JMS, vertientes del amor

Me escribe JMS, habitual del blog, amigo, que tiene un bellísimo blog, titulado con intenso humor el Txirimbolo (http://txirimbolo.zoomblog.com/ ). « Carísimo: Esto que te mando, es demasiado largo para comentario y demasiado corto para artículo. Es una síntesis que me brota de la lectura de tus exposiciones bíblicas (del domingo pasado, sobre amor a Dios y amor al prójimo). Haz con ello lo que se te ocurra...aunque te agradecería una opinión sobre su ortodoxia y valides para una contribución cristiana. José María, es el tamaño perfecto. Al final pondré una reflexión, que quiero que sea la primera de otras muchas


JMS, VERTIENTES DEL AMOR

Según los judíos y según el mismo Jesús, el amor, el único verdadero amor, tiene dos vertientes: la divina y la humana. Pero no son dos amores, sino dos maneras de concretar el mismo amor (Mt XXII, 34-40). El mismo amor fluye por la vertiente invisible de Dios y por la visible del Hombre y no pueden separarse ya que, como dice Juan evangelista, el que no ama al prójimo a quien ve menos puede amar a Dios a quien no ve. Consiguientemente, amar sólo a Dios es deshumanizar la espiritualidad humana y amar sólo al hombre es imposible.
Para entender y actuar en su auténtica realidad el amor no se precisa ninguna teoría especial de Dios. Aquí vale la consigna de Bonhoeffer: vivir como si Dios no existiera, es decir, no tratar de visibilizar, ni imaginativa ni conceptualmente, al Dios invisible. Bastaría considerarlo como Padre amantísimo sin entrar en detalles especulativos.
Ahora bien, el amor cristiano rebalsa las limitaciones del amor judío, porque no se ciñe a la raza y al pueblo sino que se extiende a toda la humanidad, enemigos incluidos. Los judíos, en cambio, veían como prójimos a los su propia raza y a los prosélitos dispuestos a devenir judíos. Los cristianos, por su parte, consideran como prójimo a todo ser humano, en especial al más necesitado de comprensión y ayuda. Para subrayar el contraste entre el amor judío y el amor cristiano, Jesús narra la parábola del Buen Samaritano en que los sacerdotes y levitas pasan de largo ante el anónimo malherido y el samaritano (enemigo de los judíos) trata de aliviarlo.

Vivir esta enseñanza de Jesús no es fácil. Lo fácil es reducir el amor a quienes nos simpatizan y negárselo, en mayor o menor grado, a aquellos que no riman con nuestros intereses. Fácil también es engañarse a sí mismos reduciendo al amor divino al cumplimiento ritual de discutibles liturgias. La verdadera dificultad radica en amar a todo prójimo, próximo o lejano, bueno o malo, como a sí mismo. De hecho, quien no sabe amar al prójimo tampoco sabe amarse a sí mismo, hecho que se revela en su carencia de alegría y felicidad.

Conviene, pues, reflexionar y meditar sinceramente en lo que el amor es y en lo que significa en nuestra vida para lograr la felicidad a la que estamos destinados todos. De ilusiones no se vive; se vive de verdades y la verdad del amor, con sus vertientes visibles e invisibles, es la clave de la felicidad para todos los hombres, cristianos y no cristianos. Sin amor el mundo se hunde y si, en las circunstancias que hoy vivimos, vemos que se está hundiendo, no lo dudemos: es por la falta de amor en la Humanidad!

Comentario de Pikaza:

Bravo, JMS, todo lo que dices lo suscribo… todo, sin que sobre una coma.
Por otra parte, lo que dices ofrece otra versión de lo que dice hoy Fernando, en un post que he tardado en poner en el blog. Os completáis, los dos, quizá porque sois de tierras cercanas y porque habéis tenido y tenéis experiencias en parte semejantes.
De todas formas, te diría, que «el amor cristiano rebasa las limitaciones del amor judío, porque no se ciñe a la raza y al pueblo», como dices muy bien. Pero, dicho eso, yo añadiría dos cosas.

1)Siendo nuevo, el amor cristiano de Jesús es plenamente judío, la plenitud del judaísmo, desde una vertiente mesiánica. Jesús no quiere condenar el judaísmo (aunque critica a algunos judíos); lo que quiere es llevar hasta el final la raíz del judaísmo, los dos amores, que son uno, como dice, en el Samaritano y en Jesús. ¿Te imaginas a Jesús diciendo, ahora me toca amar a Dios..., luego a la tarde amaré a dos o tres prójimos o prójimas?

2) Ese amor a todos… hay que mostrarlo en la vida. Si se dice solamente no sirve. Por eso, tan pronto como un cristiano dice «nosotros amamos mejor que otros, mejor que esos judíos y esos moros de ahí al lado…», tan pronto como dice «nosotros tenemos la verdad y somos perfectos, mientras vosotros sois un poco flojos, imperfectos…» está dejando de ser cristiano al modo de Jesús.

Esto que te digo lo sabes tú bien, no hacía falta que lo dijera, pero me atrevo a añadirlo. Gracias, JMS
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