Salvados por la Iglesia


Había mucha expectación por comprobar hasta qué punto Jordi Évole -el "follonero" de Buenafuente- lograba mantenerse en la línea roja que separa el humor de la burla. Fueron muchos los que siguieron ayer por la noche en La Sextra su primer capítulo de "Salvados por la Iglesia", en el que desfilaron, sin necesario orden ni concierto, desde el Papa Ratzinger hasta el cardenal Rouco, pasando por unas monjitas sevillanas, el obispo de Sant Feliú o un guardia con escopeta en la catedral de Barcelona. Y, como tantas veces, se demostró que dicha línea es tan tenue que acaba por cruzarse, aunque fuera casi sin querer.

Se notaba que Évole quería estar más comedido que de costumbre. Incluso, algunos de los momentos del programa fueron memorables, como las "entrevistas en profundidad" (sic) con el padre Mundina, o las excepcionales respuestas de monseñor Agustín Cortés a las "confesiones" del cómico de El Terrat. ¡Ah!, y la campaña de beatificación de Jiménez Losantos en pleno Vaticano. Sencillamente genial (además de comprobar cómo hay muchos que estarían dispuestos a ello). Pero, a riesgo de ser considerado mojigato, creo que hubo bastantes excesos.

Por ejemplo, fue penoso el episodio en el que Fernando Sánchez Dragó confiesa -en un "tren de la bruja", para más inri- sus orgasmos en la catedral de Sigüenza con su ex mujer, o su "coitus interruptus" con otra señora en la inconclusa Sagrada Familia. Fuera de lugar. Y el episodio de la catedral de Barcelona, con resultar gracioso -que lo fue-, no dejó de adolecer de ganas de engañar a personas de buena fe que, como el vigilante o la vendedora de entradas, pensaban que estaban ayudando a un joven a dar un anillo de compromiso a su novia. Con todo, lo peor fue la estrategia para visitar al Papa y darle la guitarra de Chiki-Chiki: la cantidad de novios que se quedarán con las ganas de participar en una audiencia con el Santo Padre después de esto...

Évole estuvo bastante comedido con Rouco Varela -al menos, mucho más que los compañeros de CQC: una cosa es que los obispos sean personajes públicos al mismo nivel que los demás, sin privilegios, y otra faltar al respeto a un señor que está saliendo de una misa-, y me quedé con las ganas de saber por qué le echaron de la embajada española -por cierto, que Antonio Pelayo podía haber dado algo de juego-.

En general: que no fue tanto como parecía -los que temían alguna blasfemia se quedaron con las ganas-, pero tampoco tan original como otros pretendían. Ya han anunciado segunda parte, en la que Évole se disfrazará de monaguillo y participará en una misa (¿?) y viajará al santuario de Torreciudad para hacer no sé qué sobre el Opus Dei. Después, o eso dicen, habrá un "Salvados" por el fútbol, los toreros o los políticos. No hay que negarle audacia al "follonero", pues el eclesiástico no es un mundo muy dado a la chanza ni al buen humor. Pero, como en todo, faltó clase. Se puede hacer humor con la Iglesia sin caer en la provocación, como el propio programa demostraba en algún momento. Mas hubo excesos.

Y, qué quieren que les diga: no sé si la expectación ante el primer programa se mantendrá de cara al segundo. Yo, al menos, espero que pongan algo más interesante en TV. Aunque tampoco soy muy optimista, la verdad.

baronrampante@hotmail.es
Volver arriba