Cuarta y última sesión del foro online de debate sobre el currículo de la asignatura Iglesia y Gobierno ya trabajan juntos en un nuevo diseño de la clase de Religión

Alfonso Carrasco Rouco
Alfonso Carrasco Rouco

Carmen Pellicer: «Hay que provocar experiencias vivas que vayan más allá de las aulas»

Xosé Manuel Domínguez: «La asignatura de Religión puede acompañar al alumno como ninguna otra puede hacerlo»

Ana Berástegui: «La espiritualidad no se enseña, se reconoce, se explora y se expresa»

Josep Otón Catalán: «El humanismo y la ciencia, sin la Religión, quedan cojas»

Javier Cortés: Que se constituya un grupo bien formado de profesores laicos, no exclusivos de Religión

José Ramón Matito: «La enseñanza de Religión en la escuela tiene que contemplar la realidad del pluralismo religioso»

José Fernando Juan Santos: «La ERE debe ser un espacio de escucha para las inquietudes de los alumnos»

Han sido semanas de trabajo intenso y de intercambios de pareceres que han ayudado a ganar, tanto para participantes como escuchantes, matices respecto a la ERE (Educación Religiosa Escolar). El éxito de participación telemática, donde miles de personas han descargado los materiales y seguido las ponencias en directo, da a entender la importancia de esta reflexión en torno a la Religión en la escuela.

Conducido por el delegado diocesano de Enseñanza de Getafe, Javier Segura Zariquiegui, la ponencia marco de esta última jornada corrió a cargo de Carmen Pellicer Iborra, directora de Cuadernos de Pedagogía y presidenta de la Fundación Trilema.

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"Hay que provocar experiencias vivas que vayan más allá de las aulas"

Pellicer comenzó su intervención «Un currículo competencial de religión para sociedades pluriconfesionales» con un reconocimiento de la labor del profesor de esta asignatura. «Es de lo mejor que puede pasarte en la vida», ha dicho tras mostrarse agradecida con la Conferencia Episcopal Española por haber provocado estos encuentros.

«No competimos con diablos malvados sino con la cultura en la que están inmersos nuestros alumnos». Tras un breve repaso histórico de los currículos académicos, del peso de la educación y de los conocimientos que se podían adquirir en los distintos planos educativos, la directora de Cuadernos de Pedagogía ha querido poner en valor, de forma muy especial, las competencias. «Aquellos aprendizajes que se transforman en conductas».

Haciendo valer el peso de la experiencia, el eje narrativo que vertebra todo proceso dialógico y la transformación que se puede llevar a cabo en los alumnos, Pellicer ha puesto en valor la gran cantidad de recursos disponibles para despertar a los alumnos y que, en la medida de lo posible, hay que evitar el visionado de películas porno («por no dar clase»), tentación en la que se puede incurrir, delegando todo el peso formativo a una única vía de interacción con los alumnos. Del mismo modo, ha querido hacer especial énfasis, sobre todo para todos los profesores de Religión, que han de «ser conscientes de que cada hora de clase vale la pena. Observar, reflexionar, entender lo que vemos en cada uno de los alumnos». «La evaluación, la calificación —ha juicio de Carmen Pellicer—, no va a mejorar los conocimientos de nuestros alumnos. Tenemos que redoblar la apuesta por un acompañamiento personalizado».

"La asignatura de Religión puede acompañar al alumno como ninguna otra puede hacerlo"

Xosé Manuel Domínguez Prieto, director del Instituto da Familia de Ourense ha abierto el panel de experiencias en esta última jornada del Foro de debate sobre la asignatura de Religión organizado por la Conferencia Episcopal Española.

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Autor de El arte de acompañar, ha expresado que la enseñanza de asignatura debe distinguirse de «transmitir contenidos» a presentarse como «el Camino, la Verdad y la Vida». Un acompañamiento que, menos que ninguna otra área educativa, puede reducirse a mera transmisión de información. Por eso, Domínguez ha expresado que el profesor de Religión «sale al encuentro de los alumnos, como Jesús en Emaús y camina a su paso. Está allí para hacer un acompañamiento, para acercarnos a los alumnos a través de las preguntas y de la escucha de las respuestas. Preguntas que apelen al corazón y que despierten “el hambre” del alumno». Una vez hecha la pregunta, es necesario abrir el espacio de escucha, «que les ayudará a detenerse y a descubrir una experiencia». Algo que, ha insistido, no se puede hacer desde otras asignaturas.

«La espiritualidad no se enseña, se reconoce, se explora y se expresa»

La directora del Instituto de la Familia de la Universidad Pontificia Comillas, Ana Berástegui Pedro-Viejo, ha explicado esta tarde que «la espiritualidad no se enseña ni se aprende, la espiritualidad se reconoce, se explora y se expresa».

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La psicóloga ha explicado la relación entre espiritualidad y autonomía, desde una visión de la pedagogía espiritual que reivindica como un campo a desarrollar en España. «El cuidado de la espiritualidad tiene que ver con la enseñanza de la Religión pero no todo el cuidado se hace en la clase de Religión ni es todo lo que se hace en la clase de Religión. Es una dimensión», ha expresado. Además, ha recordado que la espiritualidad se despierta a partir de determinada edad y que se va desarrollando, creciendo solo en la autonomía. «Pero la autonomía solo se da en una relación segura» y en los niños solo se da en una relación segura con un adulto que es quien le da confianza. Por esta razón, para Ana Berástegui, los profesores de Religión tienen por tarea construir esto: dar confianza.

«Los niños son personas, no se están preparando para la vida sino que viven la vida misma en su día a día. En estos límites existenciales se ponen en juego las principales preguntas. Y la espiritualidad se desarrolla siempre en estas fronteras existenciales», ha indicado. Ante esto, es importante, una necesidad y un derecho de todo niño «tomarnos en serio la espiritualidad del niño. Solo explorando estos límites van a poder hacer frente a sus vidas». Precisamente en este tiempo de pandemia se ha confirmado que la espiritualidad es una necesidad básico también para atravesar la adversidad.

«El humanismo y la ciencia, sin la Religión, quedan cojas»

El tercer panelista de la cuarta sesión del foro de la asignatura de Religión corrió a cargo de Josep Otón Catalán, profesor del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona y de la Facultad de Teología de Cataluña.

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Profesor de Historia que dio otra dimensión distinta sobre un aspecto fundamental: la interioridad y las vías para hacerla habitable por las virtudes. «A veces nos planteamos si la Religión es un intruso en la escuela. El humanismo, como los fundamentos de la ciencia, sin la Religión, queda coja». Siguiendo el hilo de Carmen Pellicer, para Otón «es fundamental aprender a narrarnos y para ello uno de los lugares privilegiados es la escuela». Interioridad y escuela, religión y humanidades, conceptos, que el mundo de hoy presenta como extravagantes o sencillamente antagónicos, pero que sin embargo adquieren una dimensión nueva y plenificadora cuando se ponen en juego dentro del aula.

«En un mundo muy banal es imprescindible la interioridad. Descubrir quién soy. La interioridad nos remite al centro, al eje vertebrador de quiénes somos», ha continuado Otón para seguir con un análisis sucinto pero pormenorizado donde viene a indicar que en «toda la escuela, todas las asignaturas, nos ayudan a cultivar la interioridad» pero bajo su criterio «la Religión debería aportar la hospitalidad interior. Por su implicación etimológica, debe ser una interioridad que se deje habitar, que acoge la realidad, al otro y la trascendencia». «La Religión nos da la oportunidad de entenderla como un don, como un regalo», que nos lleve a la profundización del orden creador y creativo. «Para ello hay que prepararnos para acoger».

Para Josep Otón, «la gran aportación del cristianismo es ver al otro como el prójimo. Y el cristianismo propone ese prójimo como cualquier ser humano». En este momento ha puesto como referencia la parábola del Buen Samaritano para continuar citando el Castillo Interior de santa Teresa de Jesús y su capacidad de, gracias a la escritura, comunicarnos, compartir y describir la relación con Dios. A modo de conclusión y tras citar al personalista Emmanuel Mounier, Otón ha considerado clave el que «la interioridad habitada no debe ser una mística hueca» sino una oportunidad para estar en diálogo permanente y fortalecer la visión del prójimo. Y la asignatura de Religión, bien impartida, de forma sugestiva, tiene ese poder.

«La enseñanza de Religión en la escuela tiene que contemplar la realidad del pluralismo religioso»

José Ramón Matito, profesor en la Facultad de Educación de la Universidad Pontificia de Salamanca ha desarrollado la enseñanza de Religión y el pluralismo religioso.

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En este contexto cultural y eclesial, el Papa Francisco ha expresado la importancia del diálogo con otras religiones «con las que compartir valores y experiencias no es esconder verdades, sino que mientras mas profunda y rica sea nuestra identidad, más podemos aportar». Por eso, «cuanto más conozcamos esos valores, diferentes culturas y religiones, creará el pluralismo propio de una sociedad democrática». En nuestra sociedad en la que predominan «los prefijos inter, multi, pluri y trans» invita a la búsqueda de nuevos espacios «pero puede conllevar los riesgos del relativismo religioso desde el ámbito educativo».

Misión fundamental de la escuela, ha dicho, es «enseñar, promover y facilitar la integración de individuos de distintas creencias religiosas dentro de la misma sociedad, de esta manera está llamada también a construir esa comunión de todos». Este es uno de los marcos «más interpelantes de la sociedad española». Por eso se ha desarrollado la «Telogía de las Religiones, la Teología Comparada, el Diálogo Interreligioso y la Teología Interreligiosa», que no se entienden unas sin apoyarse en las otras.

«Uno de los desafíos de la clase de Religión en la educación católica es constituir un grupo bien formado de profesores laicos»

Javier Cortés profesor de Religión en Valencia ha hablado de los desafíos de la clase de religión en la escuela católica.

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Ha puesto sobre la mesa cuatro retos: sobre el estatus, sobre el profesorado, su aportación específica a la educación integral y el diálogo fe-cultura por medio de la interdisciplinariedad.

Ante el estatus, ha explicado que se parte de una muy baja «calidad de la demanda» por parte de todos los agentes (titulares, familias, alumnos, profesorado, la sociedad, las autoridades académicas …). Además, se ha instrumentalizado este área por parte de la pastoral o la catequesis y por eso se necesita definir con rigor su lugar: el espacio de la ERE es el ámbito curricular bien diferenciado de la pastoral y la catequesis. Po último, para Javier Cortés «debe dejar de ser considerada como un “área un poco especial” y definir bien toda su estructura como área (objetivos, competencias, contenidos, evaluación, etc.)».

Sobre el profesorado, ha indicado que en Primaria falta una preparación específica y en Secundaria, la tendencia es que recaiga en los (pocos) religiosos, con poca previsión de futuro ante la dificultad de la titulación». Esto provoca, en general, una debilidad en los contenidos, un reduccionismo al dogma o a la moral. «Es imprescindible la constitución de un grupo bien formado de profesores laicos, a poder ser que no sean profesores exclusivos de profesor de Religión. Ha propuesto «la dimensión espiritual como la dimensión específica (que no exclusiva) propia de la ERE». Y la ha propuesto en su doble realidad: como experiencia personal y como origen de las múltiples manifestaciones de la misma en la ética, en la cultura, en los modelos de vida, etc. «Creo imprescindible tomar nota de la vivencia espiritual de nuestros alumnos: han abandonado las creencias religioso/espirituales de la tradición cristiana para abrazar otras», ha expresado.

Por último, el cuarto reto es el diálogo fe-cultura por medio de la interdisciplinariedad. Para el profesor «no tiene sentido “montar” el diálogo fe–cultura en el interior de la propia área de ERE». «Si la cultura es lo que se hace presente en las otras áreas del currículo, será allí donde tenga que acudir la enseñanza de la Religión en línea con las nuevas tendencias metodológicas (proyectos)», ha expresado. De esta forma, la ERE debe «salir» a buscar las realidades culturales de nuestra sociedad para aportar «sentido». «Necesitamos afrontar una profunda revolución curricular como paso previo a cualquier innovación didáctica», ha concluido.

«La ERE debe ser un espacio de escucha para las inquietudes de los alumnos»

Cerrado el panel de intervinientes, el profesor de Religión católica de secundaria en Madrid, José Fernando Juan Santos ha hablado sobre la innovación educativa de esta asignatura dentro del apartado de una buena práctica.

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Este bloque pretende poner a profesores de Religión en activo que generan iniciativas para dinamizar la asignatura. Ha querido comenzar analizando la realidad de desorientación que prima en las aulas. El objetivo, a su juicio, de la Religión es precisamente ampliar la razón. Bajo su criterio, no nos vale la formación reglada per se sino que «hay que establecer un diálogo en la diversidad imperante».

Acto seguido ha pasado a categorizar tres vías con las que la realidad se topa: los problemas, los enigmas y los misterios. Los problemas, dice este profesor de Religión, se resuelven con facilidad. Los enigmas podemos dedicarle toda nuestra vida a comprenderlos y los misterios que conforman la realidad, no son asibles ni resolubles. «Hay muchos problemas a resolver, enigmas que contemplar y misterios a los que acompañar toda la vida. Respecto a estos últimos no podemos reducirlos a los dos primeros. De la reducción vienen los totalitarismos y fanatismos que tanto se alejan de la razón».

Acto seguido J.F. Juan Santos ha hablo de las vías en las que la ERE debe tratar de conformar la realidad para inmediatamente después dar un par de pinceladas sobre Innovareli, donde profesores de Religión hablan de nuevas metodologías de aprendizaje. «Me produce una envidia sana  ver cómo la Educación Física se ha renovado» y a su modo de ver, la ERE debe llevar a cabo ese procceso de adaptación fomentando la escucha y el silencio.

Alfonso Carrasco Rouco, presidente de la Comisión Episcopal para la Educación y la Cultura ha clausurado el acto diciendo «la tarea de diseñar el nuevo currículo» apoyandose en la participación facilitada por este Foro, «se realizarán en coordinación con los organismos competentes del Ministerio de Educación. De hecho, confirma que esas reuniones de coordinación ya se han iniciado.

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El prelado ha agradecido, uno por uno, a todos los participantes de cada una de las sesiones «y a todos los que han trabajado para que puedan llevarse a cabo». En especial, ha querido destacar el trabajo de la directora del secretariado de la Comisión Episcopal para la Educación y Cultura, Raquel Pérez Sanjuan, «por su entrega constante al cuidado de toda la preparación, la convocatoria y el desarrollo del Foro.

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