Si se hacen leyes para un caso, ad personam, para demostrar la capacidad creativa del legislador, sin estudiar los posibles efectos en todas direcciones ni su perdurabilidad cada día harán falta leyes nuevas porque la sociedad es algo vivo que está creando situaciones nuevas todos los días. Uno de los timbres de gloria de los gobiernos es el mayor número de leyes, no su calidad ni utilidad,  aprobadas durante su mandato a pesar de que “la muchedumbre de leyes proporciona con frecuencia excusas para los vicios, de suerte que un Estado está mucho mejor regulado cuando, teniendo solo unas pocas leyes, son observadas muy estrictamente” (Descartes, Discurso del método, II) y  que el número de leyes de una sociedad es inversamente proporcional a su grado de moralidad (Montesquieu, El espíritu de las leyes).