La última lección de Santiago del Cura Elena, referente de la Teología Magister Maxime: el gran profesor

Santiago del Cura
Santiago del Cura

Santiago del Cura Elena, que se ha convertido en un referente de la Teología, se retira después de toda una vida dedicado a la docencia de la ciencia sagrada

Sin duda, la enseñanza de la Teología ha sido el modo en que Santiago del Cura «ha ejercido el ministerio sacerdotal». También ha sido testigo de cómo los alumnos iban menguando con el paso de los años, haciéndole sentir una mezcla de "cansancio y fracaso"

Precisamente la enfermedad ha sido su gran obstáculo en los últimos siete años. «Eso trastocó todos mis planes», lamenta. La cruz se ha convertido para él en "una enseñanza experiencial"

"Una cosa es enseñar escatología y otra cosa es verte confrontado diariamente con esta perspectiva". Así fue la última lección de Santiago del Cura en la Facultad de Teología

(Archiburgos).- 1.449 páginas configuran el grueso volumen con el que 62 autores han querido rendir homenaje a quien es uno de los grandes teólogos del país. Teología en el horizonte de su verdad siempre más grande es una miscelánea de estudios de algunos de los teólogos de más renombre del país (y de más allá de sus fronteras), con los que Santiago del Cura Elena (1948) ha trabajado y contribuido al quehacer doctrinal en el último medio siglo.

Después de toda una vida de estudio y enseñanza de la Teología, Del Cura se retira de la docencia de la ciencia sagrada, que ha sido la «dedicación fundamental» de su vida. «Al principio quise dedicarme al ejercicio del ministerio sacerdotal en la parroquia», relata. De hecho, sus primeros años como sacerdote (recibió la ordenación en 1972) los pasó como párroco de cuatro pueblos y coadjutor en Roa. Después, don Segundo García de Sierra y Méndez lo envió a Roma para realizar los estudios de doctorado en la Pontificia Universidad Gregoriana, donde defendió su tesis doctoral con un estudio acerca de las disposiciones del Concilio IV de Letrán, que establecía que «nadie puede consagrar la eucaristía sin ser sacerdote ordenado».

En base a lo que decían sus adversarios,tuvo que reconstruir el pensamiento de cátaros y albigenses y aquel estudio sentó las bases de lo que sería, sin duda, una de sus grandes líneas de estudio teológico, el ministerio ordenado. «Roma fue una experiencia interesante», recuerda. «Aproveché bien el tiempo y me sirvió para abrir horizontes y entrar en contacto con gentes de otras latitudes y escuchar a profesores y teólogos que no conocía en España», como Walter Kasper o Karl Lehmann, entre otros.

Con algunos de ellos coincidió años más tarde en la Comisión Teológica Internacional, el organismo que asesora a la Santa Sede en las cuestiones doctrinales de mayor importancia. Fue el cuarto español en formar parte de sus miembros, de los que «aprendió mucho» en los dos quinquenios (1997-2009) en los que trabajó y que ahora ocupan «grandes puestos de responsabilidad» en la vida de la Iglesia, como Luis Francisco Ladaria (prefecto de la congregación para la Doctrina de la Fe), Bruno Forte (actual arzobispo de Chieti-Vasto) o Luis Antonio Tagle (prefecto de la congregación para la Evangelización de los Pueblos). «Fue para mí un enriquecimiento; estoy muy contento de haber podido participar en los trabajos de esta comisión», entre los que figuran estudios encargados por el papa Juan Pablo II acerca de la «memoria de la Iglesia» sobre la que era necesario pedir perdón, y otros tan variados como la ley natural o la existencia del limbo.

Sus servicios a la Santa Sede no se reducen a estos trabajos, hasta el punto de haber aceptado hace un par de años la llamada de Francisco para ser miembro de una comisión especial para el estudio del diaconado femenino.

Aunque sin duda, la enseñanza de la Teología ha sido el modo en que Santiago del Cura «ha ejercido el ministerio sacerdotal». «Recodar esto me ha ayudado bastante a no olvidar lo fundamental: soy sacerdote y nunca dejaré de serlo», afirma.«Ciertamente, no es necesario ser sacerdote para enseñar Teología, pero sí es necesario estudiarla para ejercer el ministerio», indica. De hecho, él ha sido profesor de cientos de sacerdotes, religiosos y seglares que han pasado por sus clases, en las que ha enseñado los tratados sobre la Trinidad, el sacramento del orden sacerdotal y la escatología, entre otras materias. También ha sido testigo de cómo los alumnos iban menguando con el paso de los años, haciéndole sentir una mezcla de «cansancio y fracaso», aunque siempre con el deseo de «atender bien, como se merecen», a sus discípulos. 

Sin duda, uno de sus mayores desvelos ha sido la Facultad de Teología del Norte de España, de la que llegó a ser presidente y, en dos ocasiones, decano en su sede de Burgos. «He recorrido prácticamente todas las tareas», explica. Tuvo que amoldar los estudios a los nuevos planes, reduciendo la carrera de seis a cinco años y adaptándolos a las necesidades pastorales de la época. Tampoco olvida que ha conjugado la docencia en Burgos y Salamanca: «Allí iba dos veces a la semana», recuerda. «Para mí hubiera sido más fácil haberme quedado en Salamanca, pero quise siempre enseñar en mi diócesis», indica. «No fue fácil y mi salud se resintió».

Precisamente la enfermedad ha sido su gran obstáculo en los últimos siete años. «Eso trastocó todos mis planes», lamenta, haciendo que se hayan quedado en el tintero algunas publicaciones sobre el ministerio ordenado y el misterio de la Trinidad. «Lo siento mucho porque me hubiera gustado concluirlo, pero la vida es así. Hay que seguir adelante con esta enfermedad. Es duro y nunca sabes hasta dónde puedes llegar», revela.

La cruz se ha convertido para él en «una enseñanza experiencial». «Una cosa es enseñar escatología y otra cosa es verte confrontado diariamente con esta perspectiva de lo que puede ser la vivencia directa de todo ello. Se aprende cuando uno pasa por la enfermedad, que condiciona mucho y al mismo tiempo enseña mucho. Intento aceptar los planes de Dios y su presencia de una forma distinta. Asumir estos caminos de Dios en los que uno no había pensado pero que vienen y es necesario asumir e integrar dentro de tu vivencia de fe». Don Santiago del Cura, siempre enseñando.

Así fue la última lección de Santiago del Cura en la Facultad de Teología

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