Carta a un político 12
Deficiencia política y anemia ciudadana
Querido amigo: El tema que tocamos hoy resume en síntesis el problema político y ciudadano que nos aqueja a los españoles. Lo dicho días anteriores con la mejor intención de que el ciudadano no se desentienda de sus deberes en la vida pública, quiero aclarar que la función que ejercéis los políticos es una noble función y que no hay que achacaros a vosotros todos los males que pueda padecer la sociedad.
Entre otras cosas, porque el mal social es difícil de localizar, y de alguna manera todos estamos contangiados.
A este respecto dirá Ortega que, cuando un pueblo va hacia la muerte, ni un gobierno de arcángeles es capaz de detenerlo, por lo que muchas veces no es solución cambiar los gobiernos; considera más urgente cambiar los usos de los gobernados. Yo comparto esta tesis ¿la compartes tu también? La verdadera reforma hay que hacerla en la sociedad y en la educación política de los ciudadanos. Nuestra deficiente política es consecuencia de nuestra anemia ciudadana. Incluso a la hora de votar se observa esta apatía en muchos ciudadanos.
Pedro Cerezo dirá, comentando este pensamiento de Ortega, que el mal de España afecta a la médula social y sólo en la transformación de la vida social pueden hallarse motivos de esperanza. La crisis económica y de trabajo que estamos padeciendo, es buena prueba de ello. Por lo que se impone un radical fortalecimiento del entramado social, gravemente dañado hoy por las altas finanzas y la gran corrupción fiscal que, como bien decís vosotros, hay que atajar de una vez.
Ahora bien,esta transformación social choca, dice Ortega, con el pequeño burgués que somos el tipo medio de los españoles, que hacen que triunfen siempre la moral y la ideología de la pequeña burguesía, miedosa de salir fuera de su horizonte rutinario. Pienso que esta actitud es más frecuente aún en los ambientes rurales y provincianos, por lo que él tenía mucha fe en las provincias y autonomías, con la descentralización del poder. ¿No crees tú que en este momento las autonomías no están desempeñando debidamente el papel que les corresponde?
Ortega pensaba con razón que las autonomías, al tener más cerca la dirección de los asuntos públicos que les concernían directamente y les eran más conocidos, los ciudadanos se sentírían más obligados a participar en ellos. ¿Crees tú, interlocutor amigo, que se observa un cambio en los ciudadanos con la aparición de las autonomías? Yo pienso que hay que concienciar mucho más en este sentido a los ciudadanos de las distintas regiones.
En su afán de despertar la sensibilidad política de los ciudadanos apáticos, Ortega insiste en un doble argumento: 1) Que todo ciudadano tiene siempre algo concreto y oportuno que decir. 2)Que en un pueblo hay tanta mayor energía cuanto mayor sea el número de cabezas que colabore en la vida pública. Está convencido de que en todo hombre hay, junto a la conciencia moral que, insobornable, sentencia sobre nuestros propios actos, una conciencia política que, en oposición a lo que sostenemos públicamente, nos dice qué es lo que hay que hacer.
Sin embargo comprende el abstencionismo político de los ciudadanos, diciendo que no les es imputable, porque frecuentemente les proponen temas que no conocen o que no les atañen. Tú, amigo interlocutor, tienes experiencia de esto, estoy seguro.
JL. Aranguren completa el discurso de Ortega diciendo que es un engaño creer que el hombre pueda amputarse su dimensión política, desentenderse de ella y recluirse en la vida privada. El hombre es constitutivamente político. Animal político lo definió Aristóteles. Incluso el apolítico, argumenta Aranguren, actúa políticamente, bien dejando hacer, bien en un grupo de presión sin dar la cara. Sustraerse a la política hoy es una pretensión utópica.
Con la certeza de que los ciudadanos no te van a usupar el puesto, querido amigo, me despido de tí deseándote suerte en las próximas eleccionos.
www.porunmundomasjusto.com
-Virtudes públicas o laicas
en José Ortega y Gasset
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