La blanca cigüeña,
como un garabato,
tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado
¡Yo creo en la esperanza...!
El credo que ha dado sentido a mi vida
8. Desmitologización y recuperación de la esperanza
2._Catolicismo, ecumenismo y tensión eclesial escatológica
Hace mucho tiempo, una dulce muchacha, jóven doctora en Medicina, me confiaba con una cierta angustia que no veía claro por qué era católica y no de otra confesión cristiana. Yo le respondí que a mí me parece que eso no lo ve claro nadie y que los que piensan verlo clarísimo, padecen un espejismo, fundado en la ignorancia o en el apasonamiento.
Pero la cuestión:_¿por qué estoy yo en la Iglesia Católica Romana y no en otra de las Iglesias cristianas existentes históricamente?_debo respondérmela a mí mismo y a los de más con la rigurosa sinceridad que es inexcusable en una vida genuida de fe.
A mí me parece que los resultados de la ciencia histórico-crítica no son suficientes para resolver el problema. Pienso sinceramente que no se puede probar apodícticamente que Jesucristo quiere que todos los cristianos pertenezcamos a la Iglesia Católico Romana actualmente existente, abandonando cualquier otra Iglesia cristiana. El solo pensamiento de una pretensión semejante me hace sonreir.
Entonce se trata más bien de una opción que pertenece al
plano de la fe. Pero ¿en qué sentido y en qué medida?. Trataré de respoderme a mí mismo, analizando la que me parece ser mi situación de fe. Yo he sido bautizado en la Iglesia católica dentro del primer mes de mi vida fuera del seno materno.
En la Iglesia Católica he llegado a la fe.
El dinamismo de mi fe me lleva a permanecer en la Iglesia Católica con "actitud activa"(autocrítica y eclesicrítica), con espíritu es permanencia (respecto a las otras Iglesias cristianas) y con tensión (esperanza)escatológica, buscando en mi permanencia histórica en la Iglesia Católica una permanencia dinámica (creciente cada vez más plenaria), a la Iglesia de Cristo y una continua edificación de la Iglesia de Ctisto, que no llegará a plenitud hasta la parusía.
El dinamismo de mi fe, a mí, no me lleva a cambiar de Iglesia, sino a buscar dentro de la Iglesia Católica esa permanencia cada vez más plenaria y esa progresiva edificación de la Iglesia de cristo. Para mí esto basta. El dinamismo de mi fe no me lleva a negar que en otras Iglesias cristianas históricamente existentes se pueda buscar esta existencia de Cristo y esta edificación creciente de ella.
Creo que la lealtád de mi adhesión a la Iglesia Católica Romana no me exige, en manera alguna, que yo niegue que en las otras Iglesias se pueda buscar y realizar la pertenencia a la Iglesia de Cristo. ¿Por qué me lo habría de exigir?
Lo que verdaderamente hace falta es que todas las Iglesias y todos los miembros de las Iglesias sean humildes y funden su cristianismo, su eclesialismo y su ecumenismo solamente en "la fe que actúa mediante la caridad"(Gálatas, 5, 6).
¿Es posible que a cristianos pertenecientes a otras Iglesias diversas de la Católica Romana, en determindas circunstancias, el dinamismo de la fe en Jesucristo les lleve a cambiar de Iglesia, pasando a la Católica Romana? Yo no tengo por qué contestar a tal pregunta. Como tampoco a esta otra: ¿es imposible que a un católico, en determinadas circunstancias, el dinamismo de la fe pueda llevarle a "cambiar" de Iglesia? ¿Podemos nosotros trazarle los caminos al Espíritu?
Lo que habrá que hacer, en todos los casos, es respetar la opción de conciencia que puedan hacer los cristianos. Dejarles a ellos la responsabilidad y a Dios el juicio. Como dice San Pablo en la carta a los Romanos (14, 4):¿Quién eres tú para juzgar al criado ajeno? Que se mantenga en pie o caiga, sólo interesa a su amo; pero quedará en pie, pues poderoso es el Señor para sostenerlo".
A quien considerase mi posición eclesial demasiado "relativista", yo le diría que es precisamente mi fe en Jesucristo la que me lleva a relativizar la Iglesia existente en la historia. La concepción ético-profética del cristianismo lleva consigo esa relativización. Es la concepción ontológico-cultualista la que tiende a absolutizar las estructuras visibles de la Iglesia.
Una cierta relativización de las Iglesias cristitanas existentes en la historia resulta inexorable no sólo del ecumenismo asumido sinceramente, sino sobre todo de la dimensión mistérica de la Iglesia de Cristo, y de la consiguiente tensión escatológica a que están sometidas todas las comunidades cristianas que, en perpetua urgencia de conversión, caminan como a tientas a través de la historia.
Ver José Mª Díez-Alegría, ¡Yo Creo en la Esperanza!
Desclée de Brouwer 1972