II Jornadas de la Cátedra Pro-Tejer Vicente Martín, sobre el abuso espiritual: "No confundamos a Dios con sus pobres mediadores"
"El abuso espiritual atenta contra el mandato de no usar el nombre de Dios en vano": El obispo auxiliar de Madrid Vicente Martín participó ayer lunes, 24 de noviembre, en la inauguración de las II Jornadas Pro-Tejiendo, organizadas por la Cátedra Pro-Tejer y celebradas en la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid
El 'abuso espiritual' es una forma de manipulación y control que atenta contra la propia libertad interior, advirtió
"La propia Santa Sede", avanzó, "está estudiando la tipificación como delito canónico el abuso espiritual"
"La propia Santa Sede", avanzó, "está estudiando la tipificación como delito canónico el abuso espiritual"
(Archimadrid).- El obispo auxiliar de Madrid Vicente Martín ha participado este lunes, 24 de noviembre, en la inauguración de las II Jornadas Pro-Tejiendo, organizadas por la Cátedra Pro-Tejer y celebradas en la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid con el título Seguimiento, libertad y crecimiento personal. ¿Es posible una obediencia sana?
En sus palabras iniciales, el obispo auxiliar ha querido trasladar el reconocimiento del cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, hacia una cátedra que es un «servicio inestimable en el trabajo de desenmarañar todo lo turbio que rodea los abusos». Unos abusos que llevan una «cota altísima de sufrimiento humano cuando además se producen en contextos que deberían ser seguros», y que llevan a que se multiplique la «fractura de los vínculos».
La cátedra, ha destacado, se fija en lo que «suele ser la antesala de otro tipo de abusos», que es el «abuso espiritual», una forma de manipulación y control que atenta contra la propia libertad interior. «Estáis ayudando a la Iglesia —ha dicho— a caer en la cuenta de lo pernicioso que es» la multiplicación de espacios que «suponen una deriva sectaria que secuestra a las personas, las infantiliza y acaba construyendo ídolos». En los creyentes, esto supone acabar confundiendo «la alegría del Evangelio con los criterios autoritarios del líder carismático de turno».
Ya la propia Santa Sede, ha avanzado, está estudiando la tipificación como delito canónico el abuso espiritual, «un marco legal para abordar la manipulación espiritual». Así, algunos de los desafíos actuales serían la «revisión de los parámetros del acompañamiento espiritual» o de lo que se presenta como «voluntad de Dios». Por eso, ha vuelto a agradecer a la cátedra que contribuya a que los creyentes «no confundamos a Dios con sus pobres mediadores».
Lidia Troya, por su parte, responsable del proyecto Repara de la diócesis de Madrid, ha afirmado que «estamos ante la complejidad de un fenómeno con muchas capas» y Gloria Rodríguez, coordinadora espacios seguros de la CONFER, se ha congratulado de que se está «por fin» tomando en serio «el dolor que causan los abusos espirituales».
Miguel García Baró, asesor de la cátedra y representante institucional de Repara, ha sido el encargado de pronunciar la conferencia marco. En ella ha contado el abuso espiritual como la «ocupación del lugar de Dios por una persona; es el director espiritual quien se convierte en el Espíritu Santo con recursos de tipo pseudomísticos». Es un abuso de conciencia en el que se habla de la divinidad. Esto es un tipo de abuso particular, ha dicho, que debe tener un lugar especial y ser tratado de manera específica.
La tradición de la obediencia está en los estatutos de todas las órdenes más clásicas, «pero hay conventos en los que se podría hablar de "incesto espiritual", junto a otros conventos donde en absoluto se hace eso». Habría que ver, ha dicho, quiénes entienden bien la obediencia y cómo se podría trasladar a otras órdenes. «No todo tiene por qué estar viciado», ha tranquilizado; hay mucha gente que «entrega su vida con limpieza y una sinceridad».
Simone Weil y Unamuno, y el problema del victimario
Para explicar la obediencia, el profesor ha aludido a dos textos de Simone Weil. Uno, sobre el arraigo, que empieza con las necesidades del alma. Hay un punto de partida para ella, «el hecho de que el ser humano posee un destino eterno no impone más que una obligación: el respeto». Después, pasa a enumerar las necesidades. La primera es el orden, «nadie esté obligado a incumplir unas obligaciones por otras». La segunda es la libertad y la tercera es, precisamente, la obediencia; el problema es que como hay hambre de obediencia, reflexionaba la pensadora, a las gentes se les da en cambio la esclavitud.
Sí hay, ha continuado García-Baró, «hambre de obedecer a lo real, a la verdad, a los que realmente saben, lo que sea profundo en la vida». Y Weil da la fórmula: obedecer a quien a su vez está obedeciendo y no a quien es una fuente de autoridad, «que igual cortocircuita diciendo que "el Espíritu Santo y yo hemos decidido que tienes vocación"».
Obediencia es consentimiento y no miedo al castigo o búsqueda de la recompensa, ha apuntado García-Baró. «Que la sumisión nunca sea servilismo», ha indicado, porque «la falsa obediencia, el servilismo, es una de las muertes del alma».
El segundo texto de Weil es El amor a Dios y la desdicha. Aquí habla de que hay un tipo de sufrimiento que va más allá, la desdicha, que es cuando la víctima se cree culpable. «Yo soy una mierda», ha escuchado a algunos de los atendidos por Repara. La esclavitud es la forma extrema de la desdicha. «Solo el Cristo podría empatizar con esto», dice Weil. La desdicha es un sufrimiento tal que afecta a lo social y hasta a físico, y «la relación con Dios queda fracturada».
Por último, García-Baró se ha referido a los victimarios, y en esta ocasión ha aludido a la primera conferencia de Unamuno en el Ateneo de Madrid, Nicodemo el fariseo. En ella hace una distinción que en Repara se tiene muy en cuenta: lo que haces no es lo que eres, no del todo. Sin esta distinción no se podría ayudar a los abusadores ni consolar a los que han desesperado, ha destacado el representante de la entidad. Y ha parafraseado al escrito: «Aprende a odiar tanto al pecado como a compadecer al pecador».