Dom 5.10.25. Si tuvieras fe  dirías a esa morera "arráncate de raíz y plántate en el mar" (Lc 17, 1-3)

En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor: "Auméntanos la fe." El Señor contestó: "Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar. Y os obedecería.

Podemos  preguntar en estos días de conflicto: Si el partido de Hamàs tuvieran fe… Si Natanyahu la tuviera, sin Trump, si Putin, si Fernández… ¿Qué fe? ¿Qué morera, qué montaña se plantaría en el mar.… ¿ Fe en qué, en quien: ¿En Dios en el dinero, en la bomba, en mis capacidades?

La Palabra se hizo carne

Tres principios o elementos tiene la fe en la Biblia

Fe en Dios, es decir en la vida… en el principio  camino de la vida y meta de la vida como proceso gratuito de amor y de paz.

Fe en los demás…como personas  en las que confiamos, con las que convivimos… Esta es la fe más importante para Jesús, para la Biblia: Creer en los otros,,  blancos o negros, chinos o rusos, ricos o pobres (Gal 3, 28). Que Natanyahu confíe en los de Hamás como personas que Putin en los ucranianos, que Trump en los hispanos y viceversa… Que crean y se pongan a hablar, sabiendo que lo mejor para los otros será lo mejor para nosotros.

Fe en nosotros mismos,  que podemos cambiar y convertirnos, curarnos y querer, amar a los demás…

 En la Biblia hebrea la fe se identifica con la fidelidad (es decir, con la firmeza) y  también con la verdad, entendida como emuna, misericordia de Dios y diálogo de vida entre los hombres.

ALGUNOS RASGOS ESENCIALES

El testimonio de Jesús judío, cristiano musulmán (creyente en Dios)

Toda la vida y mensaje de Jesús aparece como una expresión y cumplimiento de esa fe. Así lo ha condensado Mc 1, 14-15 cuando ofrece el mensaje de Dios (¡llega el reino!) y pide a los hombres que respondan. ¡creed en el evangelio!, es decir: acoged la buena noticia.  Por eso hay que hablar, en primer lugar, de Jesús (como creyente cf. Ap 14, 12), es decir, de la fe de Jesús en Dios. Pero Jesús no es sólo un hombre de fe, sino un portador de fe.

Desde ese fondo se entiende su vida pública, el conjunto de los milagros, entendidos como un despliegue de fe. Una y otra vez, Jesús dice a los curados: tu fe te ha salvado (cf. Mc 10, 52; Lc 7, 50; 8, 48 etc.). Esta no es una fe menor, sino la fe en sentido pleno: la confianza en el Dios salvador, que mueve montañas (cf. Mc 11, 23).

martin buber zwei glaubensweisen - ZVAB

Ser hombre es creer.  Plantas y animales nacen desde fuera, dentro de un proceso cósmico que les hace y determina, no necesitan creen para vivir (aunque en un determinado plano la confianza es necesaria en los vivientes superiores, sobre todo en aquellos que han sido domesticados por los hombres).

‒ Los hombres, en cambio, nacen a la vida humana porque creen… mismos porque, en un momento dado, acogen (escuchan, asumen) la palabra que les va diciendo “vive”, y la hacen suya, respondiendo a ella. Esta es la experiencia originaria de la Biblia, que define al hombre como “oyente de la Palabra”, como aquel que es capaz de escuchar la Voz de Dios    Sólo por fe sabemos quiénes somos, porque nuestro

s padres (nuestro grupo humano) nos lo ha dicho, y nosotros confiamos, aceptamos su palabra y su conocimiento.

Solo por fe somos, sin fe matamos a los otros y morimos

(a) Sólo por fe, porque acogemos la vida que otros nos han dado, podemos existir, pues todo lo que somos es regalo, nos lo han dado el amor, sembrando en nosotros la palabra; por eso, allí donde un naciente humano rechaza la palabra y se niega a responder a ella (por razones en las que se mezcla lo biológico y lo estrictamente antropológico) el hombre muere o queda como una larva sin desarrollar (desde un tipo de autismo, hasta una forma de disociación personal).

(b) Sólo por fe, porque nos fiamos de otros (y porque en el fondo confiamos en el “poder” de la vida) podemos ser hombres en el mundo. Antes de buscar demostraciones, el ser humano existe porque confía en la realidad (en la madre, en los amigos, en la vida…) y en último término en un Dios que es fiable. Éste es el mensaje central de la Biblia.

( La fe es el primer conocimiento. En esa línea, como he dicho, la misma vida humana es imposible sin fe. Las cosas son lo que son, los animales pueden vivir por biología; el hombre sólo es humano y vive como tal por fe. Por eso, si alguien dice "no tengo fe" se está equivocando, o no sabe lo que dice, pues sin fe no viviría.

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El tema no está en tener o no tener fe, sino en el tipo de fe que tengamos, pues sin ningún tipo de fe nos habríamos matado o vuelto locos. La tradición israelita ha definido al justo (hombre auténtico) como aquel que «vive de la fe» en el Dios que guía la historia personal de los hombres, en libertad y solidaridad mutua, un Dios a quien no podemos cosificar en ningún momento (cf. Hab 2, 4).  

『Israel and the World: Essays in a Time of Crisis』|感想・レビュー - 読書メーター

La fe, principio de toda  experiencia. El  ser humano no es “alma” superior (formada desde fuera de sí misma), sino un viviente especial que, en un momento dado, surgiendo en un plano de madre tierra, logra despertar a su conciencia y realizarse en forma de persona, allí donde "se fía" de los padres y de un modo especial de la madre, allí donde escucha su palabra y les responde, en una relación arriesgada y conflictiva (siempre amenaza de violencia), pero que se encuentra abierta hacia la Vida, es decir, a la comunicación creadora.

En ese contexto, S. Freud, judío de fe en el ser humano, prefiere prescindir de la palabra Dios (es decir, de la experiencia que está al fondo del surgimiento de la vida humana), pero con ello no resuelve el tema, sino que se niega a plantearlo en su radicalidad.

(Sólo por fe personal, entendida como apertura mutua y solidaridad entre los hombres podremos vivir. Si dejamos de confiar unos en otros (si dejamos de abrir espacios de fe, de acogida mutua), si queremos dominar a los demás y definirnos por aquello que tenemos (atesoramos) a costa de ellos (y los otros quieren hacer lo mismo con nosotros) nos destruimos mutuamente.

La vida se sitúa y nos sitúa ante la alternativa de la fe (confiamos en Dios, confiando unos en otros, confiando en nuestra vida como don) o la destrucción personal o mutua, por suicidio u homicidio.

(Esa es la fe del judaísmo de fondo, como la definió, un gran pensador llamado  M. BUBER (1978-1965), partidario de un entendimiento en igualdad entre palestinos y judío) cuando afirmaba que la  la fe israelita (y la fe musulmana) es confianza personal en Dios y diálogo con él (siendo así diálogo entre los hombres, en concreto entre judíos y musulmanes….La fe no es creer cosas o dogmas separados de la vida,, sino creerse entre sí las personas y dialogar en confianza.  

Fe judía, confianza en el Dios de todos los pueblos

 Así decía  Buber en su libro Yo y tú, tu y yo. la fe es creernos unos a los otros, judíos y musulmanes, varones y mujeres, yanquis e indios, blancos y negros, rusos y ucranianos de derecha y de izquierda..

El hombre sólo nace a su existencia personal y sólo vive como humano, si se sitúa en una dimensión de fe, aceptando aquello que le han dado, para darlo a su vez» a los demás, uniendo así el amor de Dios (la fe en Dios del shema* de Israel) con el amor a los demás hombres (cf. Mc 12, 28-34 par), amor en concreto por encima de religiones particulares, de estados políticos, de dinero…

Reino De Israel Dividido - BRUNIV

En concreto, el judaísmo es, una experiencia de fe. La Biblia judía sabe que la vida del hombre no es una tragedia: no somos vivientes caídos, condenados a mantenernos en un mundo de violencia/dolor (Buda) o de apariencia (Platón); no estamos condenados a negar todo deseo (Buda) o a dirigirlo hacia unos bienes situados más allá del mundo (Platón).

La vida nos pone (y se pone) ante la alternativa de la fe (confiamos en Dios, confiando unos en otros) o la destrucción mutua. En ese sentido, decimos que el judaísmo implica no sólo una nueva teoría del conocimiento, sino también una nueva antropología.

El pensamiento occidental de tipo griego tiende a aceptar sólo aquello que puede demostrarse y cuantificarse de manera operativa. En contra de eso, el judaísmo ha descubierto que el verdadero conocimiento está vinculado a la fe, es decir, a la confianza en la vida (en el Dios creador), a la confianza de unos hombres y mujeres n otros, incluidos los natanyahus y los ibrahimes.

‒ Esta fe es la única forma válida de conocimiento de las personas: es el único modo válido de encuentro con el otro. Sólo por fe vivimos y somos los hombres.

Sólo en fe se entiende el despliegue de la Biblia judía, que es el testimonio de un pueblo de creyentes, que confían en la presencia de un Dios que es fiel (digno de fe) y responden de un modo agradecido con la verdad más honda, que es la verdad de la fe (es decir, la emuná).

En ese contexto, resulta a veces limitado el traducir la “emuna” por simple fe (creer en cosas), a no ser que introduzcamos en la “fe” todo el sentido profundo de la emuná israelita, que es la fe en el sentido paulino de confianza básica. En ese aspecto, los cristianos son creyentes, como los judíos, pero judíos que han vinculado su fe fundamental con Jesús, a quien miran como “autor y consumador de la fe” (Heb 12, 2; cf. Ap 14, 12).

Dios judío, Dios cristiano - Editorial Verbo Divino

Con Jesús de nuevo, hombre de fe, judío radical.

Como buen judío, Jesús sabe que sólo por fe vivimos y somos  los hombres, confiando en el Dios que es Fiel (digno de fe) y respondiendo de un modo creyente, en gesto de emuná (de amén), que no es superstición, ni es “credulidad” infantil, sino aceptación madura, responsable, creadora, de la vida.

En ese sentido podemos y debemos presentarle como judío radical, el gran creyente. Todo lo que ha dicho, todo lo que ha hecho, ha de entenderse como un despliegue de su fe en el Dios que quiere entregar su vida a los hombres, de tal forma que ellos vivan en salud y fraternidad, preparando así la llegada del Reino de Dios. Expresión de esa fe expansiva de Jesús son sus milagros*, que capacitan a los hombres y mujeres (especialmente a los pobres) para abrirse a un mundo superior de comunión y fraternidad, por la fe que ellos mismos despliegan, en contacto con Jesús.

Lucas 17. Auméntanos la fe ‒ En ese contexto se entiende el evangelio de este domingo Lucas 17, 5-6. «En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor: Auméntanos la fe. El Señor contestó:

Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: Arráncate de raíz y plántate en el mar. Y os obedecería»

Ésta es la fe activa, la fe creadora de aquel que confía en su vida y en la vida de los otros, porque sabe que Dios le sostiene y sostiene por él (con él) su obra creadora. ‒ Jesús se sabe emisario y portador de la fe, es decir, de la vida de Dios, de tal forma que Dios de quien vive puede vivir y hacer todo (anunciar y preparar su Reino).

Esto es lo que dice y ofrece a los hombres y mujeres que le siguen. Eso significa que ellos (los creyentes, como Jesús) participan del poder de Dios, pues su fe no es aceptación abstracta de verdades superiores, sino comunión en el ser y el poder mismo de Dios, que es el poder de la vida.

En ese contexto podemos comprender el sentido de la fe de Dios, tal como la ha formulado el evangelio de Marcos en el famoso episodio de la higuera, vinculado a la “purificación” del templo (cf. Mc 11, 12-19). Pedro se admira de que la higuera se haya secado, y Jesús le responde:

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«Tened la fe de Dios! En verdad os digo, si uno le dice a este monte: ¡Quítate de ahí y arrójate al mar!, y no duda en su interior, sino que cree que va a realizarse lo que dice, lo obtendrá» (Mc 11, 22-24).

Ésta es una palabra clave, no sólo de Marcos, sino de todol Nuevo Testamento, situada tras la destrucción del templo de Jerusalén (el 70 d.C.). Ha caído el templo material (se ha secado la higuera), pero se abre y potencia el poder de una fe que mueve montañas, la misma “fe de Dios” (pistis theou), que los creyentes pueden y deben hacer suya.  

 Jesús quiere que los hombres  tengan la misma fe de Dios (ekhete pistin theou), suponiendo de esa forma que, en su oración, se identifican de tal manera con Dios (con su vida y su reino) que ellos creen (y así pueden) lo mismo que Dios cree, pudiendo hacer lo que él hace, siendo “uno” con él.

‒ ¡Tened fe de Dios! Frente al templo que, evidentemente, está vinculado a la fe, pero que responde también a impulsos de tipo social y a otras instancias de poder, Jesús destaca aquí la fuerza de la fe, que aparece así como elemento clave del mismo Dios que, según eso, “cree”, es decir, confía (abre un campo de fe) y de esa forma actúa (crea).

Es significativo el hecho de que ni Mateo 21, 21, ni Lucas 14, 13-14) hayan conservado esta expresión de “la fe de Dios” que, a mi juicio, no ha sido suficientemente valorada por la tradición de la Iglesia (que apenas ha hablado de ella).  

El mismo Dios aparece así en Jesús , como fuente y sentido de la fe, el primero de todos los creyentes: ¡Dios cree en los hombres, por eso les crea, de forma que ellos puedan creer y crear, crearse a sí mismos.

De esa manera, frente a la cueva de bandidos reunidos del templo (cf. Mc 11, 17), Jesús identifica la presencia de Dios con la fe, sin necesidad de un santuario como el de Jerusalén. Los cristianos carecen de templos, no se unen por instituciones sacrales como las del judaísmo de los sacerdotes. Pero debe vincularles una fe poderosa (la fe del mismo Dios, con quien ellos se identifican, por medio de Jesús, recuperando así la raíz bíblica de la fe.

‒ Como verdaderos creyentes, ellos no necesitan santuario nacional ni sacerdocio controlado por la ley de escribas, sino que pueden dialogar y dialogan directamente con Dios (están inmersos en él), en gesto de confianza mutua, abriendo con su fidelidad espacios de fe para los demás..., teniendo la certeza de que Dios les ha concedido ya (cf. elabete: 11, 24) lo que han pedido.

La misma fe convertida en oración “es” presencia y obra de Dios, que actúa en (por) ella, de manera que los creyentes no tienen que esperar para “después” el cumplimiento de su plegaria, pues en la misma “petición en fe” se encuentra ya el cumplimiento de aquello que se pide, en apertura a los demás, en diálogo de amor, creyendo unos e n otros

. Cae o termina así el edificio antiguo de los sacerdotes-escribas, cae el Estado de Israel, y caerá el Estado Palestino, caerá la  Meca y los emiratos árabes con la monarquía saudí… Sólo queda la fe y diálogo de unos con otros.

. El verdadero Estado de Israel, el verdadero Estado Palestino, con el Reino de Dios de Jesucristo Jesús se identifica con la fe orante que enriquece y vincula a todos los humanos, pues Dios mismo cree y actúa en aquellos que creen y le piden alg… y así lo cumple por nosotros, como dice el evangelio de hoy, 5.10, 25:

En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor: "Auméntanos la fe." El Señor contestó: "Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y os obedecería  (Lc 17, 5-6)

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