Urgencias y aclaraciones ante las sentencias del Supremo sobre EpC

Andan todos muy contentos con los contenidos de las cuatro sentencias del Tribunal Supremo sobre Ciudadanía. Pues yo también, qué quieren que les diga, he salido plenamente satisfecho. Después de leerlas -me quedan los votos particulares, cada sentencia trae consigo un tocho importante de folios-, creo que quedan dos cosas meridianamente claras. Una: que no se puede objetar contra la asignatura, y quien lo haga está faltando a la ley y a la educación de sus hijos. Dos: que las materias no pueden "tratar de persuadir a los alumnos sobre ideas y doctrinas sobre las que no existe un generalizado consenso moral". Expliquemos, sin ánimo de ser exhaustivos, esto último.

“Las materias que el Estado, en su irrenunciable función de programación de la enseñanza, calificadas como obligatorias no deben ser pretexto para tratar de persuadir a los alumnos sobre ideas y doctrinas que -independientemente de que estén mejor o peor argumentadas- reflejan tomas de posición sobre problemas sobre los que no existe un generalizado consenso moral en la sociedad española. En una sociedad democrática, no debe ser la Administración educativa –ni tampoco los centros docentes, ni los concretos profesores- quien se erija en árbitro de las cuestiones morales controvertidas. Estas pertenecen al ámbito del libre debate en la sociedad civil, donde no se da la relación vertical profesor-alumno, y por supuesto al de las conciencias individuales. Todo ello implica que cuando deban abordarse problemas de esa índole al impartir la materia Educación para la Ciudadanía –o, llegado el caso, cualquiera otra- es exigible la más exquisita objetividad y el más prudente distanciamiento.”. Hasta aquí, la cita del Supremo.

Que, ojo, puede valer tanto para aquellos padres que consideren que se tratan cuestiones como la homosexualidad o el aborto desde un punto de vista "progre", como, por poner un ejemplo burdo -todo esto empieza ya a parecerlo-, aquellos que criticasen algún ejemplar (y los hay, por supuesto que los hay) porque dijese que "el aborto es un crimen" o que "el matrimonio es la unión hombre-mujer". Temas sobre los que, por lo visto, no hay "generalizado consenso moral en la sociedad española".

Parafraseando a nuestros obispos -que, si se dan cuenta, por el momento han bajado el pistón-, no caigamos en una "espiral resbaladiza", y seamos sensatos, porque nuestros hijos no se merecen estar todos los días en el ojo del huracán. A esta hora, estoy convencido -ya lo estaba antes- de que ningún profesor se va a "meter en líos" en estas y otras materias. Y, los que sí lo van a hacer, lo harán entre los "colaboradores del mal". Esto es: los centros concertados, que tienen asegurada la libertad de impartir cualquier asignatura conforme a su ideario. Y si los padres no confían ni en los profesores ni en los centros donde sus hijos son educados, tampoco lo harán en otras materias que también pueden adoctrinar, infinitamente más que Ciudadanía: desde la Literatura a la Historia, pasando por Filosofía. Un poco de seriedad y de confianza en los educadores de nuestros hijos, por favor.

Urge una formación de los profesores de Ciudadanía, cosa que desde el principio está haciendo la FERE; urge que los padres tomen conciencia de la importancia de la asignatura y de los bienes que puede producir en sus hijos, cosa que desde el principio están haciendo la mayoría de los padres españoles; urge que las editoriales entiendan la materia como lo que es (formación en Ciudadanía y valores democráticos), cosa que están a haciendo, desde hace tiempo, la mayoría de las editoriales serias, comenzando por SM; y urge, en fin, que dejemos de utilizar a nuestros hijos como arma arrojadiza. Como, lamentablemente, vienen haciendo desde hace tiempo algunas plataformas.

baronrampante@hotmail.es
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