Dios "es" guerra: Riesgo bíblico, amenaza universal
Por la Biblia, y por textos de su entorno, sabemos que en Oriente (Fenicia, Siria...) había (lo mismo que en Israel) hombres sagrados que anunciaban sus oráculos en nombre de Dios o del poder (Espíritu) divino: profetas de Mari, videntes de Canaán, antiguos “derviches” y guerreros de Dios (cf. 1 Re 18,25 ss o Is 28,7) ss. como los “asesinos” ("hashashin", ismaelíes, sagrados de la edad media). Actualmente han vuelto, en Israel y su entorno, en cuatro de las cinco partes del mudo, como si la vida fuera secundaria, la guerra necesaria
| Xabier Pikaza

Un Israel antiguo
Los medios ordinariamente empleados para obtener el estado de máxima excitación religiosa eran la música, la danza, movimientos violentos, autolaceración, gritos, fijación de la mente por medio de la música. Lentamente se va produciendo en el grupo (de nebiim, profetas) el entusiasmo, la exaltación, el delirio, el transporte de la mente...
Y así por medios puramente físicos y psicológicos se puede llegar a un estado de delirio, de furor, de éxtasis, en el que cada uno se ha convertido en "otro hombre". Las "bandas de profetas" de Israel pertenecen, a su modo, a este mundo. La música, el contacto con los lugares sagrados, cierta clase de movimientos convulsivos que practican, arrojándose por tierra, contribuyen a ponerles en una atmósfera de tensión religiosa que culmina con el éxtasis.[1]
La profecía extática y guerrera esun fenómeno conocido del antiguo Oriente. En Israel y fuera había hombres que, en momentos especiales, hablaban por impulso del pneuma, ruah o espíritu divino. Profetas y guerreros poseídos por un “espíritu” invocaban a Dios y creían hablar/actuar en nombre suyo.
Ruah/espíritu de Yahvé, guerra divina profetismo extático.
La ruah que mueve a los primeros guerreros/profetas de Israel no tiene como efecto inmediato la palabra sino el éxtasis emocional y militar. Dios infunde su espíritu y actúa de forma especial por hombres poseídos de una fuerza superior, que les lleva a romper los límites normales, sintiendo, hablando, obrando de forma “superior”, como posesos de Dios. Esta concepción la tuvieron también en otros pueblos del entorno de Israel, de manera que en principio unos y otros eran muy parecidos. Pero luego las líneas se separan. En general, para los pueblos del entorno, la ruah seguirá siendo el poder de lo extraordinario, expresión de la presencia divina en unos hombres especiales en quienes se expresa el más alto poder, por la lucha y el éxtasis mental.
En principio, los guerreros y profetas de Israel eran parecidos a los profetas y soldados entorno. Es normal que utilicen los mismos medios para suscitar una ruptura mental vinculada a la guerra y profecía extática. Es normal que se dejen inspirar (transformar) por la música (cfr. Éx 15, 20 ss; Jc 4,4 ss) y la danza o por otros medios para un estado de trance, con gritos y alimentos especiales. En algunos casos, como en el de los recabitas, que aparecen en Números 6, el de Sansón (Jueces 13) y en la profecía de Jeremías 35, estos “guerreros de Dios” aparecen significativamente (por contraste) como abstemios, portadores de un espíritu superior guerrero, que vence a todos los enemigos, como muestra con toda claridad la historia de Sansón.
La ruah o espíritu extático de Yahvé aparecía así como fuerza que saca al de su estado habitual de conciencia (cfr 1 Re 18, 20 ss), produciendo un trance de emoción y/o transformación guerrera o aadivinatoria (cfr. 1 Sam 16, 14; 1 Sam 18, 10).
Los efectos que se le atribuyen (a la ruah) son de proporciones anormales…. No es el fenómeno místico tranquilo del contacto con la divinidad. Es una excitación, erupción religiosa, que no tiende a la unión con Dios en forma puramente interior sino a proclamar que Dios está operando allí... El Israel de esta época atribuye todo lo que sobrepasa las fronteras de lo normal a la acción del ruah de Yahvé, y viceversa, estima que Yahvé usa de estas formas para manifestarse presente en su pueblo, porque en el fondo el “espíritu” que posee a guerreros y adivinos/profetas se identifica con Dios (cf. A.González, o. c., 94).
Los nebiim (profetas) son hombres capaces de suscitar una identificación con la ruah de Yahvé. Se los considera hombres sagrados, testimonio de Dios en la tierra. Hay Dios, estos guerreros y profefas son su revelación. Podemos llamarles profesionales de la experiencia religiosa. Estos nebiim constituyen una fuerza de cohesión y de entusiasmo religioso‑nacional, son estáticos al servicio de la identidad nacional de Israel:
Con sus arrebatos de fanatismo proclaman que Israel es el pueblo de Yahvé y que Yahvé está presente en medio de su pueblo. Por su misma naturaleza, son un testimonio elocuente, férvido, del Yahvismo. Bien puede ser que el fenómeno le haya nacido a Israel del contacto con los pueblos vecinos; pero su sentido es auténticamente israelita (A. González, o. c., pág. 103).
El fenómeno de la "actuación de la Ruah" de Yahvé en los profetas extáticos constituye un dato importante de la religión de Israel. Pero en sí mismo, desde nuestra perspectiva posterior es un dato ambiguo, pues vincula a Dios con el éxtasis, no con la vida entera. Si Israel hubiera permanecido para siempre en esa actitud se hubiera diferenciado muy poco de los demás pueblos vecinos; no hubiera podido aportarnos nada especial. No sabemos si empleaban un tipo de “sustancias hipnóticas”, aunque podemos suponer que en principio actuaban en un estado de embrieguez y trance, que les identificaba con Dios; como los profetas de Baal en la historia de Elías en el Monte Carmelo (1 Reyes 18); ellos eran Dios, los demás hombres del entorno, de Gaza o Amalec eran demonios que debían ser aniquilados: Bailaban en corro, daban vueltas sobre sí mismos (como derviches), cantaban horas y horas bajo el sol, invocaban la lluvia destructora… En un nivel de experiencia carismática semejante se mantienen algunos movimientos religiosos actuales, tanto fuera como dentro de Israel y de otras religiones guerreras.
– Hay experiencias de trance religioso y éxtasis sacral colectivo en un tipo de hinduismo (sobre todo shivaita) y en algunos grupos más o menos marginales de derviches del Islam (en Irak, Siria, Turquía, etc.).
– Siguen un esquema semejante algunas grupos pentecostales, de tendencia más protestante que católica, que, en general, no son bien mirados por las grandes iglesias establecidas (ortodoxos, católicos, luteranas, calvinistas), pero que tienen mucho éxito entre grupos socialmente marginados y excluidos o entre aquellos que identifican a Dios con su religión
-En una línea convergente se pueden situar algunos grupos de danza y música de oriente y occidente. La forma de entrar en “trance” sigue siendo la misma: La danza, la música, con la ayuda de los cambios de luz, con estimulantes de ciertas “drogas” blandas y de fondo erótico, “sabiamente” controlado.
Hay guerreros de corbata y sonrisa de serpiente
En la actualidad, la mayor parte de los movimientos extáticos tienden a ser pacíficos, llegando en algunos casos a presentarse como un contrapeso intimista a las tendencias militares de un tipo de religión oficial[2]. Sea como fuere, en este tiempo, año 2026, siguen vinculadas las dos experiencias del Espíritu de Dios como excitación guerrera y éxtasis sacral, como destrucción de los enemigos y afirmación divina de la propia identidad, con acusación y condena de todos los contrarios. En la antigüedad como actualmente, ciertos guerreros y adivinos falsamente chamánicos (el buen chamanismo es otra cosa) viven queda fuera de sí mismo, en manos de un poder que tiende a transformarles, no son ellos, son lo divino falsificado.

Tanto el guerrero carismático, como el profeta extático tienden a presentarse como "instrumentos" sagrados, al servicio del orden de un Dios especial u propio sobre el mundo. El profeta ofrece el testimonio de la presencia de Yahvé como poder de transformación mental, de tipo religioso. El guerrero es un viviente de la fuerza protectora de Dios que libera a su pueblo de los enemigos del entorno.
Esta experiencia guerrera del Espíritu resulta fundamental para conocer no sólo la identidad y trans-espiritualidad israelita sino el valor y desvalor de una forma historia humana, dispuesta a elevarse sobre todos, diciendo
Pereat mundus, moriamjus...
Casi todos los pueblos han venerado a sus guerreros, como héroes sagrados y portadores del espíritu divino, de manera que ellos generales de tropa o santos monarcas presiden calles y plazas de nuestras “civilizadas” capitales..
La guerra pone al hombre en situación de trance: lo saca de sí, lo llena de entusiasmo sacral, lo lleva hasta el extremo de entregar la vida por la "causa", realizando por ella acciones que parecen divinas por lo extraordinarias; por guerra y con ritos de batalla política marcial vuelve la fiera y Dios viene a quedar entre nosotros como demonio.
Es normal que, en el principio de su historia, Israel haya tomado a sus guerreros (Josué y Sansón, David y Judas Macabeo) como hombres privilegiados del Espíritu, en unión con sus profetas extáticos. Pero, en un momento dado, desde el siglo VIII-VII a.C., tanto el conjunto del buen judaísmo, como la Biblia, fueron dejando a un lado la figura de los guerreros carismáticos y de los profetas extáticos, poniendo en lugar de ellos a los “siervos de Yahve” (cf., Is 40-55) y a los justos sufrientes que no hacen la guerra sino que la padecen (libro de la Sabiduría), compartiendo la vida con los excluidos y pobres de la tierra.
Los nuevos profetas y “estadistas” (=hombre de Estado) de Israel, desde el tiempo de Jesús Galilea, no serán guerreros y profetas carismáticos del éxtasis militar, sino hombres de palabra, es decir, de comunicación personal, empezando por Amós y Oseas (siglo VIII a.C) y siguiendo por Isaías, Jeremías y Ezequiel,. En esa línea nos sitúa ya la palabra clásica de Amós, el primero de los profetas “escritores”:
- Respondió Amós y dijo a Amasías:
- "Ya no soy profeta ni hijo de profeta,
- sino un pastor y cultivador de sicómoros.
- Pero Yahvé me tomó de detrás del rebaño; y me dijo Yahvé:
- "Ve y profetiza a mi pueblo Israel.
- Y ahora escucha la palabra de Yahvé'"… (Am 7, 14‑16)…[3].
Notas
1] A. González, Profetismo y sacerdocio. Profetas, sacerdotes y reyes en el Antiguo Israel, Casa de la Biblia, Madrid, 1969, 76‑77; cf. C. Westermann, Grundformen der Prophetischen Rede, Kaiser, V., München, 1960, 84.
[2] Cf. G. von Rad, Der Heilige Krieg im alten Israel, Vandenhoeck, Göttingen 1965, 6‑14; X. Pikaza, El Señor de los ejércitos, PPC, Madrid 1997.
[3] Para el profetismo extático el hombre es un viviente que experimenta la presencia divina en clave de éxtasis psicológico e incluso militar, en forma de una transformación que podría hallarse estimulada por algún tipo de drogas, al servicio del orden establecido, de carácter violento. Por el contrario, los profetas de la palabra han destacado la transcendencia y presencia personal de Dios, (de lo divino) como alguien que puede hablar con los humanos en diálogo de alianza, en comunicación personal. En esa línea, la verdadera profecía se identificará con la presencia amorosa y transformante de Dios, como seguiré indicando.