Juan Manuel González (1957-2024). Camino de liberación, modelo bíblico (Parresía).
No se le cita entre los creadores de la Teología de la Liberación (cf. G. Gutiérrez y L. Boff, Ellacuría y Sobrino, P. Freire, L. Gera, C. Mesters y P. Richard, E. Dussel, H. Assmann y V. Elizondo…), pero ha sido uno de los más significativos, no sólo por su conocimiento de los temas, sino por la manera de exponerlos, en una línea de parresia, esto de conocimiento y diálogo, en libertad, en valentía, Había nacido el 1957. Ha fallecido de repente, por infarto, en la madrugada del pasado 3 de abril, para celebrar con Jesús la Pascua de la vida.
| Xabier Pikaza

Juan Manuel González. El biblista de la Parresía
La palabra griega parresía viene de pan (=todo) y rema (palabra hablada) y tiene el sentido de comunicación libre, creadora, transformadora. Significativamente, quien mejor ha estudiado la parresia como expresión y camino de libertad ha sido el antropólogo y sociólogo francés Paul-Michel Foucauld (1926-1984), acusado de nihilista por muchos, pero admirado por todos por su forma “evangélica” de estudiar y valorar la historia de la humanidad desde los derrotados, vencidos y oprimidos (encarcelados, locos, vencidos, esclavos, cautivos, mujeres prostituidas, en la línea del texto central de la tradición de Jesús, amigo de hambrientos, desnudos, exilados, enfermos y encarcelados: Mt 25, 31-46).
De un modo también muy significativo, el Papa Francisco, más literato, sociólogo e historiador que teólogo escolástico (más cercano al análisis de Foucauld que al de muchos dogmáticos cristianos), ha vinculado la santidad con la parresía, esto es, con la libertad, el coraje, el fervor, la autonomía creadora. Frente a un sometimiento de legos, frente a una obediencia sumisa y a una castidad/pureza de siervos miedosos no de hombres/mujeres libres, volviendo a la raíz del evangelio y del mensaje de Pablo, el Papa Francisco ha insistido en la virtud del coraje/libertad/parresia, propia de hombres/libres en un plano social, afectivo y religioso. Así lo dice su exhortación apostólica, su documento clave sobre la identidad cristiana:
La santidad es parresía: es audacia, es empuje evangelizador que deja una marca en este mundo. Para que sea posible, el mismo Jesús viene a nuestro encuentro y nos repite con serenidad y firmeza: «No tengáis miedo» (Mc 6,50). «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos» (Mt 28,20). Estas palabras nos permiten caminar y servir con esa actitud llena de coraje que suscitaba el Espíritu Santo en los Apóstoles y los llevaba a anunciar a Jesucristo. Audacia, entusiasmo, hablar con libertad, fervor apostólico, todo eso se incluye en el vocablo parresía, palabra con la que la Biblia expresa también la libertad de una existencia que está abierta, porque se encuentra disponible para Dios y para los demás (cf. Hch 4, 29; 9,28; 8,31; 2 Co 3, 12; Ef 3, 12; Hb 3, 6; 10, 19) (Francisco, Gaudete et Exultate (129)
Estas palabras definen la experiencia cristiana del Papa Francisco, tal como él la estudió, la vivió y la enseñó en los años de su estancia y magisterio como jesuita (profesor, formador, animador pastoral en Córdoba, Argentina, donde yo llegué por aquel tiempo para un congreso dedicado a la pastoral liberadora de los mercedarios.
Llegué el año 1978, sin más preparación que la de haber estudiado algunos temas de libertad y liberación no sólo en el Instituto Bíblico de Roma, sino en la tradición de la Orden de la Merced, que se había dedicado desde antiguo a la liberación de los cautivos. Era un año difícil. Argentina había caído en manos de unos gobiernos militares, que interpretaban el cristianismo como imposición ideológica, social, militar y religiosa. Muchos (incluso en la iglesia) identificaban el cristianismo con un sometimiento pasivo bajo las órdenes de la “superioridad” social y religiosa.

Así llegue, con unos folios multicopiados, que llevaban el título Camino de liberación. El Modelo Mercedario, unos folios que fui reescribiendo con los años, hasta publicarlos más tarde en forma de libro. Gran parte de los participantes del congreso sentían mucho recelo ante el camino de la liberación. Eran contrario a la teología de la liberación que, a su juicio, iba en contra de los poderes y tareas de la iglesia. Aceptaron mis propuestas en sentido “místico” y de tradición mercedaria. Mucho más que la liberación en línea bíblica, eclesial o mercedaria, importaba el campeonato de Fútbol que se estaba celebrando precisamente por aquellos días.
En aquel congreso conocí a dos personas que han marcado después mi vida, de un modo indirecto: Mons. Ramón Iribarne, Vicario Judicial de la diócesis de Córdoba, y Juan Manuel González, novicio mercedario y miembro principal de la secretaría del Congreso.
El Congreso se celebró precisamente el año 1987 en el Colegio León XIII, a las afueras de Córdoba. Yo era joven, capaz de maravillarme ante los cambios de la vida, y Agentina estaba en estado de chok, de gran cambio... Por un lado los coroneles, imponiendo su miedo en las calles (con aprobación de muchos)... Por otro lado el impulso de miles y miles de argentinos buscando libertad.
Fue, como he dicho, el año del campeonato mundial del fútbol con triunfo de Argentina (con Maradona).Pero no fui al fútbol, sino que recorrí los riachuelos y los campos del entorno, queriendo ver el sol tras la enramada de bosques, escuchando el canto de los pájaros, distinguiendo sonidos, colores, teniendo nuevas experiencias, escribiendo un documento sobre la libertad… y dialogando con dos nuevos amigos, Ramón Iribarne y Juan Manuel González.
Documento de Córdoba, a los cautivos libertad.
Fui para el Congreso de los Mercedarios, sobre Redención, en un momento clave de la teología de la liberación que, unos años más tarde (1984) sería rechazada en principio por el nuevo Papa Juan Pablo II y por el Cardenal Ratzinger.
El nuestro un congreso humilde pero fuerte; me llamaron como teólogo experto en Biblia y libertad. Presenté las ponencias básicas (conforme al libro que he dicho, titulado: Camino de liberación, el modelo mercedario. Redacté casi en solitario el documento, que fue aprobado, pero después básicamente olvidado. Se sigue llamando Documento de Córdoba, se cita como autoridad en la Merced, pero de hecho apenas se ha aplicado. Él documento trata del cautiverio, esto es, de un tipo de vida sin libertad, es decir, bajo sometimiento social, económico y, sobre todo “ideológico”. Esto es lo que dicen sus tres números centrales:
1.- Gran parte de América vive en situación de cautiverio, opresora y degradante para la persona humana, en plano económico y, sobre todo, social y cultural. Cautivos son aquellos que no pueden disponer de su vida en libertad, bajo una situación social y cultural adversa y opresora contraria al evangelio. 2.- El cautiverio nace de principios y sistemas opuestos que se oponen a la voluntad de Dios, que quiere libertad, fraternidad y salud para los hombres. Todo lo que va en contra del hombre (de su dignidad, de su salud integral y de su vida) nace de principio contrarios al evangelio, aunque puedan estar avalados por instituciones político-sociales que se dicen externamente cristianas. Lo más opuesto al evangelio de Jesús (que es libertad, amor, salud y comida compartida) es aquello que destruye la libertad y dignidad del ser humano.
3.- Esa situación de cautiverio va en contra de la fe, esto es, en contra de la comunión y la confianza entre los hombres y mujeres, pue el justo (=el hombre en plenitud) vive de la fe, de la fe, que es la esencia y fundamento de la vida humana, como sabía el profeta Habacuc y como repetía san Pablo. Hoy (año 2078) vemos con más claridad la validez de aquellas palabras de la Biblia. 4.- En esa situación de cautiverio, la iglesia tiene no sólo la posibilidad, sino la obligación de ayudar (iluminar, acompañar, visitar y redimir) a los hombres y grupos sociales más amenazados bajo una situación de cautiverio, de dictadura polìtico-social y de persecución religiosa... Ciertamente, hay dictaduras concretas, de diverso tipo personal, económico, social, político y religioso... Pero la más fuerte de todas es la que se expresa en forma religiosa, como opresión integral de los hombres.
La respuesta que entonces proponíamos en Córdoba, el año 1978, era básicamente de carácter socio-religioso, a través de una presencia animadora y liberadora de la Iglesia. Era necesario que la Orden de la Merced, que el conjunto de la Iglesia rompiera el tejido de la injusticia y la pobreza del sistema, para iniciar desde allí, una trasformación social, que se expresa en formas económicas y sociales, al servicio del surgimiento de una nueva humanidad, en la línea de Jesús. Queríamos que la Iglesia en su conjunto y algunas organizaciones religiosas, como la Orden de la Merced, asumieran un programa evangélico de liberación, que pudiera oponerse al cautiverio del sistema, para que Dios pudiera revelarse en su verdad y para los pobres pudieran ser evangelizados.
Un primer amigo: Mons Ramón Iribarne Aranguren
El alma de aquel congreso de Córdoba y de la opción liberadora de la Orden de la Merced, dentro de la iglesia de Argentina, entonces bajo fuerte dictadura, fue Ramón Iribarne, que había estudiado Derecho Canónico en Salamanca, donde yo le conocí, que, en en aquel momento, después de haber ocupado los mayores puestos de responsabilidad en la Orden de la Merced, era Vicario Judicial de la diócesis de Córdoba.
Tenía una triple nacionalidad: Era vasco de origen (de Iparralde), Argentino de la Rioja, mercedariouniversal, de corazón y de vida. Éramos muy amigos, por carácter e ideales, él algo mayo, yo másjoven… El me enseñó a entender por dentro el laberinto de Argentina, con trabajadores pobres en un mar de riqueza, con mártires y mártires de la dictadura… Me hablo, sobre todo de la muerte (asesinato) de su amigo el obispo Angelelli (cuando oficialmente se decía que había sido un accidente.
Me habló sobre todo del compromiso por la libertad personal, religiosa y social…, de la necesidad de un testimonio y trabajo mucho más intenso por la libertad de todos, superando la opresión político-social que se había impuesto en Argentina. Me decía que era necesario un cambio social y eclesial, desde una raíz de fuerte humanismo (justicia social), de cristianismo radical (con opción concreta a favor de los pobres, perseguidos y oprimidos) y de vuelta al origen de la historia mercedaria, con interno y externo, de tipo martirial, poniendo incluso en riesgo la vida, compromiso por la liberación de los oprimidos y cautivos: Campesinos pobres, líderes sindicales etc., todo eso en un contexto de vuelta a la naturaleza, al trabajo del campo, en la línea de sus abuelos de Iparralde…concretado en las colinas y sierras de la Rioja Argentina.
Terminado el congreso (otoño del 1978) mantuvimos una animada correspondencia, en un plano personal y de proyectos de iglesia, que se truncó de repente. El 19 de abril de 1980 fue ordenado obispo de Deán Funes, prelatura/obispado de reciente creación. Aceptó por espíritu de servicio, entregándose en cuerpo y alma a la tarea… Pero la tarea eclesial, el compromiso social y la urgencia de vivir el evangelio quebró su salud y murió 74 días después, el 2 de julio de ese año 1989, de repente.
Fue para mí una inmensa tristeza, me dejó una impresión de vacío y un testimonio de entrega de la vida por la verdad y libertad que creo que me sigue acompañando todavía, 44 años después.
Juan Manuel González y los estudiantes de la Merced
Al lado de Ramón Iribarne (cuyo víctor sigue escrito tinta color sangre en la escalera monumental de la Universidad Pontificia de Salamanca) me influyeron en aquel congreso los estudiantes mercedarios que llevaban la secretaría: Copiaban los textos, preparaban la documentación etc. Como Relator y Redactor del Congreso tuve que pasar horas y horas con los estudiantes, para perfilar, corregir y publicar al fin el “documento de Córdoba” (que he citado antes en partes).
Para realizar ese trabajo, junto a la ayuda de Mons. Iribarne, tuve la Juan Manuel González, que ahora acaba de fallecer. Juan Manuel tenía entonces 21 años (había nacido el 1957). Había estudiado humanidades, gozaba de un buen conocimiento del griego (y en parte del hebreo), conocía historia bíblica e historia moderna… Le interesaba la historia y tradición mercedaria, pero aún más la importaba un tipo de trabajo y apostolado bíblico, al servicio de lo que él denominaba ya entonces “modelo bíblico de liberación cristiana”.
Pasamos largas hora hablando de la Merced y de América, de la liberación y de ls situación argentina. Le recuerdo como si fuera hoy mismo, admirado y comprometido, precisando, preguntando, matizando; el tenía 21 años, yo 37… Estábamos en una franja de edad en la que podíamos entendernos.
Creo que le enseñé algo de Biblia. Era infatigable, preguntaba y preguntaba, aprendía y aprendía. Me decía que el medio más importante para alcanzar la liberación social, económica y religiosa de Argentina era la Biblia. Estaba convencido de la necesidad de una “conversión bíblica de Argentina”, de la necesidad de una nueva evangelización recorriendo el camino del éxodo, asumiendo el mensaje de los profetas y recorriendo el camino de la evangelización pascual, conforme al modelo de Jesús.. Él me enseñó mucho de la literatura argentina… Por él conocí a E. Sábato, me entrevisté con Lucio Gera (1914-2012).

PASARON LOS AÑOS, CAMBIARON LAS CIRCUNSTANCIAS…
Cambiaron circunstancias de la Merced en Argentina, las prioridades personales y sociales de Juan Manuel, mis compromisos y trabajos en relación con la Merced, mi pertenencia a la Universidad Pontificia de Salamanca etc.. Al cabo de unos años me puso unas letras diciéndome que su vocación prioritaria en la iglesia le parecía la enseñanza y difusión de la espiritualidad y opción liberadora de la Biblia…de forma que en vez de emitir los votos religiosos en la Merced se había comprometido a terminar los estudios teológicos en la Diócesis de Córdoba, para ordenarse de presbítero y ejercer un ministerio básicamente bíblico, al servicio de las comunidades cristianas de la diócesis.
Evidentemente, le contesté diciendo que lo mejor para él sería lo mejor para la iglesia…. Y que el apostolado bíblico liberador era una labor esencial en el conjunto de la Iglesia, según el Evangelio. Le animé a estudiar Biblia en sentido técnico, en Roma… a doctorarse y ser profesor de Sagrada Escritura en una universidad etc. Me contestó que quería seguir estudiando Biblia, con toda la profundidad posible, pero no para ser profesor de universidad como yo, sino para ejercer su magisterio en contacto directo con comunidades, parroquias y grupos sencillos de la diócesis… y así ha sido.
Pasaron los años, cambiaron las circunstancias de nuestras vidas… y apenas tuve noticia de él hasta que el año 2009 me llamó para que animara un curso bíblico de su grupo Parresía… dictando, al mismo tiempo, una serie de clases en varios centros de pastoral bíblica. Me dijo que había optado por crear un grupo bíblico llamado Parresía, en una línea más cercana a la del Obispo Bergoglio de Buenos Aires. Había estado varias veces en Argentina con los mercedarios (en Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, Santiago del Estero, Buenos Aires) y después con el Institor Raspanti (de Morón), pero el lugar donde me he sentido mejor acogido ha sido en la casa y obra de Juan Manuel González, las cinco o seis veces que he estado con él.
. Viví dos semanas en su casa familiar, en un apartamento cercano al canal o riachuelo, a tres o cuatro cuadras de la Playa Mayor de Córdoba… Me dijo que su parroquia en ese momento estaba lejana, que en el convento de la Merced estaría más atado… Que tendría más libertad para preparar las clases y mantener mi intimidad en el apartamento que había heredado de sus padres, cerca del convento de los Carmelitas Descalzos donde tenía algún discípulo y amigo..
Fueron unos días inolvidables…. Me hizo dar muchas “clases”, me llevó a muchos sitios, vimos a muchos teólogos (Schikendantz), gentes de pueblo, estudiantes campesinos, obreros, por todos los lados con la Biblia en la mano y en el corazón. Entendí su trabajo, compartí su conocimiento, su forma de entender y aplicar la Biblia, el arco inmenso de admiradores, alumnos, amigos que le rodeaban por todas partes.
Estuvimos una mañana entera con Gabriela Lasanta en Radio María Argentina, hablando en trío de la Biblia, de la libertad, del evangelio…. Después del año 2009 he vuelto, como he dicho. He compartido con él clases y trabajos, Le he animado siempre a escribir, pero me decía que no era lo suyo, que no era hombre para redactar libros como yo, sino para explicar, comentar y vivir, en la parroquia y en colegios, en reuniones de grupo y en cursos de Parresía…, con lo que significa Parresia: conversar libremente, en comunicación directa con los participantes del grupos.
Era de los hombres bíblicamente mas cultos que he conocido. Leía, estudiaba y recreaba lo mejor que se escribía sobre temas bíblicos, no sólo en castellano, sino en Francés y otras lenguas. Preparaba con esmero y precisión sus cursos… Debe tener miles y miles de páginas de apuntes, del Génesis y el Éxodo hasta el Apocalipsis, desde el mensaje de los profetas a la colaboración de las mujeres en las comunidades etc.. Sé que fue el primero en recibir, en papel y en texto de Word mi Diccionario de la Biblia (Verbo Divino 2009), pues lo tenía en su despacho parroquial cuando llegué para dar el curso. No sé cómo lo conseguía, con qué medio, con qué rapidez, pero estaba al tanto de la mejor teología bíblica del momento
Aquel curso del 2009 lo dimos en un Colegio de Pasionistas, grande y frío, pero caliente de Biblia de las afueras de Córdoba. Preparé para aquel curso unos apuntes inmensos titulados Las Iglesias del NT, un libro que no he terminado de escribir, que estoy intentando “mejorar”, cada día. El texto base de aquel libro debe andar por ahí en copias polvorientas de PC, pero, a finales del 2023, me había comprometido a escribir y publicar la primera parte, con el título Compañeros y amigos de Jesús. La Iglesia antes de Pablo, Sal Terrae, Santander 2024).
Juan Manuel estaba al tanto de mis libros, quizá mejor que yo mismo. Compraba los que llegaban y me pedía los que no estaban en venta, y le mandaba, para uso privado, para que él los mejorara, los textos que yo tenía PDF o Word (En especial uno sobre las mujeres en la Biblia…).

Ha sido quizá el mejor lector de mis escritos, el que mejor los ha convertido en texto hablado, en curso, de conversación de vida. Le iba mandando los que tenía, y siempre me los agradecía, pero gracias a Dios, nunca repetía lo que yo decía en mis libros sino que lo mejoraba muy mucho, con su experiencia de estudiante apasionado del León XII, de maestro de la Palabra de la Diócesis de Córdoba,, de testigo de los caminos de Jesús.
Yo sabía desde hace tiempo que él estaba delicado de salud, que se cansaba caminando…, pero seguía en su trabajo sin hacer caso a sus dolores. La última vez que estuve con él, hace cuatro (¿cinco?) años me dijo: No te llevo al apartamento familiar, está menos preparado. Les he pedido a las Madres del Carmelo Descalzo, a una cuadra de la Plaza Mayor, junto a la catedral, que te presten el apartamento exterior para porteros, visitantes y amigos.... Y allí pasé mis últimos días felices en Córdoba (aunque después he estado con el Instituto Raspanti, de Morón..., gente entrañable también también...).
Digo que pasé con las Madres del Carmen Descalzo y con el hermano y amigo Juan Manuel unos días felices de tierra, amistad y Biblia. Sentí que era una despedida... con él, con las Madres, con un curso el convento de Franciscanos de las cercanía, no recuerdo ni el nombre (¿Villa María?), junto al río...
Digo que fue una despedida, pues me quiso llevar por el entorno de la Catedral de Córdoba no sólo a rezar, a comer y a recordar al Cura de los Caminos…, el Santo Brochero, sino y sobre todo a los diversos lugares de su recuerdo de opresión, estancias de tortura, donde también a él le habían "detenido", donde había visto la persecución del pueblo, bajo los coroneles... Me contó ahora de mayor lo que en León XIII no había podido contarme de joven, lo que me había Ramón Iribarne, su dolor por el pueblo oprimido y perseguido
Me mostró por dentro su alma triste de Argentino de una raza de pensadores (como su padre) y liberadores... bajo el riesgo de un tipo u otro de dictadura. Hace unos meses, cuando yo estaba para publicar mi libro sobre Compañeros y amigos de Jesús (la primera parte del primer curso que había impartido para Parresía, le pues unas letras. Le dije:
-Mirá, te mando el libro dentro de un par de meses, el libro en papel, sabes que esto tarda. Te va a gustar. Te mando un ejemplar en papel una copia en PDF. No tiene prisa, ha esperado 13 años desde nuestro curso, puedo esperar un poco más.
Eso fue lo último que nos dijimos, no sé si por teléfono wasap o si por correo, lo último, con una felicitación de Navidad. Ahora (4.4.24) ha salido el libro, lo estaba preparando para mandárselo, a través de la editorial. Pero no le ha llegado en esta tierra. Está disfrutando, no de mi libro, ni siquiera de sus inmensos trabajos, sino de la libertad y el amor de Jesús que él llevaba en el alma, al menos desde el año en que le conocí, en el León XIII de Córdoba.... corrigiendo y editando en un antiguo ciclostil... mi pobre trabajo sobre la libertad, mejorando mi texto antiguo, titulado Documento de Córdoba, 198¡78.
Un abrazo, Juan Manuel. Tengo en mi biblioteca un par de libros de tu padre que me regalaste, libros clásicos, de Cassirer, editados en México (FCE) sobre el nuevo pensamiento cristiano de principios del siglo XX.... Siempre que los miro, bajo el soporte de mi mesa de trabajo pienso en tu padre sabio, y en ti, que también has entrado de lleno al siglo XXI del cielo en libertad.
Argentina ha vuelto a ser campeona de fútbol (2023), como el año en que nos conocimos (1987), pero eso no te importaba. Tú u yo queríamos que todos los pueblos fueran "Campeones" de amor y libertad, como quería nuestro amigo del alma, Monseñor Ramón Iribarne Aramburu, obispo de Deán Funes. Un abrazo, Juan Manuel. De Xabier, tu amigo, con un beso de Mabel, mi mujer que no ha podido conocerte personalmente en esta tierra
PD Tenías un sobrino, con su niña preciosa, que me escribía... Pero he perdido su mail. No sé dónde ande. Desde el cielo de Jesús, donde no tienes que andar corriendo con la Biblia por conventos y escuelas, parroquias, universidades y campos dile a tu sobrino (que estará ya crecido) y a su madre, tu sobrina, crecido, que les quiero. Xabier.