitud deshonesta para enviarme al infierno”: si bien ha tenido sacudidas vitales que la han hecho ver la fe con otros ojos, la intérprete es consciente, repitiendo las palabras que le confió un teólogo alemán, que “Dios vive contento si somos felices“. “Y esto —prosigue la barcelonesa— lo relaciono con el órgano, que solo dará paz y serenidad si se toca bien”.

Por eso, Torrent, que se continúa declarando una enamorada de Johann Sebastian Bach y que supo dar una segunda vida a obras de algunos de los grandes compositores españoles para órgano de los siglos XVII y XVIII, cuestiona que se programen conciertos con el rey de los instrumentos en que “no se pongan límites al tipo de música ofrecida”. “También encuentro innecesario que se toque la guitarra en un templo de culto, por muy buena voluntad que se tenga para captar el público joven”, argumenta quién, al descubrir los secretos que escondía el órgano, imaginaba que las iglesias serían su “refugio” ante un mundo que no acababa de aceptar.
Llegar al fondo de la música
La organista que ha viajado por medio mundo, que ha quedado fascinada con el sonido de órganos como el de la Catedral de Roskildei, en Dinamarca, y que en un viaje a África se encontró con un órgano que “no sonaba” (“a pesar de que, horas más tarde, un fraile me sugirió volverlo a tocar porque ya lo habían arreglado”, rememora), también es una defensora de la vejez vivida dignamente: “Nos toca recibir a menudo el desprecio de una parte de la sociedad”, lamenta, mientras que para ella “superar la muerte de alguien más joven que yo es una tarea infinitamente más difícil de aceptar que la de alguien que, por ley de vida, nos tiene que dejar”.
El mes de juliol dels anys 1981 i 1982, Montserrat Torrent va actuar a Trèveris. Més de 40 anys després, el proper 20 de setembre, tornarà a aquesta ciutat alemanya. Consulta la llista actualitzada de concerts a https://t.co/Bnh7rv2Y3tpic.twitter.com/2kq8amJWVs
— Fundació Montserrat Torrent (@FundMTorrent) April 4, 2025
“Entristecida” por tener la sensación de haber tocado en más órganos de todo el mundo que de Cataluña, Montserrat Torrent observa desde su atalaya como “la salud de la música organística ha mejorado gracias a los buenos organistas que existen actualmente”, la mayoría de los cuales han pasado por sus clases. “Me gustaría que tanto ellos como el público comprendiera que mi esfuerzo ha sido el de llegar al fondo de la música para dar un sentido comunicativo más expresivo y profundo“, como remarca quien perdió la audición con 67 años y se conforma con ver las manos aplaudiendo de su público para comprender su agradecimiento.
Antes de llegar a los cien años, la organista dedica un rato cada día al movimiento de los dedos encima de su teclado para no perder las facultades. Lo hace en un órgano que no genera grandes estridencias por no disponer de motor y provocando que, en medio del barrio de Gracia, decenas de vecinos escuchen sin saberlo composiciones de grandes genios de la música clásica por parte de quien ha llegado a la cumbre musical.
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