Los muertos son las raíces

Occidente, técnico, industrializado y proyectado hacia el futuro, no entiende al kosovar que, antes de abandonar el país, desentierra a sus muertos, los carga a los hombros y los lleva consigo. Occidente ya no entiende el valor de los muertos, no admite que los muertos están vivos, ya olvido que “nadie es de ningún lugar mientras allí no tenga muertos”, olvidamos que los muertos son nuestras raíces y que cortarlas o arrancarlas puede suponer gravísimas lesiones y causar daños irreparables.
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