Ganas de llorar

Me dijo tomando café: La niebla del valle se ciñe al Cebreiro como una corbata, y una lluvia pertinaz, suave, parece que va a durar eternamente. Al mirar la lluvia largo rato se pierde el contacto con el mundo real, también la sensación de estar dentro del cuerpo y se tiene la de  habitar un mundo imaginario sin ser consciente de ello hasta que, al volver a mirar los cristales, se ve, como en unos ojos carentes de expresión, la irrealidad de los sueños. Las sensaciones de una tarde otoñal como ésta son vagas, brumosos, de contornos imprecisos y una tela de vaguedad se cierne sobre todo. Me ocurre que a veces tengo ganas de llorar, pero no sé ni por qué ni por quién ni para qué habría de llorar. Entonces lo único que necesitas es alguien para tener una charla inocente, inofensiva, absurda. Gracias. Me quedé pensando: Cada vez que te oigo tengo a sensación de estar viendo la luz de una estrella brillante desaparecida hace millones de años 

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