Esoterismo 3. Vulgarizaciones modernas y conclusión
Nuestro mundo sigue lleno de hechiceros, adivinos, evocadores de espíritus, astrólogos (observadores de nubes) y encantadores de todo pelaje. No es mucho lo que hemos avanzado, no es muncho lo que hemos cambiado en estos siglos.
De todas formas, hay muchas novedades, en campo individual y social, científico y religioso. Que el lector la vea y valora. Aquí le dejo mi reflexión, deseo que le sirva. La he tomado en parte de mi Diccionario de las Tres Religiones y de otros trabajos sobre el hecho religioso en la actualidad.
a. Conexiones exotéricas.
(( Desde la filosofía, ofrece un esoterismo trinitario D. Soldevilla, El ser uno-trino, Ed. Reus, Madrid 1958. En clave cultural, desde una visión integradora de la religión y la cultura, cf. S. García-Bermejo, Un nuevo modelo de pensamiento humano. El pensamiento totalizado, Ed. Alpuerto, Madrid 1989. En línea de historia de las religiones podemos citar los trabajos de R. Guénon, La Grande Triade, Adelphi, Milano 1980. Desde el espiritismo siguen influyendo los trabajos de A. Kardec, publicados generalmente en Visión Libros, Barcelona. También ha influído y sigue siendo clásico Tres Iniciados, El Kybalion, Cárcamo, Madrid 1978, como expresión del nuevo hermetismo. Visión general del tema en J. García Hernando, Pluralismo religioso en España II, Atenas, Madrid 1993.
Como expresión de la popularidad de trabajos que vinculan esoterismo y cristianismo, secretismo y vulgarización de misterios, basta recordar la obra, en otro sentido muy valiosa, de U. Eco, El Péndulo de Foucault. Como ejemplo podemos citar: Orden del Temple, Introducción a los misterios de Cristo, Orden del Temple, Madrid 1987; E. Salas, El gran libro del Tarot, Robinbook, Barcelona 1992. En perspectiva de unión con lo oriental cf. B. S. Rajneesch, Psicología de lo Esotérico, Cuatro Vientos, Santiago de Chile 1991. Sobre los métodos proyectivos cf. R.Wilhelm, I Ching. El libro de los Cambios, Cuatro Vientos, Santiago 1977 y H. U. von Balthasar, Introducción a Anónimo, Los arcanos mayores del Tarot, Herder, Barcelona 1987)).
Hay ciertamente novedades. Las mayores vienen dadas por el avance de la ciencia y la unificación cultural del mundo, de manera que ha venido a crearse una especie de internacional del esoterismo. En otros campos las culturas resultan más impermeables. Aquí, en cambio, se han unido y fecundado de manera sorprendente, de tal modo que podemos hablar de un trasvase constante de prácticas esotéricas. Desde esa perspectiva de totalidad hablamos de las conexiones exotéricas, es decir, de los campos donde parece expresarse con más fuerza el esoterismo.
No podemos ofrecer una tabla completa. Simplemente evocamos algunos elementos importantes, sobre todo aquellos que resultan novedosos respecto a los ya vistos en el tiempo de la Biblia (en Dt 18). Estas parecen las zonas de necesidad del ser humano, estos los lugares de contacto primordial con el misterio, según el esoterismo:
– Conexión astral. Se ha expandido en forma adivinatoria a través de horóspocos y cartas astrales: son muchos los que quieren conocer su presente y futuro a través de las estrellas. Siguiendo en esa línea, algunos hablan de los siete niveles corporales de nuestra vida (cuepo físico, etérico, astral, mental, espiritual, trans-consciente, esencial...). Según eso, los astros forman parte de nuestra realidad profunda: ellos demuestran y en algún sentido son nuestro destino.
– Conexión adivinatoria. Sigue utilizando los métodos clásicos: números, observación de fenómenos del mundo (geomancia), lectura de las manos (quiromancia) etc. Emplea el método de los dados, la suerte de las cartas, la observación de una esfera, el agua de un vaso, el humo de un fuego... En ciertos lugares se utilizan las figuras que la cera va formando al solidificarse en el fondo de una vasija, las cartas de una baraja. En todos se vincula la suerte (azar) con la capacidad proyectiva (adivinatoria) del que actúa como mago (el medium) y del propio cliente que de alguna forman ven lo que quieren ver y de ese modo anticipan lo que quieren.
– Conexión proyectiva: Tarot, I Ching... La vida aparece como azar (echar las suertes del Tarot o I Ching) y proyección o deseo personal. Las suertes nunca han de entenderse de un modo cerrado, como pura necesidad, determinación externa, sino que abren un abanico de posibilidades que el propio interesado (iniciado) debe asumir, interpretar y realizar. Estos dos métodos (especialmente el I Ching, con su riqueza de posibilidades) nos sitúan en el límite donde la existencia humana, sin llegar a entenderse como libertad, supera el nivel de el azar y necesidad (título de un libro de Monod) y se convierte en azar y deseo, búsqueda personal. Este método proyectivo está cerca de algunas técnicas psicológicas, que valen para que el ser humano descubra y asuma un camino en la vida.
– Conexión terapéutica. El hombre sigue obsesionado por la salud, en un mundo donde la medicina técnicamente perfecta no resuelve todas las enfermedades y, al mismo tiempo, tiende a deshumanizarse. Por eso es normal que crezcan los curanderos de tipo laico y/o religioso, con halo de ciencia y naturismo (se llaman medicina alternativa, utilizan comidas y medicinas ecológica) o con aureola de sacralidad (santuarios fecundos en curación de enfermos, por medio de la fe). Entre la fe que cura (motivo clave del evangelio cristiano) y la curación maravillosa (con fórmulas mágicas, amuletos o devociones misteriosas) se extiende un campo inmenso de esoterismo. Esto es lo que llamamos conexión terapéutica.
– Conexión visionaria. El tema de la aparición pascual del Señor Jesús resucitado está en el centro de la fe cristiana; por eso, todo lo relacionado con las apariciones ha de mirarse con muchísimo cuidado, no sea que estemos ante una expansión del misterio pascual. Pero debemos añadir que existe hoy día un deseo enfermizo, creador de visiones; muchos hablan de "realidades superiores" y dicen haberlas contemplado. En clave laica se ven OVNIS, UFOS y toda clase de objetos celestes (planetarios, de otros astros) que presumiblemente han llegado a nuestra tierra. En clave sacral otros ven apariciones infinitas de vírgenes que vienen y hablan, sobre todo, con los niños, iniciando nuevos cultos o lugares sagrados, vinculados a su presencia (de Lourdes a Garabandal, de Umbe al Escorial). Es claro que queremos ver, que se abre el cielo y nos hablen de manera inmediata los poderes superiores. La ciencia se nos vuelve seca, la fe dura.
– Conexión parapsicológica. Hay amplias parcelas de la mente que no responden a los principios de un razonamiento conceptual, según las leyes de la lógica (casualidad, proceso deductivo). Así lo vienen diciendo los parapsicólogos "científicos", si vale esta palabra. Pues bien, los esotéricos tienden practican una parapsicología barata, como si ellos, humanos superiores, tuvieran la llaves del raconamiento supra-racional. A ese nivel tienden a situar el hecho religioso, interpretado como experiencia mental superior, cultivando los fenómenos parapsicológicos de un modo ingenuo, a veces peligroso. En contra de eso, nos parece esencial una unión entre razón científica (a su plano, la ciencia tiene razón) y fe religiosa. Lo parapsicológico existe; pero fundar en ello la religión, cultivarlo de un modo tendencioso nos parece poco conveniente.
– Conexión demoníaca. El tema del demonio y de los exorcismos se encuentra en el centro de los evangelios cristianos y por eso ha de tratarse con muchísimo respeto, pues la verdadera religión es libertad del ser humano frente al poder de lo diabólico. Pero la búsqueda actual de los demoníaco, con las nuevas formas de exorcismos propagadas especialmente por el cine, no tiene una base cristiana. Nos parece ,más bien, una búsqueda morbosa de experiencias extrañas y/o fuertes: necesitamos posesos y los inventamos, para presentarlos en el cine o la novela, envueltos en un halo de sacralidad dudosa, con ribetes de sexualidad y deseos de ver a Dios en lo maravilloso. Parece que se busca un mundo demoníaco hecho de excitación perversa: de deseo de muerte, de irradiación de violencia, de contagio de oscuridad colectiva. Volviendo a los exorcismos actuales, nos parece que ellos pertenecen, en su mayoría, al mundo de lo esotérico morboso. El auténtico exorcismo es la fe humanizante en el Cristo del amor, el diálogo personal, vinculado a la terapia psicológica. Fuera de eso caemos en la magia, con garantías ministeriales o sin ellas.
– Conexión maravillosista. Nuestro mundo racionalizado busca experiencias extrañas, en clave de oración y otros fenómenos que rompen la monotonía de la vida. Así parece bien llevar un cuerno mágico o un ojo sabio colgado al cuello; otros prefieren adornarse con algún tipo de cruces que dicen ser maravillosas, que previenen y curan. Allí donde los hombres y mujeres han dejado de creer en alguna de las grandes religiones (cristianismo, islam, budismo...) no ha crecido la pura irreligión, el racionalismo puro. Frente a quienes afirmaban que ya sólo escuchamos un "rumor de ángeles" (P. Berger), frente a quienes decían que el jardín mágico se acaba (M. Weber), podemos afirmar que el rumor de ese jardín está creciendo; en vez de los árboles organizados de antaño crecen miles de arbustos y flores desorganizadas, sin sentido aparente, en una especie de despliegue mágico de signos y ritos. Crece la superstición crece allí donde la fe ha muerto. No sé si todo lo que crece es superstición; es muy posible que haya verdaderos elementos religiosos pero se nos hace a veces muy difícil encontrarlos.
– Conexiones que siguen abiertas... Todos esos rasgos esotéricos (astral, adivinatoria, proyectiva, demoníaca...) aluden a un tipo de conexión que, siendo quizá enfermiza, muestra un problema auténtico, abre un camino. Es como si hubiera en nuestra vida una puerta abierta ¿Es apertura de necesidad, que nos hace buscar aquello que nos falta? ¿O es más bien desbordamiento de sentido que nos hace descubrir aquello que estando en nuestra vida es más grande que nosotros? No es este el lugar de responder a esas preguntas. Basta con decir que en nuestra vida hay una conexión con el misterio. Las diversas formas del esoterismo son signo de una realidad que no podemos manejar.
En el fondo de esta conexión esotérica seguimos descubriendo temas viejos, que aparecían en la magia cananea, el hermetismo greco-egipcio y la gnosis oriental u occidental. Son temas que, a través de templarios y albigenses, rosacruces y teósofos, magos, masones e iniciados de todos los tiempos, siguen influyendo en nosotros. Nos encontramos ante un supermercado de las maravillas donde pululan grupos neognósticos, unidos a las sectas de carácter japonés o tibetano; unos juegan al tarot, otros proyectan las figuras del I Ching; los diversos brujos y videntes del momento quieren resolvernos con antiguas y nuevas recetas de misterio (pretendido zen o tao, yoga verdadero o gran meditación) los problemas perdurables de la vida.
b. ¿Dogma esotérico? Elementos principales.
Resulta difícil buscar el mensaje y doctrina permanente de esos grupos. Posiblemente no lo tienen: son proteicos y cambian de figura a cada instante. A veces no sabemos si son juego y diversión para un momento o si pretenden ofrecernos mensajes salvadores permanentes. Lo cierto es que responden a una moda actual, siendo reflejo de una inmensa necesidad religiosa. Parecen bastantes los que acaban cayendo en su juego: no saben distinguir los movimientos religiosos, de manera que confunden el pasado católico y el zen de los budistas orientales con las exigencias del imán de los chiitas y los dichos misteriosos de un nuevo hermetismo; deforman las religiones y después las mezclan dentro de esa especie de gran olla que forman los movimientos esotéricos de turno.
He utilizado la imagen del supermercado y quiero mantenerla, pues ella permite orientarnos mejor en el gran mar esotérico. En las áreas comerciales de nuestras ciudades se exponen y venden, uno al lado de otros, como variantes de una misma búsqueda intelectual, miles de libros de este tipo- Están ahí para saciar la curiosidad de una generación de personas que han perdido (o están perdiendo) sus bases religiosas tradicionales. De esa forma, lo que antes era "escondido" (eso significa esotérico) se vuelve manifiesto. El gran esoterismo de mercado ha dejado de ser esotérico, viniendo a convertirse en fenómeno de masas, objeto de mercado
Mientras tanto es normal que vayan surgiendo nuevos movimientos en el sentido profundo del término: grupos escondidos de videntes, visionarios y sabios religiosos que se juntan por un tiempo y cultivan su necesidad oculta. Normalmente, se expresan por medio de folletos sin autor reconocido. Algunos parten del Kybalion y su tradición de hermetismo greco-egipcio. Otros aparecen con sello oriental u occidental.
A modo de ejemplo, para situarme en el nivel de esos folletos, extendidos a millares y millones, quiero fijarme en un pequeño texto firmado por ACIUP (Asociación Cultural de Investigación de Ufología y Parapsicología) y titulado Destino de la humanidad y otras cuestiones importantes, vistas a través de la luz esotérica. Está escrito en algún lugar de España, en los últimos años del segundo milenio y su mensaje puede condensarse en estos "dogmas":
1. Pirámide antropológica. El ser humano se concibe como pirámide escalonada, que va subiendo de peldaño en peldaño: cuerpo físico, vital o etérico (como aureola que rodea al anterior), astral, llamado alma, mental o pensamiento... Ascendiendo en la pirámide llegamos a la cumbre del Espíritu o Chispa sagrada que emana de la Divinidad. Materia somos en la base; Forma de Dios en nuestra cumbre. Cada humano es absoluto; los demás (la pirámide social, con sus divisiones e injusticias) resulta secundaria.
2. El Espíritu es Todo. Sólo el Espíritu perdura, como eterno: se va perfeccionando porque a través de cada existencia física (en ciclo de reencarnaciones) adquiere nuevos conocimientos y experiencias que se graban en su memoria eterna. Esa cumbre de Espíritu que somos integra en unidad a los restantes cuerpos (físico, etérico, astral, mental...) que hemos ido tomando en el camino de la vida. Sólo el Espíritu forma el verdadero YO, la personalidad del ser humano, ilustre viajero del cosmos, que debe regresar un día hasta su centro más profundo, para integrarse con la Fuente Creadora, habiendo terminado el viaje cósmico.
3. Péndulo de Dios, Evolución humana. La Ley del Universo se expresa como ciclo de eterno retorno y como proceso evolutivo de perfeccionamiento. Por un lado nos hallamos regidos por la ley del ritmo cósmico (eterno retorno): el péndulo del ser va y viene siempe y cuando el flujo de expansión (salida de las almas) llega hasta su máximo comienza un movimiento de reflujo (de retorno a lo divino). Las energías de Dios se van creando y destruyendo, al mismo tiempo, de manera que todo se renueva y todo permanece inalterado. Pero, en otro plano, ese proceso cíclico de expansión y repliegue viene a presentarse a modo de camino evolutivo: todo lo que ha sido y lo que existe dentro de esa ley del péndulo sin fin nos va llevando en una especie de avance salvador hacia la nueva era de Acuario, el reino mesiánico de la reconciliación más alta de lo humano.
4. Evolución mesiánica. Hay una agonía (lucha) y nuevo nacimiento. Los humanos más conscientes, los miembros de los grupos esotéricos, tienen que dejar por caducas las formas an teriores de vida evolutiva, caminando con los iniciados hacia un grado más sutil de humanidad. Así madura el árbol de la vida. Unos quedan rezagados y se pierden (por ahora) en proceso de nuevos nacimientos. Pero otros hombres, menos numerosos y más evolucionados, asumen el camino de los sabios y expresan de esa forma la verdad de nuestra historia. Parece que se extiende por el mundo (especialmente en algunos círculos rectores) la certeza de que avanza ya la edad de Acuario, New Age de culminación interior. Amanece la nueva humanidad: el ideal esotérico parece estar triunfando en unos pocos y después podrá expandirse en todo el mundo.
5. Nada se pierde, no hay condena eterna. Ciertamente hay castigo para aquellos que se oponen a las fuerzas ascendentes de la vida, pero no castigo eterno, infierno, sino permanencia en un momento inferior de la escala evolutiva. Los que descienden, reencarnándose de nuevo, podrán ascender otra vez, reiniciando el camino de recuperación salvadora. Cada uno ha de asumir su vía, pero nadie está solo en el camino. Todas las fuerzas psíquicas y espirituales, empeñadas en alcanzar la Vida Nueva para el Universo, empujan a los seres que se encuentran todavía cerca del polo negativo, para que progresen y asciendan hacia el positivo de la culminación divina. Estamos iniciando la New Age o Era Mesiánica de la Salvación espiritual.
6. Jesucristo, ejemplo. Los iniciados en la línea teosófica saben que para ascender así no basta el don de Jesucristo (encarnación, compromiso por la justicia, muerte en favor de los demás). Estrictamente hablando, aquí no hay gracia. Ni Cristo puede salvar a los demás con amor o cruz alguna. La salvación es un "proceso" donde cada uno es principal y protagonista de su propia plenitud. Cristo puede ser ejemplo y así ayuda a desgarrar el cerco de materia y egoísmo en que vivimos aprisionado, pero cada uno debe hacer camino a solas, por sí mismo.
7. Otros ejemplos. Al lado de Jesús existen otros ejemplos que a lo largo de la vida han visitado desde arriba nuestra tierra: son Seres puros y llenos de luz, que han ayudado a sus hermanos de la tierra en el camino de la perfección; son Vivientes más antiguos que han llegado ya a la meta de la perfección; Ángeles sublimes de eternas vibraciones que han logrado entrar en sintonía (identidad de fondo) con Dios y con el cosmos primigenio. Ellos, Espíritus supremos, convertidos en visitadores e iniciadores de los hombres, profetas y sabios de antaño y hogaño (Pitágoras y Buda, Hermes y Crisna) son hermanos de Jesús y comparten con el un mismo ministerio de iluminación espiritual; son iniciadores de la Nueva Era. Todos ellos han venido de Dios y con Dios se han vuelto a fundir tras ofrecer su ejemplo sobre el mundo; han alcanzado el saber originario y participan en la obra de la creación y redención de los humanos. Presentar a Cristo como el único redentor sería egoísmo occidental, cristiano.
5. CONCLUSIÓN. LA DIFERENCIA CRISTIANA
He podido dar la impresión de que el esoterismo ha culminado apareciendo como ingenua y pobre ideología de progreso espiritual donde se mezclan una fe simple en la evolución de las "culturas superiores" y una superstición animista muy ingenua, centrada en la aparición o evocación de los espíritus. Puede que esto sea indicio de la gran pobreza cultural y religiosa en que se mueve una parte de occidente.
Esotéricos así son los que creen en los signos del Acuario mientras sigue las tendencias del moderno consumismo espiritual de masas. Por un lado se piensan muy espirituales, portadores de bondad liberadora, mientras que ignoran por otro a los más pobres. De esa forma tienden a mostrarse elitistas: ellos, los evolucionados y clarividentes, han visto lo que existe en el misterio de la realidad mientras los otros, la gran masa, siguen ignorantes.
Esa postura tiene sus valores y en algún aspecto puede sentirse heredera de las grandes tradiciones gnósticas y herméticas antiguas. Pero se trata en realidad de una visión "no cristiana", amenazada por el riesgo de la banalización espiritual y de la manipulación económica. Brevemente indicaremos algunos de sus rasgos distintivos, es decir, sus diferencias respecto al cristianismo.
1. No existe verdadera transcendencia. El esoterismo acaba siendo un culto elitista al ser humano, expresión de una totalidad espiritual en la que estamos inmersos y de la que somos parte. No hay sobre nosotros nadie: falta Dios en sí como misterio verdadero que jamás podrá entenderse, ni siquiera tras la muerte; falta la experiencia de la gracia, de la vida interpretada como don de amor del otro.
2. No hay auténtica persona. No es persona Dios, como Trinidad verdadera y eterna donde Padre, Hijo y Espíritu se vinculan y despliegan en camino de amor mutuo y ya perfecto desde siempre, sin necesidad de creación (de darse al mundo). Ni hay persona humana verdadera: los humanos son momentos de un proceso corporal y astral, noético y divino que les sobrepasa; nadie puede realizarse plenamente, por sí mismo y para sí, en el breve camino de su historia humana.
3. Falta encarnación. Ni Dios es Dios en sí ni el hombre humano, personal, autónomo. Por eso no se puede hablar de una presencia de Dios en lo distinto de sí mismo (en la carne de este mundo). En vez de encarnación hay mezcla o proceso en que se unen los niveles de la realidad. Por eso, estrictamente hablando, nadie puede dar de verdad la vida al otro, en gesto de comunicación y entrega plena. Por un lado parece que todo lo que busca el esoterismo es caridad: vida compartida de los seres del cielo y de la tierra. Pero mirando mejor las cosas, descubrimos que aquí falta verdadera caridad, entrega sacrificada y creadora de uno al otro.
4. No puede hablarse de misterio pascual... ni de compromiso social. No tiene valor la Cruz como entrega verdadera de Cristo por los humanos, pues cada uno ha de hacer su propio camino de purificación solitaria. Ni puede hablarse de resurrección estricta como triunfo individual del Cristo, Hijo de Dios, que ofrece su campo de amor y de vida al resto de los hombres. En vez de eso hay una especie de proceso universal de salida y retorno, de despliegue y de repliegue en que nosotros somos un momento (una partícula) de ese gran "ritmo divino".
5. Es difícil hablar aquí de una moral estricta, es decir, de un proceso de auto-conformación humana en el plano de la ley y de la gracia. Pierde su importancia el Antiguo Testamento, entendido como camino de vida en el que Dios nos va llevando a través de la ley (pongo ante ti el bien y el mal, la vida y la muerte) a la culminación mesiánica. Ni hay tampoco Nuevo Testamento, es decir, experiencia de la gracia de Cristo como amor que se regala, abriendo al ser humano un nuevo espacio de ser, fundándole en el misterio de la donación del Cristo.
6. El esoterismo acaba siendo una curiosidad supersticiosa (peligrosa). Donde falta la fe en Dios, entendida como respeto por la transcendencia y confianza ante su gracia, surge la necesidad de conocer por experiencia barata, inmediata, lo que soy (o lo que somos). Por eso es muy frecuente la salida hacia la magia unida a los diversos tipos de espiritismo: queremos conocer nuestro lugar en el proceso cósmico de los espíritus, sentimos la necesidad escuchar la voz y de sentir a nuestro lado la presencia de iniciados superiores; así los buscamos a través sueños, de viajes astrales, de reencarnaciones.
Una vez que se ha empezado en esa línea es normal que los esotéricos interpreten la historia de Jesús como aventura de un supra-terrestre que ha bajado a dar ejemplo a los espíritus más pobres (menos evolucionados) de este planeta. También será normal que se describan mundos fantásticos de evolución espiritual, ciclos de estrellas purificadoras, viajes y mil viajes planetarios que parecen conducirnos más al centro del sistema de la vida. Se mezclan de esa forma dioses y "ovnis", revelaciones angélicas y curiosidades magnéticas, culturales antiguas y manifestaciones de espíritus que vienen de otros mundos mentales. El hueco que ha dejado la falta de un auténtico Dios (de lo sagrado verdadero) quiere así llenarse con el amontonamiento cuantitativo de nuevos espacios pseudosagrados.
7.Regresión sociopolítica. Allí donde los humanos pierden el ideal ético de la justicia trabajada con esfuerzo cada día, allí donde se afanan por lograr los primeros puestos de la administración política y la vida económica, tienden a justificar su propia situación de privilegiados sociales (si lo son) con un razonamiento pseudo-teológico: ellos, partiendo de la New Age, forman parte de una casta superior, son portadores de una especie más excelsa de sabiduría que ahora está brotando sobre el mundo.
Ciertamente, algunas de las agrupaciones esotéricas han buscado y siguen buscando un auténtico progreso; baste con pensar en ciertos tipos de masonería y en eso que algunos describen ahora como la "conspiración de Acuario". Pero en el fondo la mayoría de ellas son elitistas: les falta la justicia interpretada como apertura creadora hacia los pobres, participación universal en las tareas y en los bienes de la tierra, falta la fe en el valor de los marginados.
En esta línea, se puede acabar pensando que los esoterismos son reflejo del poder establecido, expansión del despotismo ilustrado de los grandes imperios del momento. No es fácil probar esta afirmación. Pero resulta mucho más difícil refutarla. Donde no hay Dios auténtico los humanos tienden a caer en manos de los pobres y pequeños dioses del momento, en el seno de una confusa dictadura cultural de tipo espiritualizante. Mientras tanto, que los pobres sigan sufriendo, que los hambrientos mueran de hambre, que los oprimidos sufran la opresión: no podemos salvar a los demás sino salvarnos a nosotros mismos. Un argumento como éste no es cristiano (ni judío, ni musulmán..., ni budista).