33 aniversario del primer asesinato racista documentado en España Lucrecia Pérez: Feminicidio racista, memoria sororal
"El 13 de noviembre de 1992 era asesinada la ciudadana dominicana Lucrecia López, de 32 años por el guardia civil Luis Merino Pérez con ayuda de tres menores, vinculados a los grupos nazis violentos contra las personas migrantes, que entonces comenzaban a organizarse al grito de 'los españoles. primero'"
"Era el primer feminicidio racista documentado de la democracia española. Fue también el despertar de la lucha contra el racismo y la xenofobia para preservar la convivencia cívica"
"En la plaza de Aravaca aparece la imagen de Lucrecia Pérez con este eslogan: 'Aravaca libre de racismo'… Este slogan no ha podido pronunciarse este año en Madrid porque el alcalde, José Luis Martínez Almeida, se ha negado a apoyar una declaración de homenaje a Lucrecia Pérez en el distrito de Moncloa-Aravaca"
"En la plaza de Aravaca aparece la imagen de Lucrecia Pérez con este eslogan: 'Aravaca libre de racismo'… Este slogan no ha podido pronunciarse este año en Madrid porque el alcalde, José Luis Martínez Almeida, se ha negado a apoyar una declaración de homenaje a Lucrecia Pérez en el distrito de Moncloa-Aravaca"
El 13 de noviembre de 1992era asesinada la ciudadana dominicana Lucrecia López, de 32 años por el guardia civil Luis Merino Pérez con ayuda de tres menores, vinculados a los grupos nazis violentos contra las personas migrantes, que entonces comenzaban a organizarse al grito de “los españoles. primero”. Se encontraba refugiada con otras personas inmigrantes sin hogar en la discoteca abandonada Four Roses, de Aravaca, en la carretera de Coruña (Madrid). Era el primer feminicidio racista documentado de la democracia española. Lucrecia había llegado apenas un mes antes a España. Trabajó como empleada doméstica unos días y fue despedida.
Había nacido en 15 de diciembre de 1959 en Vicente Noble, de la provincia de Barahona (República Dominicana). En mi viaje a Haití en 2017 con el sacerdote Julio Acosta (Julín) ví en la carretera el cartel que anunciaba el municipio de Tamayo (¡qué coincidencia con mi apellido!), donde se produjo una gran inmigración hacia España. Muy cerca está Vicente Noble, el pueblo de Lucrecia, de sus padres y de sus 16 hermanos. Nos detuvimos uno minutos para tener un recuerdo oracional por la mártir asesinada.
El asesinato causó un fuerte impacto en la ciudadanía, que expresó su indignada protesta a través de numerosas manifestaciones y concentraciones. Fue también el despertar de la lucha contra el racismo y la xenofobia para preservar la convivencia cívica, de la necesidad de acoger hospitalariamente a las personas migrantes como iguales en dignidad y derechos y del enriquecimiento que suponía la diversidad étnica y cultural.
Treinta y tres años después del premeditado asesinato, practicado con nocturnidad y alevosía, me parece de justicia mantener vivo el recuerdo de Lucrecia, un recuerdo sororal que le devuelva la dignidad que el asesino le quiso robar.
El feminicidio de Lucrecia es el mejor ejemplo de lo que en los estudios feministas decoloniales llamamos la interseccionalidad de la discriminación de las mujeres: por género, etnia, clase social, identidad sexual y religión y procedencia geográfica. Lucrecia era mujer, pobre, inmigrante, negra, desempleada y, por tanto, excluida. En la película sobre la vida de Lucrecia dirigida por Mariano Barroso en 1995, la actriz Ruth Rodríguez, que representa a Lucrecia, lee, entre lágrimas, el texto real de una carta que Lucrecia escribió a su esposo donde le explicaba la maravillosa que es la vida en España, pero le advertía, premonitoriamente: “Y de lo que tenía que tener miedo es de ser pobre y negra”.
Con Lucrecia los asesinos racistas aplicaron la “cultura del descarte”, que declara a las personas excluidas, y especialmente a las mujeres, “desechos” y “sobrantes”, según advierte y denuncia el papa Francisco en su encíclica La alegría del Evangelio. Con Lucrecia se practicó la necropolítica que, según Achille Nbembe, es la capacidad que tienen todos los poderes coaligados para decidir quién puede vivir y quién tiene que morir. Según esta lógica, ella tenía que morir.
El asesinato de Lucrecia es la mejor demostración de que los discursos de odio racistas, xenófobos, sexistas, homófobos, LGBTIfobos, islamófobos, antisemitas, etc., fomentados por la extrema derecha política en alianza con los grupos religiosos fundamentalistas e integristas y basados en fake news, desembocan en prácticas violentas y delitos de odio. Y las más castigadas son las mujeres, como demuestra el incremento de los feminicidios.
"Kenia Carvajal, hija de Lucrecia: 'Aunque lo que nos pasa es doloroso, nos deja huellas y no se nos va a olvidar jamás, tenemos que esforzarnos por convertir el odio en tolerancia'"
Treinta y tres años después, tales discursos, prácticas y delitos no se han reducido, sino que tienden a crecer.¿Hay respuesta? Si, la ofreció la hija de Lucrecia, Kenia Carvajal, que trabaja en el Movimiento contra la Intolerancia, con motivo del 25 aniversario del asesinato de su madre: “Aunque lo que nos pasa es doloroso, nos deja huellas y no se nos va a olvidar jamás, tenemos que esforzarnos por convertir el odio en tolerancia”. No parece que lo estén cumpliendo ni la extrema derecha política y parte de derecha política, que pacta con la extrema derecha, ni los colecticos cristianos que van a su rueda.
La película de Mariano Barroso se estrenó en 1995, año declarado por la ONU contra la Intolerancia. El director definió la cinta como “un trabajo emocionado porque significa que puedes hablar por los que no tienen voz. Es una aportación a la lucha contra el racismo”. En la plaza de Aravaca aparece la imagen de Lucrecia Pérez con este eslogan: “Aravaca libre de racismo”. Yo creo que habría que remedar dicho eslogan diciendo “España, el mundo entero, libres de racismo”.
"¿Dónde está la hospitalidad del alcalde de Madrid para con las personas inmigrantes?"
Este slogan no ha podido pronunciarse este año en Madrid porque el alcalde, José Luis Martínez Almeida, se ha negado a apoyar una declaración de homenaje a Lucrecia Pérez en el distrito de Moncloa-Aravaca. ¿Dónde está la hospitalidad del alcalde de Madrid para con las personas inmigrantes? ¿Dónde el respeto a la memoria de Lucrecia asesinada con nocturnidad y alevosía? ¿Dónde la compasión con las víctimas del nazismo?
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