Ministerios del NT (Compañeros y amigos de Jesús). Montes Claros 11.7.23
Esquema de la 1ª ponencia del Cursillo que se celebra en Montes Claros, Cantabria, del 11 al 13 de julio 2023.
En el contexto de la misión y el mensaje del Jesús histórico no se puede hablar del ministerios propiamente dichos, tal como surgen en la iglesia posterior, a partir de Pablo.
Los componentes del movimiento de Jesús pueden y deben llamarse ante todo compañeros en el sentido etimológico del término: los que comparten, es decir, los que forman su familia, en un sentido extenso, en forma de comunidad de vida, más que de fe en el sentido intimista.
Más tarde, Jn 15, 16 presenta a los “compañeros de Jesús” como “amigos” (ya no os llamo siervos sino amigos, en el sentido extenso de philia). La iglesia de Jesús es según eso un espacio de amistad humana, de forma que la fe común en Dios se traduce en forma de amor mutuo.
Los componentes del movimiento de Jesús pueden y deben llamarse ante todo compañeros en el sentido etimológico del término: los que comparten, es decir, los que forman su familia, en un sentido extenso, en forma de comunidad de vida, más que de fe en el sentido intimista.
Más tarde, Jn 15, 16 presenta a los “compañeros de Jesús” como “amigos” (ya no os llamo siervos sino amigos, en el sentido extenso de philia). La iglesia de Jesús es según eso un espacio de amistad humana, de forma que la fe común en Dios se traduce en forma de amor mutuo.
| X.Pikaza

Ministerios del NT (Compañeros y amigos de Jesús. La iglesia antes de Pablo).
Sólo desde ese fondo se entienden y despliegan los ministerios fundantes de la Iglesia, que tienen un carácter universal y carismáticos: Todos son compañeros (en comunión de pan) y amigos (en comunión de afecto). Desde ese fondo se entiende el esquema que sigue:
1 CONTEXTO ISRAEL, AT, JUDAÍSMO
- Principio: La comunión del pueblo israelita se funda y condensa en cuatro servicios especiales: Patriarcas/Padre (autoridad engendradora), sacerdotes (servicio sacral), profetas (servicio moral) (y reyesGobernantes (servicio administrarivo)
Crisis Macabea (168-164 a.C.). Surgen y se justifican/organizan varios tipos de sevicios socio-religioss: Guerreros, vidente,s acuceos (aristocracia sacerdotal) apocalípticos (autoridad apocalíptico/mesiánica), fariseos, esenios, escribas….
2. JUAN BAUTISTA Y JESÚS

Profeta apocalíptico. Tiene discípulos. Reciben su enseñanza y forman un grupo especial de penitentes en torno al Jordán. Vestido especial, comida, bautismo
- Discípulos Juan: Penitentes, esperan el juicio, Se purifican para el juicio… Tienen una doctrina y práctica de bautismos/purificaciones… sobre eso disputan con discípulos de Jesús, sobre katharismos…
Juan enseña a orar (Lc 11, 1). Tienen una oración especial. Discípulos de Jesús le piden que les enseñe a orar como Juan ha enseñado a sus discípulos
- Jesús, discípulo de Juan… Jesús Asume el movimiento y autoridad de Juan se bautiza… Pero después se separa/escinde del movimiento de Juan… y lleva con él a algunos discípulos de Juan (Jn 1, 35-51). El movimiento de Jesús empieza siendo una escisión del de Juan
-Disputa entre discípulos de Juan y discípulos de Jesús(Jn 3, 25-4, 1)
- De discípulos de Juan a discípulos de Jesús… Jesús no forma una escuela de penitentes para el juicio, sino testigos (promotores, anunciadores del reinoI. Discípulos de Jesús: Testigos mensajeros/promotores del Reino que ha llegado
- Son Doce, Nuevo Israel… todo Israel, judíos samaritanos, galileos… desde los enfermos y excluidos… Son Varones…, como los patriarcas…, pero no como varones/reproductores, sino como signo de las tribus de Israel.
- Autoridad simbólica… Enviados de Jesús, testigos-adelantados del reino, en la línea de Saliah/seluhim?
3. LOS DOCE, UN GRUPO PARADÓJICO…
- Doce y todos. Los doce son un signo, pero no por encima de los otros, sino como expresión y promesa del nuevo Israel.… Los doce no aparecen nunca como jerarquía sino como fermento y signo… con otros muchos vinculados con ellos formando un grupo mesiánico
- Itinerantes y sedentarios… Simbiosis no jerárquica… Los Doce parecen itinerantes, pero no son “todos los itinerantes”. Doble “autoridad”
- Autoridad profética de itinerancia… vincula especialmente a la palabra. Los itinerantes tienden a ir de dos en dos, como solteros o como casados (hombre-mujer…). Tienen la autoridad de un tipo de libertad, vincula a la capacidad de curación (los itinerantes pobres curan a los sedentarios. Es autoridad carismática.
-Autoridad doméstica de los sedentarios. Los discípulos de Jesús se establecen como “casas” o comunidades de casas (Mc 10, 28-31: Dejar casa propia, exclusiva… Crea casa/campos, familia… con el ciento por uno). Los ministerios establecidos de la iglesia posterior derivan de las casas…
- Hombres y mujeres. Los que forman las comunidades de Jesús no son grupos sacerdotales/sacrales como los esenios… Ni grupos rabínicos de enseñanza… como las agrupaciones de haberim o compañeros fariseos, ni sinagogas especiales de escribas, como serán los judíos minoicos posteriores….
- Los hermanos de Jesús. ¿Una misión de familia? Parece que Jesús forma parte de un “clan” familiar de nazoreos, del nezer de David... Parece que esos nazoreos eran en principio integristas mesiánicos, partidarios de un tipo de lucha o guerra santa .
- Desde ese fondo pueden entenderse algunas lamadas específicas. Lc 9, 57-62:
4. TRES MINISTERIOS ESPECIALES:
- Jesús parece crear en su grupo un ministerio de Exorcistas/Sanadores. Sus discípulos son como él exorcistas, especializados en expulsar demonios (esto es, de luchar contra lo demoníaco…). Ellos son, al mismo tiempo, de un modo consecuente, sanadores, esto es, terapeutas del reino. El reino de Dios es “salud integral” y los mensajeros del reino han de ser portadores de salud…: Curar a los enfermos
- Portadores de perdón. Todos los seguidores de Jesús ministros del perdón… (perdona nuestros pecados/deudas como nosotros perdonamos…: Padre-nuestro). Ese ministerio se retoma en el conjunto del NT en clave pascual; Jesús resucitado transmite/confía a sus discípulos la “autoridad” perdón (relatos pascuales de Lucas y Juan). Ese ministerio del perdón no es propio/exclusivo de algunos (de los Doce o de otros cristianos especiales, sino de todos los creyentes. Más tarde, este ministerio se ha legalizado/instaurado jurídicamente…, pero en principio y realidad es ministerio de todos los creyentes.
- Celebrantes de la eucarísticos. La palabra que se atribuye a Jesús en la última cena (haced esto en memoria mía) ha reservada para celebrantes especiales que sólo pueden ser varones y obispos/presbíteros oficiales de la Iglesia. Pero es invitación/mandato (haced esto en memoria mía) no se dirige en exclusiva a los Doce y a unos pretendidos sucesores jerárquicos sino a toda la iglesia, varones y mujeres por igual. Todos los seguidores de Jesús son mediadores de la mediadores de la multiplicación de los panes, todos son testigos y celebrantes de la cena eucarística.
Última cena, eucaristía: Haces esto en memoria de mí… Ministerio eclesial, no está “limitado a los Doce varones”. Los Doce pierden su función…
5. ALGUNOS MINISTROS ESPECIALES EN EL NT (COMIENZO DE LA IGLESIA
- Magdalena y las mujeres de la tumba vacia.
- Pedro y los Doce
- Los hermanos de Jesús y Santiago
- Hebreos y helenistas, Esteban Felipe y Pablo en Hch 6 ss
- Tomás (en Ev. Tomás)
- Marta y María, como portadoras del ministerio eclesial en Lc 10, 38-42
- Samaritana de Jn 4
- El discípulo Amado del 4º Evangelio (con la autoridad carismática de Santiago, conforme al Ev de Tomás)
- Los mártires del Apocalipsis etc.
6. MINISTROS Y MINISTERIOS ECLESIALES EN 1 Cor 15, 3-8

- El Cristo murió y fue sepultado
- Resucitó y se apareció…
- Ministros de las iglesias, son aquello a los que se les ha aparecido y les ha enviado Jesús para ser testigos de su pascua.
- Pedro y los Doce
- Quinientos hermanos (toda la iglesia de Jerusalén)
- Santiago y loe hermanos de Jesús
- Todos los apóstoles (helenistas)
- Yo mismo (Pablo), como el último.
- Pablo omite lo primero… Las mujeres. En este contexto, en contra de su praxis eclesial (quizá para no crear polémica innecesaria) omite el testimonio fundacional de las mujeres
- Pablo omite en reconocimiento eclesial… explícito. Todos los han sido testigos de Jesús resucitado son “ministros/fundadores” de iglesias… De esa forma puede correr el riesgo de que cualquier “vidente” pueda presentarse como ministro de la iglesia…
- 6. Pero, al mismo tiempo, Pablo apela a la comunión eclesial. El acepta como ministros de Jesús a todos los que han tenido esta experiencia de Jesús y anuncian su mensaje… siempre que, de alguna forma que él no establece jurídicamente, se mantengan en comunión con las iglesias.
7.DESARROLLO BÁSICO
Todo Israel, los Doce: varones y mujeres
Jesús escogió (constituyó) Doce discípulos, como signo de su misión pan-israelita. Pablo les sigue citando al comienzo de la experiencia pascual (1 Cor, 15, 5), pero su función específica Doce desapareció pronto en la Iglesia, que les recuerda como figuras simbólicas. Al escoger a Doce como signo y germen del nuevo Israel, Jesús no quiso centrarse en un pequeño resto, sino abrir un camino de Reino para todo Israel (humanidad entera). Jesús no creó una “secta” de elegidos, una minoría de puros o limpios, sino un movimiento universal de Reino, desde los más pobres, las ovejas separadas (excluidas, perdidas) de Israel (Mt 10, 6; 15, 24). En ese contexto se inscribe el tema de sus “apóstoles (saliah, apóstoles), enviados a las Doce Tribus de Israel[1].
Los Doce son todos. Otros grupos (fariseos, esenios…) podían tomarse como resto elegido, con rasgos de piedad positiva, pero con riesgo de hacerse elitistas. Pues bien, en contra de eso, partiendo de los excluidos del sistema, Jesús puso en marcha un movimiento que podía y debía abrirse a todos los hombres, desde la perspectiva de las Doce tribus, vinculando así dos grupos o tendencias.
-Los Doce son representantes de las tribus de Jacob, portadores de una esperanza nacional, que, en un segundo momento, podrían debían abrirse a todos los pueblos de la tierra (en la línea de apertura de Gen 12, 1-3 y de expansión profética a todos los pueblos de la tierra, que también el evangelio recoge: Cf. Is 2, 2-4; Is 43,5; Zac 8, 22; Mt 8, 11).
- Los mismos Doce son signo de los pobres-marginados, representantes del conjunto de la humanidad. Superando el riesgo de clausura y elitismo de los Doce. Ellos arraigan el movimiento de Jesús en la tradición de Israel, pero, al mismo tiempo, la superan, identificando a los israelitas con todos los pobres del mundo.
En principio, ellos no fueron apóstoles en sentido posterior (creadores de iglesias), sino testigos de la culminación israelita de Jesús, como dice 1 Cor 15, 3-6 al distinguir con toda precisión a los Doce de la primera experiencia pascual y a los apóstoles de las comunidades, a quienes se habría aparecido también Jesús resucitado. Pero después se borró la identidad y tarea específica de los Doce, y ellos mismos, como grupo desaparecieron, quizá poco después al 41/44 d.C. tras el “asesinato” de Santiago Zebedeo (Hch 12, 2), de manera que ya no aparecen en el Concilio de Jerusalén (cf. Hech 12, 2; Hech 15, 1-35 y Gal 2.
Los Doce fueron para Jesús signo y anuncio de la llegada del Reino de Dios para Israel, pero la tradición les ha visto como portadores de salvación para todos los pobres y necesitados del mundo. No eran misioneros enviados directamente a todos los pueblos del mundo, sino compañeros de su camino de reino (Mt: le han seguido; Lc: le han acompañado en las pruebas) en su tarea israelita.
Varones y mujeres. Entre las novedades del movimiento pan-israelita de Jesús destaca el hecho de llamar a varones y mujeres Ciertamente, él asume una visión masculina, propia de su tiempo, de forma que sus doce son todos varones (como los doce hijos de Jacob/Israel). Pero, en un nivel más hondo, varones y mujeres aparecen en su proyecto como iguales, sin prioridad de unos u otros. Jesús no ha sacralizado una sociedad patriarcal donde todo se hallaba estructurado de antemano. Por eso, sus seguidores tuvieron que empezar “enterrando a sus muertos”, vinculados a un padre patriarcal (cf. Mt 8, 22), para crear una familia de hermanos, hermanas y madres, en corro de igualdad (Mc 3,31-35; 10,29-30 par).
El orden legal ratificaba unas funciones establecidas de forma jerárquica: padre sobre hijo, varón sobre mujer, rico sobre pobre, bueno sobre malo, sano sobre enfermo etc. Pero, en gesto provocador, Jesús ha invertido esa estructura y llama bienaventurados a los pobres, cura a los enfermos y ofrece el reino a pecadores, incluyendo a mujeres que, según la tradición de Mc 16, 1-8, han sido de hecho las que han ratificado y cumplido la esperanza de un reino universal, sin relaciones jerárquicas:
– No buscó letrados expertos en conocimientos, sino a todos, varones y mujeres, iguales ante Dios, responsables ante el Reino, como muestran las parábolas. No fundó un equipo de expertos varones, especialistas de ley, sino una escuela abierta, donde todos (varones y mujeres, niños y mayores), pueden escuchar, entender y seguirle.
–Rechazó a los poderosos (sacerdotes, letrados), pues ellos se oponían al “derecho” de los pobres. Por eso, a lo largo de su vida (y sobre todo, al fin de ella) las mujeres han conectado mejor con su movimiento. En otro sentido, su mensaje las sitúa en un mismo plano de opresión y esperanza con los varones, al vincular a las prostitutas con los publicanos (cf. Mt 21,31). Unos y otras parecían obligados a vender su cuerpo (mujeres) o su “honestidad” (varones) al servicio de una sociedad de poder que les utilizaba y oprimía.
No fue simple reformador social, sino profeta de transformación escatológica, superando el dominio del varón sobre la mujer, iniciando un camino donde cada uno (varón o mujer) vale por sí mismo, en comunión de Reino con los otros. Su texto del eunuco (Mt 19,12) supera todo patriarcado, de forma que los seres humanos valen y son, en su verdad, como personas. Lo que dice Jesús vale igual para hombres y mujeres, pues son iguales, "como ángeles del cielo", sin necesidad de levirato (cf. Mc 12, 18-27)[2].
Familia rota, recrear la familia
No quiso fundar una comunidad patriarcal, sino establecer una familia igualitaria de varones y mujeres (cf. Mc 10, 2-9; 12, 28-34) empezando por los pobres, en la línea del Dios creador, a quien una larga tradición había concebido como esposo (amigo) de los hombres. Por eso llamó a unos compañeros, itinerantes como él, pidiéndoles que dejaron casa y familia para seguirle, anunciando y promoviendo con su palabra y ejemplo la llegada del Reino (cf. Mt 10, 6).
El Imperio (Roma) se organizaba en línea descendente, partiendo de los órdenes superiores, según el modelo de una familia “rica”, donde los altos (patronos) favorecían a los bajos (clientes), y los clientes sostenían a los altos, que imponían su poder sobre la pirámide sagrada, en cuyo escalón inferior, casi bajo tierra, se agazapaban, en fin, los prescindibles, que no servían ni como clientes o artesanos. Pues bien, sólo quien supera un tipo de posesión familiar y/o económica centrada en un padre y en el poder de unos bienes, podrá conseguir una familia con madres, hermanas/hermanos e hijos, con bienes compartidos, pero sin padres posesores y jerarcas.
Jesús vincula en gratuidad a ricos y pobres, varones y mujeres, no para dejar a cada uno donde estaba, sino para abrir espacios donde todos puedan compartir riqueza (casa) y relaciones (hermanos-as y madres), de forma que la pérdida de casas y familiares en línea de posesión se vuelve ganancia, el ciento por uno en familia y posesiones, pero sin padres dominadores. Lógicamente, entendido y vivido así, el movimiento de Jesús se expresa en forma de gran “revolución” de la familia:
No penséis que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino espada: he venido a enfrentar al hombre con su padre y a la hija con su madre y a la nuera con su suegra…Y los enemigos de un hombre serán los de su propia casa (Mt 10, 34-36; cf. Lc 12, 51-53; Miq 7, 6).
Probablemente, la frase inicial (¡no he venido a traer paz, sino espada!) proviene de un profeta posterior, que habla en nombre de Jesús, pero ella recoge su experiencia más profunda, que él expresa de un modo más hiriente, escandaloso y personal en la continuación del texto anterior
Quien ame a su padre o madre más que a mí no es digno de mí, y quien ame a su hijo o hija más que a mí no es digno de mí; quien no tome su cruz y me sigue no es digno de mí (Mt 10, 37-38; Lc 14, 25-27).
Mateo ha formulado este pasaje en forma comparativa (quien ame más...). Lucas lo hace de un modo excluyente (quien no odie a su padre o madre...). Odiar significa superar un tipo de padre y madre que domina sobre los demás, que excluye y oprime a los pobres y pequeños, vinculándose a Jesús, representante de los hambrientos, sedientos y excluidos (Mt 25, 31-46). Amar a Jesús es amar y acoger a los más pobres, creando comunión de reino con ellos. Rechazar a los pobres es rechazar a Jesús, mesías de Dios y de su reino. Aceptar a Jesús (vincularse a su Reino) significa romper un tipo de familia de imposición, centrada en un padre poderoso (que excluye a los pequeños y los pobres, los enfermos, impuros etc.), vinculándose en amor a los excluidos y condenados sociales. Ésta es la opción que exigía el Reino en aquel momento de gran cambio económico, social y familiar, en Galilea.
Este amor de familia más alto y extenso que propone no es una opción ideológica, sino un compromiso existencial y social, que exige la ruptura de fidelidades socio/religiosas fundadas en un “padre/patriarca”, propias del judaísmo (de Galilea o Jerusalén) y propias del imperio romano, y la apertura a los pobres y excluidos. Esta opción de familia implica una ruptura radical, no de fe separada, sino abierta a la vida, en comunión a todos los hombres:
Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los sanedrines y os azotarán en sus sinagogas y os llevarán ante gobernadores y reyes (Mt 10, 17-18; cf. Mc 13, 9). El hermano entregará a muerte a su hermano, y el padre a su hijo. Se levantarán los hijos contra sus padres y los matarán. Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin, éste será salvo (Mt 10, 21-22; cf. Mc 13, 12-13; Lc 12, 11-12; 21. 12-19).
Posiblemente, esta palabra ha sido reformulada también por la Iglesia, quizá en Galilea, cuando los seguidores de Jesús iban siendo rechazados por otros grupos socio-religiosos, pero responde a la experiencia originaria de Jesús: Para defender sus privilegios (es decir, los de una clase superior de tipo económico-social o incluso religioso, en el mal sentido de la palabra), el poder establecido apela a la violencia, mientras aquellos que construyen su familia desde el margen de la sociedad no pueden defenderse por la fuerza y quedan a merced de los poderes establecidos. El orden social y familiar antiguo se hallaba presidido por ancianos, representantes de la tradición, portadores de una memoria colectiva de autoridad del varón sobre la mujer, del padre sobre el hijo, del pasado (tradición) sobre el futuro. El movimiento de Jesús invierte ese esquema, no tiene jerarquía de presbíteros/padres, ni exclusión de pobres[3].
Primera estructura: itinerantes y sedentarios
Jesús escogió a doce compañeros/enviados como testigos y signo del nuevo Israel de las doce tribus, pero también acogió y escogió y a otros amigos/compañeros itinerantes, varones y mujeres, para que compartieran su tarea de reino. Al mismo tiempo llamó y educó para su reino a personas y grupos de sedentarios, varones y mujeres que vivían en sus aldeas y en sus casas, poniendo en marcha experiencias de acogida, comunión y esperanza por el reino de Dios.
En esa línea podemos hablar de di-arquía eclesial (dos poderes), pero mejor de un di-agápia, esto es, de una comunión de personas que se integran y vinculan por dos formas de amar que se complementan, una más itinerante, otra más sedentario, en línea de reino, no de jerarquía y subordinación sino de diálogo vida:
- Los itinerantes no tienen casa propia, o la han dejado (como los Doce y algunas mujeres: cf. Lc 8, 1-3), para iniciar con Jesús una vida móvil de nómadas de Dios, ministros y testigos de la vida, portadores de una sanación radical. Estos itinerantes, sin casa ni familia estable, liberados para liberar a los demás, son médicos del reino cf. Mc 6, 6-13 par), pues pueden curar con su libertad a los que tienden a encerrarse en su casa egoísmo. Jesús les ha liberado (curado), y de esa forma ellos pueden ofrecer a los demás el testimonio de su propia vida “liberada”, en amor, en gratuidad que sana y transforma a los sedentarios que tienden a caer enfermos. No predican con palabras separadas, no transmiten una pura doctrina interior, separada de la vida, sino que sanan con su vida sanada.
- Por su parte, los sedentarios que poseen casa y campo, con familia estable (establecida) no pueden encerrarse en lo que tienen, sino compartirlo con los pobres (con aquellos que no tienen pan, casa o familia, como proclama Mt 25,31-46: Tuve hambre y me disteis de comer. No tienen la libertad de vida de los itinerantes, pero pueden y deben compartir lo que son y lo que tienen, si se dejan curar por los pobres, a quienes acogen y con quienes comparten lo que son (casa, mesa, palabra).
En principio, la itinerancia del Reino (empezando por los doce testigos y enviados de Jesús y, sobre todo, por unas mujeres que le siguen y transmiten el testimonio de su resurrección) no es un ideal filosófico (como el de algunos grupos de cínicos, estoicos o epicúreos), ni una renuncia ascética, ni una ley impositiva universal, sino una forma de vida liberad al servicio de la misión del Reino. Por eso, itinerantes y sedentarios pueden ser alianza de vida en amor (no pacto de intereses), convocados por Jesús al Reino de Dios, cada uno desde su circunstancia social y familiar, para acogerse y enriquecerse unos a otros en amor
En contra de un pauperismo antiguo o moderno, Jesús no ha rechazado a los sedentarios, dueños de casas y campos que simbolizan el antiguo modelo social israelita, presentado al principio de este libro, al referirnos a las tribus cuando cada familia poseía su heredad y vivía en armonía (alianza) con otras familias del entorno. No fue purista (no trataba sólo con pobres sin casa), sino que buscó (y llamó) también a propietarios (sedentarios), a quienes ofreció igualmente el Reino de Dios, pidiéndoles que acogieran a los pobres e itinerantes, no sólo con sus bienes, sino con (en) sus casas.
No proclamó una oposición violenta de unos contra otros (itinerantes contra propietarios), sino un movimiento de recreación (comunión) en el que cupieran todos, de manera que los itinerantes ofrecieran a los sedentarios su palabra abierta, su testimonio de salud, su esperanza de reino y que, por su parte los “ricos” sedentarios pudieran compartir casa, comida y familia con los itinerantes. No condenó casa y riqueza, pero quiso que la misma casa/comida fuera espacio y camino de comunión en la palabra. No quiso que entre entro unos y otros hubiera guerra, ni tampoco un contrato de poder (conforme a los intereses de cada grupo), sino una alianza personal de vida, un camino y espacio de comunicación y transformación (simbiosis), desde los más pobres, en libertad, en gratuidad, sin imposiciones jurídicas externas, sin controles de poder, sin propiedad particular de unos u otros, pues la riqueza/propiedad del evangelio es para bien de todos.
- Jesús asume, por un lado, el modelo de los propietarios agrícolas, instaurado tras la “conquista” israelita del siglo X-IX a.C. (cf. Jos 18-24) y ratificado por la ley del jubileo (Lev 25). En una línea, esos propietarios autónomos de tierras eran representantes del verdadero Israel y así los entiende, simbólicamente, la legislación de la Misná, en un momento y circunstancia en que gran parte de los judíos (sobre todo en la diáspora) no eran ya propietarios agrícolas.
- Jesús conecta, por otro lado, con el ideal y modelo de los itinerantes del Éxodo, que vinieron de Egipto o de la estepa oriental, en busca de tierra, portadores de nueva esperanza, como los pobres y expulsados de Galilea, a quienes Jesús hace destinatarios del Reino de Dios y sanadores, pero no para conquistar con violencia la tierra de otros, sino para anunciar a todos el Reino, curando a los propietarios y quedándose en sus manos.
Los itinerantes de Jesús no toman la tierra por guerra, ni aniquilan a los propietarios (como pedían ciertas leyes: cf. Ex 23, 23-33; 34, 11-16; Dt 7, 1-6 etc.), sino que les ofrecen salud y curación, abriendo para todos un camino de solidaridad de Reino). Así retoman la suerte de los itinerantes antiguos (hebreos sin tierra), para iniciar con (como) ellos un camino de Reino, desde Galilea, no para proclamar la guerra, sino para anunciar y ofrecer el Reino a los mismos sedentarios-propietarios, invirtiendo el esquema del éxodo (salida de Egipto) y la conquista antigua de la tierra. No todos los itinerantes de Jesús lo han sido por mendicidad, aunque algunos han podido empezar como mendigos fijos o móviles (el ciego de Jericó era sedentario y tomó el camino de Jesús al ser curado: cf. Mc 10, 46-52). Unos por condición, otros por vocación de Reino, itinerantes y sedentarios de Jesús se vinculaban en comunicación de vida y bienes, no en línea de patronazgo y clientela (como en la sociedad romana), sino de fraternidad de Reino.
El esquema de patronazgo-clientela de las ciudades helenistas y romanas tenía una estructura social de tipo clasista: los patronos necesitaban clientes; los clientes apoyabana los patronos. Entre unos y otros se establecían relaciones de poder, en línea de aprovechamiento mutuo (no de solidaridad). En contra de eso, los itinerantes cristianos no buscaban la protección de patronos ricos, sino la llegada del Reino, que ellos anunciaban, siguiendo a Jesús (la mies es mucha, los obreros pocos: cf. Mt 9, 37-38; Lc 10, 2). Allí donde Juan Bautista terminaba su camino (anunciando el fin, con hacha-fuego-huracán), empieza Jesús, proclamando su Reino, de forma que en vez de hablarse juicio (destrucción de toda familia), puede y debe hablarse de nuevo nacimiento: ¡Ha llegado el Reino! (cf. Mc 1, 14-15).
En ese fondo se entiende la prisa de Jesús itinerante. No espera que las multitudes vengan (como al rio de Juan o al templo de los sacerdotes), sino que él mismo acude, como (con) otros itinerantes, buscando a los expulsados y aplastados de la vida ovejas sin pastor, gentes sin casa ni familia (cf. Mt 9, 36). Sale de su espacio anterior (Nazaret), deja su trabajo de artesano itinerante, se separa del Bautista e inicia el camino de Reino, con unos compañeros, al servicio de la obra de Dios. Jesús y sus compañeros fueron itinerantes de campo, iniciando desde las aldeas del entorno del lago (no desde las ciudades ricas), la marcha del Reino. La trasformación empezaría en esos campos y aldeas, donde vendrían a juntarse itinerantes y sedentarios, retomando el camino de los hebreos antiguos en busca de la tierra compartida, para ser simiente de pan, casa y palabra superior, con un ciento por uno de abundancia y riqueza (cf. Mc 10, 29-30 par)[4].
El mensaje y proyecto de Jesús y sus itinerantes se vincula así de forma inseparable con el trabajo real de los propietarios, pues el campo ha de labrarse (trabajarse) y la casa edificarse, como fuente de vida y cobijo para todos. Según eso, agricultores y artesanos pueden y deben seguir realizar una tarea esencial (en contra de algunos milenaristas puros que abandonaban casa y trabajo porque esperaban el fin inminente), pero los propietarios no pueden imponerse sobre los pobres, sino acogerles (dejándose sanar) y servirles (compartir con ellos pan y casa).
Notas
[1] Cf. Meier, Judío marginal III, 145-272). Jesús había retomado este signo de las doce tribus para incluir en su llamada a todos los israelitas, no por negación de los gentiles (como puede haber pensado una iglesia judeocristiana posterior), sino por fidelidad al “plan profético de Dios”. Al rodearse de “Doce” y caminar con ellos, Jesús se opuso a otros grupos del judaísmo de su tiempo, más centrado en templo y rabinato, cf. M. Trautmann, Zeichenhafte Handlungen Jesu (FB 37), Echter, Würzburg 1980, 167-233.
[2] Muchas tablas de moral familiar de entonces, como las de las iglesias postpaulinas (Col 3,18-4,1: Ef 5,22-6,9; 1 Ped 3,1-7 etc.), contenían mandatos distintos para varones y mujeres. Jesús ignora (supera) tales distinciones, no formula una segunda moral de mujeres, sino la misma para todos,
[3] Desde ese fondo han de entenderse las discusiones de la iglesia antigua al enfrentarse con la «ampliación» de la familia de Jesús a los gentiles, superando las fronteras de una ley de familia israelita, tal como aparece en Gal 2-4 y Hch 15. Para proclamar e instaurar el Reino, Jesús ha debido romper una una religión establecida al servicio de los poderosos. De esa forma ha suscitado un intenso conflicto en la misma Galilea, pues las élites económico-sociales de aldeas y pueblos impugnaron su proyecto y camino (familia) de Reino no por diferencias de tipo doctrinal, sino por su forma de recrear la familia del Reino.
[4] Ése camino de Dios es una alianza de itinerantes pobres y de sedentarios a quienes los itinerantes anunciaban y ofrecían el Reino. Esa itinerancia no se puede tomar en abstracto como si fuera un valor en sí, como parece decir Ev. Tomás 42: Sed itinerantes, sino que ha de tomarse como alianza de personas:
(a) Jesús no ha querido un Reino/iglesia exclusiva de itinerantes pobres. Por eso no les llama y envía para que combatan a los sedentarios, sino para que les anuncien el Reino, curándoles y poniéndose en sus manos (en sus casas: cf. Mc 6, 6-13 par). No convoca a mendigos-soldados-violentos (como el primer David: cf. 1 Sam 22, 2), para encabezar con ellos una rebelión militar, sino a mendigos-itinerantes (los Doce, otros compañeros, varones y mujeres), portadores de paz, promotores y heraldos de un Dios del Reino.
(b)Tampoco ha querido una iglesia exclusiva de sedentarios patronos de los pobres, a quienes ofrecerían limosna desde arriba. No busca generosidad patronal de unos y dependencia material de otros, sino convivencia mutua, desde los más pobres, sabiendo que con ella llega el Reino. En esa línea nos sitúa Mc 10, 29-30 par.