Algo se mueve en Roma. Nuevo Presidente del IOR (Banco Vaticano)

Los medios de comunicación acaban de anunciar (09.07.14) que Jean-Baptiste de Franssu sustituye a Ernst von Freyberg como Presidente del IOR (Banco Vaticano). Esa noticia viene acompañada de comentarios de diverso tipo, con “posibles” escándalos económicos del IOR y con enfrentamientos internos de grupos de poder dentro del mismo Vaticano (con nombres bien conocidos en el mundillo eclesiástico).

Yo mismo publiqué en este portal una nota con Trece Propuestas para el cambio del Banco Vaticano (02.07.14). Ahora retomo lo allí dicho, en otras perspectiva. Mi postal tendrá tres partes, bien diferenciadas

1. Monedas de colección, euros vaticanos. El Estado del Vaticano ha puesto en venta hace unos días serie de monedas (euros) con la efigie del Papa Francisco. Se trata es una moneda para coleccionistas (lo mismo que sus sellos), un tema que en sí podría ser puro folklore, pero que tiene un inmenso valor simbólico de auto-afirmación.

2. IOR, Banco Vaticano. Retomando y simplificando lo dicho el 02.07.14 me atrevo a ofrecer unas propuestas sobre el sentido y función del dinero en el IOR, como dinero de crédito inmediato para un servicio social para bien de los más pobres (y para un tipo muy concreto de necesidades de la Iglesia).

3. Una propuesta de fondo, "conversión económica del Papado". La "transformación del IOR" sólo puede entenderse a partir de una conversión radical del Vaticano..., y de ella quiero tratar con cierta precisión. Es muy posible que haya algún buitre aposentado en las "altas alturas" del Vaticano (con fondos buitre...). Pero no trato aquí de ello. Quizá lo haga otro día comentando el famoso texto de Is 22, 15-18. Buen día a todos.






1. UN TEMA DE FOLCLORE. MONEDAS DE COLECCIONISTA.



Por acuerdo con Italia, tras los pactos lateranenses, el Estado Vaticano sigue acuñando moneda (como hacía antes de la supresión de los Estados Pontificios: 1l 1870 d.C.). Antes era Lira (me gustaba más), ahora es el Euro. Es una moneda interna, para uso del mismo Vaticano (y de los coleccionistas), que no tiene valor propio, sino el de la Lira o el Euro, que lo respalda, y con cuyo permiso se emite (el de Italia), en pequeñas cantidades, pero con un inmenso valor simbólico:

Moneda de nostalgia. Cuando llegué de estudiante y viví varios años, desde el 1966, muchos me pidieron monedas vaticanas, con la efigie de Pablo VI, liras de oro, que en España entonces no se conseguían, para coleccionistas y curiosos y, sobre todo, para arras de bodas. Entonces (en los años 60 y 70 del siglo pasado) me parecía un tema bonito, ahora me enoja ¿me he hecho viejo? ¿o es que no soporto algunos signos? Lo cierto que cuando solía ir por el Vaticano solía conseguir alguna moneda y la conservaba como talismán, pero en algún momento regalé las últimas que tenía. ¿Qué diría Jesús si volviera: de quién es esa efigie...? (cf.Mc 12).

Moneda oficial. Me había olvidado del tema, hasta que hace poco ha salido en toda la prensa. El Vaticano ha acuñado nuevamente moneda, euros europeos, con valor oficial, respaldados por Italia. Y ha puesto en su cara el rostro del Papa Francisco. No me lo esperaba. Pensaba que con los problemas del IOR y de la reforma de las finanzas vaticanas se acababa la “moneda de Pedro”, que según el evangelio de Mateo no era de él (de Pedro), sino del “lago” milagroso y servía para pagar impuestos religiosos… “por ahora”.

Moneda de Pedro. El texto de Mateo dice que los “hijos” no pagan impuestos, nos tienen monedas internas en casa… Pero, para evitar escándalos, aquel texto simbólico (¡nada de historia, es muy posterior a Jesús!) hablaba de una moneda que se pesca y entrega a las autoridades que quieren dinero religioso. Así tenía que ser la moneda de Francisco... tomada del "lago" y devuelta a los poderes religiosos que no son los suyos (este Pedro de Mateo no tiene poder de moneda, ese poder lo tenía el Templo-Estado de Jerusalén, a cuya imagen parece haberse construido este Vaticano con moneda propia).

Moneda de Jesús. Mucho más duro es el texto de Marcos (tomado luego los demás sinópticos) en los que se recuerda que Jesús no llevaba moneda, ni dinero suelto. Por eso, cuando le hablan de impuestos, pide una moneda a un presente y le dice: “de quién es esa cara”… ¿Es del César? Pues devolvédsela al Cesar… Y Jesús siguió el camino sin medio Euro en el bolsillo.

No veo claro el tema de la moneda de Francisco Moneda de Francisco. Pienso que el Papa Francisco no quiere moneda, pero le han metido en el Euro, le han encajonado... Estoy convencido de que en el Estado Vaticano hay muchos quisieran que el "doblón papal" fuera más fuerte que el Dólar, que el Yen o el Euro... para seguir conservando sus finanzas... Pero estoy convencido de que el tema no debe ir por ese camino. Así me gustaría que el Papa Francisco se enfadara porque le han hecho cara de moneda, y pidiera que se la devolvieran… y sobre todo que disolviera el Banco Vaticano en cuanto banco de finanzas.


2. PROPOSICIONES ANTERIORES (02. 07. 14)

En la postal de hace una semana ofrecí un pequeño relato histórico sobre la moneda del Estado Vaticano, partiendo de algunas consideraciones bíblicas y teológicas. Aquí retomo los motivos principales.


1. Para ser signo evangélico, el Banco Vaticano tiene que desvincularse totalmente del capital financiero (dinero que crea dinero, a costa de la vida de los hombres). Tiene que hacerlo hoy, no dejarlo para mañana, poniendo todas sus cuentas absolutamente claras, trasparentes (como sabía y hacía san Pablo, cuando organizó la colecta a favor de Jerusalén. ¿O es que los monseñores del Vaticano no leen a Pablo).

2. El Banco Vaticano tiene que ser una institución puramente “crediticia”, donde los que quieran coloquen su dinero (totalmente legal), no para ganar (¡ni siquiera para cobrar intereses!), sino para agilizar y expresar la exigencia evangélica de la comunicación de bienes entre los cristianos. La Iglesia sabe desde el principio (¡testigo el evangelio de Lucas!), que la fe en Dios (credere-pisteuein) es inseparable del “crédito” en el campo económico. En esa línea, el Banco Vaticano sólo tiene sentido si deja de ser máquina de hacer (o camuflar) dinero, en manos de algunos “patronos”, y se convierte en signo de transparencia económica, al servicio de la comunicación de bienes, para los más pobres.

3. Es muy posible que esa “conversión” del Banco Vaticano exija el abandono del mismo Estado Vaticano, nacido por las armas desde Pipino el Breve, crecido con dinero de sus “bancos” desde el renacimiento. Sólo si desaparece el Estado de la Iglesia, y si las cuentas de su Banco se vuelven transparentes al cien por cien, sin excepción ninguna (¡sin dinero financiero!), podremos “creer” que el Vaticano puede ser cristiano. Por ahora nos cuesta muchísimo.

4. Una vez que el Banco Vaticano sea lo que ha de ser, en línea de evangelio, y que así lo muestre (¡que lo vean incluso los no cristianos…!), podremos hablar de una conversión católica del dinero, que no actúa ya al servicio de sí mismo, sino de los pobres (tema de fondo del evangelio de Lucas). El Vaticano no necesita más dinero, sino más solidaridad. No necesita más “funcionarios” (casi todos le sobran), sino más comunicación personal… El Vaticano no necesita Estado Vaticano, ni siquiera sus grandes edificios, con sus muros… Su servicio en pro de la Unidad Católica puede y debe realizarlo de otra manera, como he venido indicando en este portal.

3. SEIS NUEVAS PROPUESTA CON UN APÉNDICE

Retomo así un motivo del que he venido tratando en postales anteriores de este blog, insistiendo en algunos puntos ya indicados, pero de manera más precisa. No se trata de un programa cerrado, sino de un exálogo, es decir, de seis de indicaciones básicas para seguir en el Camino, tras veinte siglos de cristianismo. Porque creo que es importante el ministerio de unidad del Papado para la Iglesia (urbi) y para el mundo (orbi) propongo este decálogo de reforma.

El papado no forma parte del principio de la Iglesia, pero ha surgido como institución importante, al servicio de la unidad eclesial, a partir de intuiciones y datos del Nuevo Testamento, especialmente del evangelio de Mateo, y de la misma dinámica de la Iglesia cristiana, desde la perspectiva del Imperio Romano, en la Historia de Occidente. Estoy convencido de que ese despliegue sorprendente y paradójico del papado no responde sólo a la casualidad de la historia y a la lucha normal por el poder que se establece en todas las instituciones, sino al impulso de unidad y solidaridad del evangelio. En esa línea pienso que el Papado es una institución positiva, aunque debe purificarse, renovarse y adaptarse a la realidad cristiana y al mundo actual, en la línea de los motivos que voy citando en lo que sigue.

1. Autoridad sin poder político, volver antes del siglo VIII. A mediados del siglo VIII, Pipino el Breve, padre de Carlomagno a quien el Papa coronará emperador el año 800, creó unos “Estados Vaticanos”, que existen hasta el momento actual, para garantizar la autonomía social y religiosa de la iglesia romana, en un mundo enfrentado (oriente y occidente) y amenazado por duras presiones militares de ostrogodos, lombardos y señores levantiscos del entorno de Roma. Pasados casi 1300 años, en un contexto político-militar muy distinto, el Estado Vaticano ha perdido su sentido.

Pienso que el Papa debe abandonar, sin contrapartidas políticas, su poder soberano de Jefe de Estado, con su ejército (minúsculo, pero significativo) para situar su autoridad moral y religiosa en un plano de evangelio. No se trata de abandonar su autoridad cristiana, en la línea de Pedro (cf. Mt 16, 13-20), sino de dejar un tipo de poder político, para ser autoridad no sólo moral, sino religiosa y, sobre todo, evangélica, como signo de unidad entre los diversos “estilos” de vida cristiana. En sentido externo, durante esos siglos (del II al VII d.C.) fueron más importantes otros patriarcados e Iglesias (Alejandría, Antioquía y Constantinopla), pero sólo Roma ejerció una función mediadora de unidad (no de control ni dominio sobre las iglesias), sin poder político.,

2. Autoridad sin control sobre las iglesias, antes del siglo XI. El Papa había sido a lo largo de casi mil años el Obispo de la Gloriosa sede de Roma, conservaba el recuerdo de Pedro y de Pablo, centro de referencia entre las diversas sedes cristianas. En el siglo XI, por exigencias históricas, saliendo de una durísima crisis de muerte, y recreándose sí mismo (por impulsos de los emperadores germanos), a través de la Reforma Gregoriana, el Papa quiso imponer un tipo de unidad feudal (no cristiana) a las iglesias (y con ello logró que el oriente cristiano se separara de Roma).

Aquella reforma “gregoriana” tuvo algunos elementos positivos, sobre todo porque consiguió al final un tipo de independencia de la iglesia occidental frente a los emperadores; pero, en el fondo, terminó siendo un gran “fracaso” acabó identificando el cristianismo con un tipo de sistema religioso/social unificado. En la actualidad, el obispo de Roma debe recuperar su impulso apostólico de comunión, y para ello tiene que “dejar” a las iglesias en libertad, para que ellas mismas exploren y encuentren su camino cristiano, potenciando la comunión entre todas; en ese contexto es preciso superar las presiones y tensiones que llevaron al cisma cristiano entre oriente y occidente.

3. Autoridad sin grandeza, antes del siglo XVI. Tras el “cisma” de Aviñón y las disputas conciliaristas (segunda mitad del siglo XIV y primera del siglo XV), el papado inició un gran “carrera” de poder, convirtiéndose en banco de dinero y en centro de arte, poniendo a su servicio a los mejores pinores, escultores y arquitectos de su tiempo. De esa forma realizó una gran labor cultural, en línea humanista, pero separándose de las raíces del evangelio.

Uno de los motivos (ocasiones) de la Reforma Protestante fue el hecho de que los Papas quisieran construir los admirables complejos de la Basílica y los Palacios del Vaticano, que tardaron más de dos siglos en completarse… Un signo actual sería dejar esos palacios, no porque allí se viva mejor o peor, sino porque representan una historia que ha de ser superada y recreada, en un plano más alto. Los edificios del Estado Vaticano deberían pasar a un organismo internacional, como la Unesco, con fines culturales, de recuerdo histórico. Allí quedarían libros y archivos, toda una memoria de casi mil años de papado. En ese contexto es necesario retomar los buenos impulsos de la Reforma Protestante, pero en clave de unidad y comunión, retornando todos a la raíz del Cristianismo, la “Justificación” por la fe y el amor, por la unidad de las iglesias y la libertad de conciencia de cada creyente. Por eso, los palacios vaticanos (con la misma Basílica) deben convertirse en “museo cristiano de la humanidad”, para que el cristianismo sea lo que es, desde el evangelio.

4. Abandono de un tipo de poder económico. Los poderes del Vaticano son muchos. Yo mismo he distinguido algunos de ellos en un libro titulado: Historia y Futuro de los Papas (Trotta, Madrid 2006): poder político, magisterial, misionero, teológico, sacramental, ministerial, legislativo, ejecutivo, judicial, patriarcal… Pues bien, entre ellos se viene discutiendo en los últimos decenios el poder económico.

En el fondo de bastantes problemas de la administración papal ha existido, por lo menos desde la Baja Edad Media, una cuestión de dinero.Pues bien, la organización de la Curia Romana y el mantenimiento del Estado Vaticano necesita un fuerte soporte económico, que no se puede comparar al de las grandes compañías multinacionales, pero que resulta considerable, sobre todo, si se tiene en cuenta que no va dirigido al bien de los pobres, sino al mantenimiento de una institución de poder (con servicios estatales, nunciaturas etc).

Por otra parte, el control directo o indirecto que la Curia Romana (o los organismos oficiales) ejerce sobre los ministros de la iglesia tiene un elemento económico, que varía entre los diversos países, pero que sigue siendo considerable. Jesús no necesitó dinero para promover su mensaje, como indica de forma paradigmática la escena del joven rico (cf. Mc 10, 17-31), pero la administración de la iglesia romana necesita recursos, de tal forma que ella ha creado un Banco propio, el IOR que, por la lógica del mismo dinero, ha caído, al menos parcialmente, en las redes de una economía financiera que no es evangélica.

Evidentemente, el tema es difícil de resolver, pues toda institución requiere medios económicos, como saben todos los movimientos religiosos y sociales, cristianos o no cristianos, católicos o no católicos. Pero todo nos permite sospechar que la financiación del Vaticano no ha estado sólo al servicio de la comunicación económica de bienes, para bien vida de los pobres, sino que ha tenido elementos de especulación monetaria más cercanos al sistema capitalista que al evangelio.

Sólo un retorno radical a la pobreza de Jesús, que puede recibir y recibe dinero, pero sólo para servicio inmediato de los pobres (no se du movimiento en cuanto tal) podrá hacer que la iglesia romana pueda ser de nuevo cristiana, pues en este momento no parece serlo

5. Que el Papa sea obispo de Roma, como quiere Francisco. El Papa debería ser de nuevo, radicalmente, Obispo de Roma, ejemplo y lugar de referencia para las iglesias, como autoridad moral, dejando que las diversas iglesias sean lo que ellas quieren y pueden ser, pero en comunión, como red de comunidades. La inmensa mayoría de los “poderes” papales, centralizados en Roma, son hoy innecesarios, pues hemos entrado en la cultura de la red mediática y humana, sin un mando unificado, como antes hacía falta. En esta nueva red de iglesia, el obispo de Roma puede y debe ser muy importante, pero como hermanos entre hermanos, no como padre y maestro de otras iglesias.

En ese contexto, como he dicho, la Curia Vaticana debe “adelgazarse”, hasta desaparecer casi del todo… Ciertamente, los “papeles” del Vaticano han de permanecer, ser guardados y estudiados como memoria del pasado etc. Pero el Vaticano ya no debe hacer más “papeles” para el conjunto de las iglesias, sino que sean las mismas iglesias las que cultivan su camino, coordinadas entre sí de una forma nueva. Para ello estamos en una era nueva de “redes” informáticas, de comunicación y de búsqueda común, que responden mejor al evangelio que el centralismo actual de Roma. La gran tarea del Papa en este momento consiste en aprender a ser obispo de Roma, cosa que ha olvidado hace siglos. Sin el contacto directo de la gente de las plazas y los barrios de Roma no se puede ser obispo ni papa. Ese contacto no es una anécdota, es la verdad de base de la vida cristiana. Y ejemplo de cristiano ha de ser el Papa.

Apéndice ¿para qué buscar a un banquero?

Si las cosas son así de sencillas… no sé por qué se afanan tanto en el Vaticano buscando un banquero mejor que los anteriores (dos desfenestrados en dos años)… a no ser que haya grandes resistencias y grupos de poder que quieren el dinero (¡quizá con fines piadosos!). En el Vaticano no necesitan banqueros, sino dos cosas:

1. Una comisión que ponga en claro todos los manejos anteriores (si los ha habido). Que se sepa cómo se ha empleado el dinero, y que cada uno cargue con su responsabilidad.

2. Convertir el Banco Vaticano (con los ingresos de limosnas que hubiera) en una Institución de Servicios Sociales, para ayuda cristiana inmediata de los pobres (no de los pobres de la comunidad, sino de los pobres en general, como responde Jesús al rico que quiere darle dinero, en Mc 10, 17-22 par)

3. El dinero como las patatas:
Danos las patatas nuestras de cada año… Jesús pide “el pan nuestro cada día”, y ese debía ser nuestro modelo: Que el Banco Vaticano reciba cada día lo vuelva a repartir… En caso de necesidad de puede ampliar el plaza cada año, como decías las buenas señoras de nuestros pueblos: ¡El dinero tenía que ser como las patatas, que nos llegue hasta el año próximo…



Copiar: http://evangelizadorasdelosapostoles.wordpress.com/2014/06/18/limpiando-el-vaticano-por-paul-vallelyjune/

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