Libertad religiosa, su puesta al día 2
Es sabido lo conflictiva que fue la obra de Pablo de Tarso, precisamente, por su enardecida defensa de la libertad. Cuando llegaba a una ciudad inmediatamente provocaba divisiones, sin embargo, no se dejaba intimidad. La libertad que le llenaba se lo impedía. El concilio Vaticano II valora esta grandeza de la libertad que se apoya en la gracia de Dios.(GS 17).
En definitiva, la libertad cristiana se recibe como un don
y se sufre más que se aprende, su historia, como dice Käsemann, es un viacrucis al que las iglesias deberían volver la mirada con más vergüenza que orgullo.
Un amigo mío, José-Manuel Coviella Corripio, que ha reflexionado sobre el tema de la libertad humana, distingue entre varios conceptos de libertad diferentes y, a veces, opuestos. En primer lugar observa una "libertad total arbitraria", a la que aspiran no pocas veces los seres humanos. Este es el caso del filósofo francés Jean Paul Sartre, para quien la libertad si no es una libertad total, es una libertad nula.
Tal actitud le sugiere al profesor Coviella una doble pregunta ¿Es de verdad esa una libertad auténtica? ¿O mediante una libertad así somos esclavos de lo que llamamos libertad?.En el extremo opuesto se coloca el también filósofo Maurice Merleau Ponty, para el que "una libertad total es una libertad nula".
Además de estas, existe la "libertad de elección", pero tampoco esta le parece al profesor positiva, porque quien actúa simplemente según su elección no atiende situaciones que por responsabilidad le llevarán, en ocasiones, a elegir lo contrario de lo que desea.
Hay, finalmente, la libertad llamada de "compromiso", que es la que se considera la forma más alta de libertad, ya que tiene en cuenta los compromisos, acuerdos, obligaciones etc., que tejen la vida social del hombre.
Este actuar desde la responsabilidad y el compromiso aceptado, le parece el mejor desde el punto de vista de la fe, porque tiene como ingrediente fundamental el amor. De modo que en la libertad cristiana hay que saber conjugar el amor que Dios nos tiene y la libertad que nos deja(JM. Coviella, El saber religioso a través de la Biblia,Madrid 2000); F. Margallo, Compromiso político en el Vaticano II. Raíces humanas de la esperanza cristiana, 145ss Madrid 2003.
En definitiva, la libertad cristiana se recibe como un don
y se sufre más que se aprende, su historia, como dice Käsemann, es un viacrucis al que las iglesias deberían volver la mirada con más vergüenza que orgullo.
Un amigo mío, José-Manuel Coviella Corripio, que ha reflexionado sobre el tema de la libertad humana, distingue entre varios conceptos de libertad diferentes y, a veces, opuestos. En primer lugar observa una "libertad total arbitraria", a la que aspiran no pocas veces los seres humanos. Este es el caso del filósofo francés Jean Paul Sartre, para quien la libertad si no es una libertad total, es una libertad nula.
Tal actitud le sugiere al profesor Coviella una doble pregunta ¿Es de verdad esa una libertad auténtica? ¿O mediante una libertad así somos esclavos de lo que llamamos libertad?.En el extremo opuesto se coloca el también filósofo Maurice Merleau Ponty, para el que "una libertad total es una libertad nula".
Además de estas, existe la "libertad de elección", pero tampoco esta le parece al profesor positiva, porque quien actúa simplemente según su elección no atiende situaciones que por responsabilidad le llevarán, en ocasiones, a elegir lo contrario de lo que desea.
Hay, finalmente, la libertad llamada de "compromiso", que es la que se considera la forma más alta de libertad, ya que tiene en cuenta los compromisos, acuerdos, obligaciones etc., que tejen la vida social del hombre.
Este actuar desde la responsabilidad y el compromiso aceptado, le parece el mejor desde el punto de vista de la fe, porque tiene como ingrediente fundamental el amor. De modo que en la libertad cristiana hay que saber conjugar el amor que Dios nos tiene y la libertad que nos deja(JM. Coviella, El saber religioso a través de la Biblia,Madrid 2000); F. Margallo, Compromiso político en el Vaticano II. Raíces humanas de la esperanza cristiana, 145ss Madrid 2003.