Los recuerdos surgen, apremian, se enzarzan unos en otros y en las tertulias al amor del fuego saltan y brotan como una procesión de hormigas. Su tiempo ha terminado. Son el pasado que se ha disuelto en la naturaleza. Los recuerdos son la historia viva y vivida. En ellos vuelven personas, vacas, fincas, árboles, muebles que, una vez, fueron cercanos. En los recuerdos resuenan parentescos remotos, odios y amores, rencores y amistades, actos heroicos y crímenes execrables. La gente de la aldea habla de los recuerdos como si fueran cuentos y leyendas. A través de ellos dicen y dan a entenderlo todo. Hay personas en las que se pierde todo como la lluvia en el mar; todo le es indiferente, las hay que tienen un lenguaje propio, indescifrable para los demás, y las hay que son la historia vestida y andando.