El sermón del Mariquelo: "defensa" de Dios (Teodicea) y terremoto en la catedral

Mañana, 31 del X, cuando vaya creciendo la luz, Ángel Rufino, Mariquelo de Salamanca, subirá a la torre más alta de la Catedral para inspeccionar las grietas causadas por el Terremoto de Lisboa del año 1755, y para proclamar su sermón de Teodicea de Otoño, a la gente reunida con fervor para escucharle.

Llegará en un asno como de costumbre, enfilará la Rúa y lentamente subirá con su gaita, su tambor y sombrero charro hasta la cruz más alta, a los 238 años del gran terremoto que agrietó la torre, conmovió la ciudad y amenazó de muerte a miles de salmantinos... mientras en Lisboa morían miles y miles, porque el temblor que tuvo su epicentro más al sur, en pleno mal, se convirtió en tsunami y arrasó gran parte de la ciudad.

Eran años de gran agitación y entre los ilustrados de Europa se discutía si un Dios bueno podía ser causante de los males de la tierra, siguiendo los planteamientos de Leibniz, que años antes (el 1710) había escrito un libro clásico, titulado Teodicea (defensa de Dios), donde se decía que éste era el mejor de los mundos posibles.


-- Algunos partidarios de Dios afirmaban que este mundo, siendo peligroso, era el mejor de los posibles, obra buena de un Dios amoroso.
-- Otros contestaban que un Dios bueno no podía haberlo creado de esta forma, dejando morir así a los inocentes de Lisboa y de otras ciudades de España y de Marruecos, sin distinguir entre musulmanes y cristianos.


Como he dicho, la ciudad de Salamanca tembló y pareció que la gran torre podía caerse, a causa de las consecuencias del temblor. Por eso, desde entonces, cada año, un día antes del gran terremoto (que fue el Día de los Santos) subía el “Mariquelo”, de la familia de los Mariquelos, que vivían por siglos en la torre, ahora convertida en Museo Ieronimus. Subía por escalones secretos y escalas a la punta de la torre, para medir la inclinación de la pared y precisar el riesgo de caída.


Y así ha venido subiendo el Mariquelo, hasta los años 70 del siglo pasado, que la familia de los torreros vigilantes dejaron el oficio… y por unos años pareció que la costumbre de vigilar las grietas e inclinación de la torre se perdía, con el sermón de Teodicea sobre las grietas de la catedral. Pero Angel Rufino de Haro, gaitero y profesor de música, retomó la costumbre, así subirá mañana, con su gaita-tambor y sombrero a vigilar la torre y proclamar un sermón de conversión a los curiosos salmantinos que llenarán la Rúa y las calles adyacentes.


Conozco bien rito, porque siendo profesor en el gran caserón de la Compañía, casi a la esquina de la catedral, me tocó al menos por dos años la clase de Teodicea a la hora del sermón mariqueliano de la torre. Como era lógico, los alumnos, primero sigilosamente y luego al galope, se iban a las ventanas y las abrían para oír la gaita y el tamboril y escuchar la Teodicea del Mariquelo, que hablaba de terremoto, de la conversión a Dios y de otras cosas semejantes.

Evidentemente, yo al final tenía que sumarme a los buenos estudiantes… y si me quedaba algo de tiempo explicar la Teodicea y “defender a Dios” desde el terremoto.


He visto al Mariquelo más de una vez, pero no le conozco. Conozco, en cambio y mucho, a su hermano, que se llama Carlos Rufino de Haro, y dicen que es el mejor “gaitista y tamborilero” de Castilla. Fue mi alumno, nos queremos… y muchas mañanas paseamos juntos nuestra melancolía y gozo de la vida, con grandes esperanzas de futuro, a pesar de los nuevos terremotos, que no vienen de Lisboa, sino de otros muchos sitios.

Con esta ocasión quiero recuperar una clase antigua sobre la teodicea de los terremotos. Quien quiera conocer mejor el tema del Sermón del Mariquelo vea en Google las palatras: Mariquelo… o El Terremoto de Lisboa en Salamanca. Y allí se explica todo.


Aquí van sólo unas fotos del Angel Rufo Mariquelo, subiendo a la torre para el gran sermón, que será por la mañana del 31.10.17… y los españoles podrán verlo en el telediario. Va además, al final, una foto de su hermano, mi amigo, Carlos Rufo de Haro, con gaita y tamboril castellano, con su guardia de honor. A él mi saludo y amistad de siempre. Pasado mañana seguiremos hablando de la lección de teodicea, que le (nos) quedó algo pendiente el año 1989... una lección que hoy he repetido sobre todo para conversarla de nuevo con él.

El sermón del Mariquelo

El terremoto del 1.10.1755 mató a decenas de miles de personas en Lisboa… en un día y de golpe. Matando a otros muchos en muchos lugares…

1. Los terremotos provienen en genera de ajustes de las placas terrestres y son naturales. Dios nos ha llamado a la vida en un mundo maravilloso, con agua y sol para todos… Pero ese mundo es, al mismo tiempo, un espacio de riesgos y retos, con terremotos y volcanes… No es aconsejable vivir en el cráter de un volcán, ni en una zona de alto riesgo sísmico, a no ser que se tomen las debidas precauciones. Los terremotos vuelven (yo he "sentido" uno, hace muy poco, en México...), son el precio de vivir en este mundo. Gran parte de los muertos de entonces provienen de la miseria urbana en una ciudad rica como Lisboa, que había hacinado a los pobres-pobres en zonas insalubres y bajas, con edificios poco seguros.

2. ¿Solución ante el riesgo? Aprender a vivir en un mundo de terremotos y amenazas de diverso tiempo… Somos caminantes, peregrinos. Saber que morimos y aceptarlo forma parte de nuestra humanidad. Saber que hay un riesgo que proviene de la naturaleza, pero aprender a ser solidarios, dándonos la mano en el camino, para que podamos disfrutar del sol y del agua, del canto y del amor, en un mundo en el que sepamos ayudarnos más unos a otros.

Como decía Jesús ante la torre de Siloé que cayó por un pequeño terremoto: “si no nos convertimos y vivimos en fraternidad moriremos todos…”. Si no cambiamos el modelo de economía actual terminaremos destruyendo el planeta, como ha dicho el Papa Francisco en su encíclica Laudato sí. La mayor parte de los “terremotos” los provocamos nosotros, los hombres.

3. Si no nos convertimos… pereceremos todos, decía Jesús. Pereceremos “en este mundo” (ese es el sentido de su frase)... haciendo de este mundo un mundo de muerte por otros terremotos de polución del aire o del agua, de injusticia... Es preciso un cambio de conducta… Ciertamente, el capitalismo puede y debe ayudar a los afectados por los nuevos terremotos, para paliar con urgencia algunos de los males derivados y, sobre todo, para crear un mundo más solidario, con casas más seguras para todos. Eso significa que tiene que cambiar el modo de vida de este mundo, en línea de cuidado, de justicia.

4. Dicho eso. ¿Cómo hablar de Dios cuando la muerte se abate, sin explicaciones, sin misericordia, sobre los más pobres de la tierra, desde el terremoto de Lisboa del 1755, que puso en riesgo la misma catedral de Salamanca… hasta el tsunami de hace unos años en Asia, hasta el terremoto reciente de Haití… o el más reciente de México? Posiblemente no hay respuesta racional satisfactoria. Sobre ese tema, que es en el fondo el tema de la teodicea (¿defensa de Dios?) vienen hablando desde hace tiempo dos de los teólogos más significativos del mundo hispano. Sobre ese tema quiere hablar en el fondo el Mariquelo de Salamanca

5. Todo amor es un riesgo (si no quieres arriesgarte no ames, queda en casa, no salgas al mar, ni camines y te expandas…); si amas tendrás que arriesgarse, y Dios se ha arriesgado a ser Dios, en y con nosotros, en amor. De ese riesgo de Dios hemos nacido, de un riesgo que es semilla de vida, entre terremotos y tormentas. En esa línea podemos añadir que Dios se vela al re-velarnos su existencia, para que no quedemos ciegos por su luz, como sabe todo el Antiguo Testamento cristiano y judío y como ha puesto de relieve de un modo especial la Cábala: es como si Dios se retirara, dejando un hueco, para que nosotros podamos ser en libertad. En esa línea, Dios permite el terremoto.

6. Pero, en otra línea, en un sentido, todo lo que pasa en este mundo puede en plano puramente cósmico y debe explicarse por ciencia, como si Dios no existiera: todo sucede por “leyes internas” de los átomos y estrellas, desde el posible big-bang hasta el posible big-cruch en el que todo acabaría. Por eso, terremotos y volcanes responden a las propias leyes inmanentes de la tierra y de los sistemas cósmicos.... Pero, como vengo diciendo, hay otros terremotos sociales o de contaminación de la tierra que provienen del "pecado" de los hombres.

7. Siendo finito (siendo un camino, una historia), este mundo, que es originalmente bello y amoroso, bueno (como sabe Gen 1), es un lugar de riesgo, de equilibrios inestables y de muerte. La Biblia sabe que esté mundo es positivo (Gen 1) y que, además, está abierto por voluntad de Dios hacia un futuro de Vida (cielos nuevos, nueva tierra)... Pero en su camino es un mundo lleno de dificultades y enigmas, que parecen oponerse a nuestra feliidad. Pues bien, en medio de esas dificultades podemos y debemos encontrar nuestro camino, con inteligencia y paciencia creadora.

8. Por eso, el mismo mundo puede tener y tiene (para los creyentes) una dimensión de Vida. Siendo obra de Dios, este mundo es lugar arriesgado, que está buscando la vida (en medio de dolores de parto), como sabe Pablo en Rom 8, 22, cuando habla de la esperanza de Dios, en medio del dolor de la tierra… hablando de solidaridad y de ayuda mutua. Los hombres y mujeres estamos creados para ser felices, y así debemos intentarlo (¡por gracia y por decisión interna!), buscando la felicidad de los otros, como proclama Jesús en el centro de su evangelio, a pesar de los terremotos. Debemos procurar que este mundo sea hogar de vida para todos, especialmente para los más pobres.

9 El Dios de Jesús se ha revelado en este mundo asumiendo por dentro su dinámica, en silencio amoroso y creador, no para evitar que haya terremotos, sino para expresar el amor más alto. Jesús fue un admirador de este mundo, aunque habló (según la tradición) del riesgo de los terremotos, pidiendo a los hombres que fueran solidarios y capaces de amor en medio de la inmensa prueba de la vida. Jesús quiso ser y fue un hombre feliz, y así quiso que todos en su entorno lo fueran. Pero supo asumir el sufrimiento y la prueba, al servicio del Reino de Dios (es decir, de la felicidad creadora de todos, empezando por los más pobres).

10. Se suele que “velando su divinidad –es decir, guardando silencio–, Jesús dio la vida por amor”. Esa afirmación tiene un sentido, pero resulta muy incompleta. Jesús no “veló su divinidad para darnos vida en amor”, sino que se re-veló como divino (los cristianos decimos que es Hijo de Dios) al iniciar un camino de amor y de Reino de Dios en medio de unas circunstancias marcadas por el riesgo de la muerte. No escondió su divinidad al no impedir los terremotos, sino que la mostró con fuerza suprema, al desplegar su amor y su camino de felicidad (de Reino) en un mundo de terremotos.

11. No se trata, por tanto de esperar a que no haya terremotos para amar, sino de amar en un mundo en el que hay terremotos, y de amar en plenitud, protestando contra la desgracia y acompañando a quienes la padecen. Jesús nos dijo con su vida y con su muerte que se puede (y debe amar) en plenitud en este mismo mundo, porque Dios es Amor, como traducirá la Carta de Juan, el amigo. Por eso, la palabra clave de Jesús, en este mundo de terremotos, junto al ¡sed felices! de las bienavenuranzas es ¡no tengáis miedo!.... y amaos los unos a los otros (¡dar de comer al hambriento, acoger en casa a quien lo na tiene...!)... haciendo lo posible para paliar el daño de terremotos y tsunamis.

12. Pero a Jesús le preocuparon, sobre modo, mucho más que los terremotos, las relaciones sociales y religiosas de los hombres y mujeres. Por eso anunció y puso en marcha un “movimiento de Reino”, es decir, de transformación humana, desde los más pobres de su mundo (los del Haití de entonces) en solidaridad de casa y mesa. Él no podía, por entonces, calcular los terremotos o evitarlos (como un día quizá pueda hacerse, con métodos de ciencia). Pero pudo y quiso que los hombres y mujeres más amenazados por la muerte (los expulsados sociales, sin trabajo…) pudieran escuchar la voz del Reino y empezar a compartir la mesa y la vida en esperanza creadora.

13. Por eso, la respuesta de Jesús ante un caso como el Terremoto no sería decir a los “terremontados” ¡vosotros sois culpables”, sino ¡vamos a convertirnos al amor, y ayudarnos todos! empezando desde abajo, sin echarnos las culpas unos a otros, pero llamando la conciencia de los más ricos y poderosos (¡hay de vosotros…!). Vamos a convertirnos para superar una situación en la que los más pobres pueden sufrir (y sufren con frecuencia) las consecuencias de la injusticia del sistema. Vamos a convertirnos para que todos tengan casas dignas, para que los terremotos sean menos mortales, ayudando a construir ciudades más seguras para todos.

14. A Jesús le mataron por decir lo que dijo y por hacer lo que hizo (por dar esperanza a los pobres y subir a Jerusalén pidiendo que cambiarán todos... Subió a la cruz aquella de la catedral de Jerusalén y le mataron, pero los cristianos creemos que Dios le resucitó. Y ese Dios resucitado, que es Jesús, nos pide ahora solidaridad total con todos los “terremontados”, para ayudarles y dejar que ellos nos digan y nos guíen, para caminar así y buscar todos juntos el Reino de Dios (que es justicia y amor amor) en este mundo frágil de terremotos, en esperanza de la gran resurrección.

Volver arriba