Fratelli tutti: V aniversario Una guía de alternativas políticas y económicas en favor del bien común

"Con motivo del quinto aniversario de la Fratelli tutti espero que esta reflexión contribuya a incorporar a la actividad política, económica y social sus principales propuestas alternativas"
"Fratelli tutti. El título en italiano y la 'encíclica' como género literario de este texto del papa Francisco pueden llevar a mucha gente a pasar de largo y a disuadirla de su lectura, pensando que se trata de un libro religioso de piedad ubicado en una zona intemporal y ajeno a los problemas actuales"
"Nada más lejos de la realidad"
"Nada más lejos de la realidad"
El 4 de octubre celebramos la Fiesta del “Poverello” de Asís. El 3 de octubre de 2020 el papa Francisco firmó, junto a la tumba de san Francisco en Asís, la Carta Encíclica Fratelli tutti. Sobre la fraternidad y la amistad social. Para celebrar el quinto aniversario de tan importante documento, que constituye un significativo avance en la doctrina social de la Iglesia y en la práctica de las virtudes morales, he escrito estas reflexiones que espero contribuyan a incorporar las categorías “amor y caridad políticos”, “amistad social”, fraternidad solidaria”, “bien común”, “economía solidaria”, “projimidad sin fronteras”, “ternura”, “Casa Común” y “arquitectura de la paz” en las relaciones humanas, la ética pública y la actividad política.
Fratelli tutti.El título en italiano y la “encíclica” como género literario de este texto del papa Francisco pueden llevar a mucha gente a pasar de largo y a disuadirla de su lectura, pensando que se trata de un libro religioso de piedad ubicado en una zona intemporal y ajeno a los problemas actuales. Nada más lejos de la realidad.
Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME
Originalidad de la encíclica
Lo primero que llama la atención es la originalidad del lenguaje, muy alejado del “políticamente correcto” al que nos tienen acostumbrados los que mueven los hilos de la economía. la política y la cultura, así como del lenguaje eclesiástico que con frecuencia no hace pie en la historia y construye mundos imaginarios al margen de la realidad. El lenguaje de Francisco tiene los pies en la tierra, posee una gran creatividad, remite a problemas de gran calado, tiene un componente social y resulta muy sugerente.

Habla, por ejemplo, de la caridad y el amor políticos, de la amistad social, de la contraposición entre mundo cerrado y mundo abierto, de pensar y gestar un mundo abierto, del prójimo sin fronteras, de la “globalización de la indiferencia” – muy frecuente en sus discursos y textos- de la cultura del descarte, de la construcción de la Casa Común, de la arquitectura de la paz, de pensar y gestar un mundo abierto, etc. Dicho lenguaje ya ofrece una pista de la importancia de su contenido.
Otra originalidad de Francisco en este género literario son las citas de autores clásicos como Virgilio y Cicerón, de teólogos actuales cuestionados por los papas anteriores como Karl Rahner, de autores de espiritualidad liberadora como Carlos de Foucauld y René Voillaume, de pensadores contemporáneos como George Simmel, Paul Ricoeur y Gabriel Marcel, de líderes de otras religiones, como el Gran Imán Ahmad Al Tayyeb, y de “hermanos que no son católicos” como Martin Luther King , Desmond Tutu y el Mahatma Mohandas Gandhi. Tales referencias dan idea de la apertura, diálogo intercultural, interreligioso, interdisciplinar de su pensamiento.
Fratelli tutti es, a mi juicio, uno de los mejores análisis críticos de las densas sombras que se ciernen sobre nuestro mundo, al que Francisco define como un “mundo cerrado”, sin un proyecto para todos los seres humanos y la naturaleza, con “una globalización y un progreso sin un rumbo común”, “sin dignidad humana en las fronteras”, caracterizado por el sometimiento de los pueblos y la pérdida de la autoestima por mor de las nuevas formas de colonialismo, tendencias a uniformar el mundo, una mentalidad xenófoba hacia inmigrantes y refugiados, incluso compartida por algunos cristianos, olvidándose de que tienen la misma dignidad que las personas nativas, por una cultura al servicio de los poderosos, una fiebre consumista y la especulación financiera y el expolio, “donde los pobres son los que siempre pierden” (n. 53).
En sintonía con la teoría crítica de los derechos humanos constata y denuncia que en la práctica los derechos humanos no son suficientemente universales.

Cultura del descarte y necropolítica
La crítica más radical, llevada a cabo con gran rigor argumental y cuestionamiento de la racionalidad económica ortodoxa, es la que dirige al neoliberalismo. Francisco desenmascara la falsedad de la creencia que se quiere imponer a la humanidad de que de que el mercado solo lo resuelve todo. Recurriendo al lenguaje religioso llama a dicha creencia “dogma de la fe neoliberal” y la califica de pensamiento pobre, repetitivo, ya que propone siempre las mismas recetas cualquiera fuere la situación. Subraya la estrechez de ciertas visiones economicistas y monocromáticas, la falibilidad de las recetas dogmáticas de la teoría económica neoliberal y critica los estragos que produce la especulación financiera cuyo fin fundamental es la ganancia fácil (n. 168).
Característica del dogma fe la fe neoliberal es “el descarte”, que ya criticara Francisco en la encíclica La alegría del Evangelio y coincide con la crítica de la necropolítica de Achille Mbembe. El descarte se traduce en el sacrificio de diferentes partes de la humanidad por mor de una selección que solo favorece a un sector que se considera con el derecho a vivir sin límites (n. 18). No se limita a los alimentos o a los bienes superfluos, sino a los mismos seres humanos. Y pone como ejemplo el descarte de las personas mayores a quienes en algunos lugares durante la pandemia se ha dejado morir y han sido “cruelmente descartadas” (n. 19). Un descarte que se expresa de múltiples formas, entre las que cita la obsesión por reducir los costes laborales y el racismo, y que durante la pandemia se aplicó a personas mayores que han sido “cruelmente descartadas” y a quienes a quienes se ha dejado morir.
Dos tipos de populismo
De las críticas no se libra el populismo, pero no todo populismo, sino uno muy determinado, al que llama insano, cerrado, irresponsable y xenófobo: es el que está al servicio de los intereses económicos de los poderosos e instrumentaliza políticamente al pueblo y su cultura poniéndolos al servicio de un proyecto personal y de perpetuación en el poder (n. 159). Pero reivindica la necesidad de la palabra “pueblo” vinculada a un proyecto y unos objetivos comunes, y a una identidad común hecha de lazos sociales y culturales, como aspecto fundamental de la realidad social, frente a la concepción de la sociedad “como la mera suma de los individuos”.
En la buena dirección del pueblo así entendido sitúa a aquellos líderes populares que saben interpretar correctamente el sentir popular, su dinámica cultural y las grandes tendencias de la sociedad. Ellos prestan un excelente servicio al aglutinar y conducir a la ciudadanía en torno a un proyecto transformador duradero, que implica no eternizarse en el poder.

"Techo, Tierra y Trabajo"
Pero las críticas de Francisco no desembocan en derrotismo, sino que dejan abierto el camino para la esperanza, que está enraizada en lo más profundo del ser humano. La encíclica es una excelente guía de propuestas alternativas en materia política y económica en sintonía con las de los Foros Sociales Mundiales por Otro Mundo Posible, los Movimientos populares que reivindican las 3T “Techo, Tierra y Trabajo” y los movimientos ecologistas que reclaman el derecho al Territorio del que se están apropiando las multinacionales extractivistas. Son propuestas que van más allá del clásico pensamiento social cristiano de los papas anteriores y de la propia socialdemocracia, que desemboca en políticas social-liberales.
Al mundo cerrado contrapone las sociedades abiertas, donde quepan todos los seres humanos y la naturaleza integradora de todas las periferias (n. 95). Expresa el deseo de que de la pandemia saquemos la lección de que “nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros, para que la humanidad renazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces, más allá de las fronteras que hemos creado” (n. 35).
Frente al individualismo del “sálvese quien pueda”, que se traduce en “todos contra todos”, y a la tendencia el ser humano “a encerrarse en la inmanencia de su propio yo, de su grupo, de sus intereses mezquinos” (n. 166), Francisco afirma el sentido comunitario de la existencia humana y “la pasión compartida por una comunidad de pertenencia y solidaridad” (n. 33). Recuerda que “nadie se salva solo, que únicamente es posible salvarse juntos” (n. 32). Reconoce la vulnerabilidad humana y desenmascara las falsas seguridades sobre las que hemos construido nuestra vida y la supuesta omnipotencia y deja al descubierto los maquillajes y las apariencias con que hemos disfrazado nuestros egos.
¿Qué política? ¿Qué economía? Las alternativas políticas y económicas que propone Francisco se guían por el “bien común”, expresión que se repite en cada página. La política no puede estar sometida a la economía, como tampoco ésta debe someterse “al paradigma eficientista de la tecnocracia” (n. 177). Debe pensar en las futuras generaciones, no en fines y resultados electorales, e integrar a todos los sectores, especialmente a las personas y los colectivos más vulnerables de la sociedad. La política que propone Francisco es la que tiene capacidad para reformar las instituciones, establecer coordinación entre ellas, generar buenas prácticas y superar las presiones e inercias viciosas. Es, en definitiva, la que busca el bien común. Tal es el tipo de política que es necesario rehabilitar.
La economía a practicar es la integrada en un proyecto político, social cultural y popular que busque el bien común (n. 179). Lo que no resulta aceptable es que la economía asuma el poder real del Estado. Tampoco puede pensarse una economía sin política.

En sintonía con la teoría crítica de los derechos humanos constata que en la práctica los derechos humanos no son suficientemente universales ni iguales para todos (n. 229), al tiempo que denuncia la pervivencia de la esclavitud (n. 24).
Crítica del individualismo, porque no nos hace libres, ni más iguales, ni hermanos (n. 106), y califica al individualismo radical de “el virus más difícil de vencer” (n. 105). Critica igualmente el liberalismo clásico porque cree que los meros intereses individuales no son capaces de generar un mundo mejor para toda la humanidad” (n. 105)
Nueva forma de hablar de la caridad
El cambio en el lenguaje implica un cambio radical en la concepción de la caridad, que no es la actitud asistencialista que deja las cosas como están, ni se reduce a un sentimentalismo subjetivo, sino que tiene carácter social y político (176ss), es decir, que implica el desarrollo de un sentido social superador de la mentalidad individualista y la búsqueda efectiva del bien común, del bien de todas las personas (n. 182). Es la caridad como “opción preferencial por los últimos” (187).
Francisco da a la caridad un contenido político y libera al amor del sentido melifluo. Expone de manera nueva la referencia al amor universal o al universalismo del amor dejando claro que nos e trata de un universalismo abstracto. Habla también de amor político, efectivo.
La religión del Buen Samaritano
La imagen de religión que propone es ladel Buen Samaritano, al que dedica el capítulo segundo íntegro y es una de las partes más originales de la encíclica. Es la de “un extraño en el camino”, la persona atacada por unos malhechores, herida en el camino, a quien el Buen Samaritano -un hereje para los judíos-, movido a compasión, convierte en prójimo, y responde a la pregunta de Dios a Caín “¿dónde está tu hermano?” con la com-pasión, con el amor sin importarle si la persona herida es de aquí de allá. Es una persona hermana que sufre, está dolorida, y eso basta- No lo conoce, pero “lo considera digno de dedicarle su tiempo”. Es una de las principales características de la com-pasión y del cuidado para con las personas más vulnerables: regalarles cercanía y tiempo, hacer tiempo para ellas, darles nuestro tiempo (n. 63).
Se trata de una nueva interpretación de la parábola del Buen Samaritano que hace el papa Francisco en la encíclica citada. Al amor no le importa si la persona malherida es de aquí o de allí, afirma Francisco, ya que el amor quiebra los muros que nos separan, rompe las cadenas que nos oprimen, tiende puentes y solo sabe de reconocimiento de las otras personas y de compasión (n. 63).
El sacerdote y el levita no se detuvieron, no perdieron ni un minuto en interesarse por lo que le había sucedido a la persona herida, ni en socorrerla. Lo dejaron en el estado calamitoso en el que lo habían abandonado los salteadores porque su cómputo del tiempo no era el dedicado a la compasión, sino el del culto. Muy distinto fue el comportamiento del samaritano, persona que estaba fuera de la religión oficial y era considerado hereje por los judíos. “Se detuvo, lo curó con sus propias manos, puso también dinero de su bolsillo y se ocupó de él”. Y, sin duda lo más importante, añade la encíclica: “le dio algo que en este mundo ansioso retaceamos tanto: le dio su tiempo… Fue capaz de dejar todo a un lado ante el herido, y sin conocerlo lo consideró digno de dedicarle su tiempo (n. 63).
Lo que el buen samaritano refleja con sus gestos de compasión es que “la existencia de cada uno está ligada a la de los demás” y que “la vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro” (n, 67). Es tal la importancia que tiene la entrega del tiempo a las demás personas en la interpretación que hace la encíclica de la parábola que Luciano Floridi, profesor de filosofía y ética de la información en la Universidad de Oxford, la califica de “parábola sobre el tiempo” y hace este certero y muy lúcido comentario:
“Pese a dar el mayor valor a su tiempo (es un hombre de negocios), el samaritano se detuvo. Y así construyó una historia nueva, de atención y cuidado en el tiempo, encontrando tiempo para quien sufría y dándoselo gratis y a su costa… El samaritano ‘hace tiempo’ para quien sufre. Y ese ‘hacer tiempo’ para los demás significa enriquecerse al mismo tiempo, porque regalar el tiempo significa también regalárselo a sí mismo. Sin el otro que lo recibe, el donante no podría ‘hacer tiempo’ para sí mismo. Esta relacionalidad del tiempo, de las relaciones humanas, de la solidaridad entre nosotros, de la caridad entre nosotros recorre toda la encíclica y creo que es una clave fundamental para su comprensión” (Luciano Floridi, “Una cuestión de dignidad humana”: El País, 24 de diciembre de 2020, 15).
En el artículo siguiente analizaré el papel que Francisco reconoce a los movimientos populares como “sembradores del cambio” (n. 169), la reformulación de la propiedad privada y la reformulación política que hace del amor y de la caridad.

Etiquetas