Carta a un político 17
Querido amigo, aunque los políticos estais de vacaciones, te pido unos minutos para dialogar sobre el tema que nos ocupa todos los viernes. El nacimiento del Hijo de Dios y su mensaje cuando era ya mayorcito revolucionó la historia del mundo, porque era un mensaje con un fuerte contenido social y político.
Para el teólogo Juan de Dios Martín Velasco, director varios años del Instituto Superior de Pastoral de la Universidad Pontificia de Salamanca en Madrid, la asignatura pendiente de la Iglesia es pensar y realizar una nueva forma de presencia pública, como corresponde a la identidad cristiana en un tiempo secular, pluralista y muy marcado por la increencia. La sociedad moderna impone una nueva configuración del cristianismo. ¿Cómo? No es fácil, tú amigo lo sabes. Pero el citado profesor nos da unas pautas que yo creo muy acertadas:
a) Ha de ser muy diferente a la establecida en situación de cristiandad, porque hoy es inviable la aparente impregnación por el cristianismo de una cultura que se imponga a todos. Esto choca con los principios de la libertad y personalización que conlleva el ejercicio de la fe y con la misma gratuidad y generosidad que caracterizan a la revelación de Dios en Cristo.
b) Se descartan igualmente las formas confesionalistas de presencia, puesto que son portadoras de un pensamiento, una ética, unas instituciones y un lenguaje premodernos, que no asumen las consecuencias de la secularización. Ellas ofrecen unas soluciones prefabricadas en el interior de la Iglesia desde unos principios de pensamiento y unos criterios de acción, aceptados previamente como indiscutibles y se administran como tales
c) Tampoco favorecen a la configuración del cristianismo que se busca, ni la privatización que le ofrece a la cultura moderna hegemónica ni los propios miedos y complejos de culpabilidad provenientes de la historia pasada, que representan una tentación permanente de encerrarse en un falso espiritualismo. De la misma manera representa una amenaza la reducción a una cierta forma de reserva utópica o escatológica, que se contenta con criticar los logros siempre parciales de la sociedad y cultura modernas, sin aportar nada a la construcción de ese mundo provisional, pero cada vez más humano y más influido por el reino de Dios ya presente y siempre por venir, que la fe le urge a realizar.
d) Sí resulta muy positiva, en cambio, la experiencia de los cristianos que se han metido humildemente en el mundo, como levadura en la masa, para ir transformándolo desde dentro. Una forma de presencia que es y seguirá siendo la manera de vivir su vocación cristiana por parte de muchos (Juan de Dios Martín Velasco, Increencia y evangelización. Del diálogo al testimonio. Ed. Sal Terrae, Santander 1988, 243ss.
Hasta el próximo viernes cercanos ya al fin del año 2011.