(Pablo 20) Una canción de amor (1 Cor 13)

Al acabar su primera reflexión sobre las instituciones de la Iglesia (tras 1Cor 12), para ser fiel a la misma dinámica de su pensamiento, Pablo tiene que romper el ritmo argumentativo de su discurso (razonado y catequético) y ofrecer una canción de amor. Deja por un momento el hilo de los argumentos y, para entender y situar mejor lo que aún debe decir sobre ministerios y luchas eclesiales (de las que tratará 1 Cor 14), cambia de ritmo y lenguaje y entona una canción de amor, con elementos tradicionales de la predicación cristiana y de la filosofía moral del entorno judeo-helenista. Esta canción (1 Cor 13), que puede parecer extraña al argumento de los ministerios de la iglesia, fundamenta y profundiza su sentido, situando todo su discurso en un nivel de gratuidad, de amor y de evangelio, es decir, de gran gozo cristiano. Cuando acaban los argumentos queda el canto. Así quiero evocarlo, ante la Cruz de Gorbea, recordando las palabras del canto de mi monte de Orozko: "Maritxu, ven, escúchame, óyeme ésta canción de amor; que suele ser, amanecer, al toque de oración. Maritxu, sube al monte y verás...". Así imagino a Pablo, parando su discurso y poniéndose a cantar a Maritxu. Buen día a todos, con este amanecer desde el Gorbea.


¿Por qué parar y hablar de amor? Un sándwich teológico.


Pablo ha presentado ya los problemas básicos de la división de ministerios y antes de retomar el argumento y decir la palabra decisiva se detiene, como parar tomar aliento, planteando todo el tema en una perspectiva más alta. Se detiene y dice: ¡Todo esto que os digo sobre los diversos ministerios del cuerpo de Cristo sólo puede entenderse en un plano de amor!

Ésta es su forma de escribir, con un estilo que suele llamarse también de “tríptico”. Pablo ha dado ya una primera explicación del tema y siente la necesidad de pararse, para ofrece una digresión espiritual, para subir de nivel y tomar el aliento y volver de nuevo al tema. Ésta es la digresión del amor, la página más gozosa de las cartas de Pablo.


Esto es lo que algunos exegetas y críticos literarios llaman sándwich teológico: una de pan, en medio jamón y otra vez pan. Pablo ha dado una de pan (1 Cor 12) y volverá a dar otra (1 Cor 14); pero en medio introduce una loncha de jamón. De todas formas, muchos exegetas y estudioso de la Biblia, afirman que eso no era claro para Pablo y que este capítulo es una glosa o añadidode un copista posterior, de manera que el texto primitivo pasaría de 1Cor 12, 30 (¿todos hablan lenguas, todos interpretan?) a 1Cor 14, 2 (el que habla en lenguas...). El intermedio (1Cor 12, 31-14, 1) sería un añadido que rompería el orden y ritmo del discurso de Pablo, que, después de hablar del cuerpo de la iglesia de y los dones en línea general (1Cor 12), debería haberse ocupa ya en concreto de la glosolalia y profecía (1Cor 14).

Esa solución es posible y resolvería algunas cuestiones que plantea 1Cor 13, cuando se lee en perspectiva de Pablo. Pero, a nuestro juicio, crea más dificultades que las que resuelve. Ciertamente, existe cierta tirantez entre el centro (1 Cor 13) y los extremos (1 Cor 12-14) del tríptico eclesial. Pero esa tirantez pertenece a la misma estructura del argumento o, mejor dicho, a la misma realidad de las cosas evocadas.


Un canto al amor en tres partes

Esta canción de amor (1 Cor 13), que da sentido al tríptico completo de 1Cor 12-14, consta también de tres partes, que forman otro tríptico o sándwich literario

a. 13, 1-3. Principio. El amor es lo único valioso.
b. 13, 4-7. Centro: cualidades del amor, personificado como poder divino.
a'. 13, 8-12. Meta: permanencia del amor, victoria sobre el tiempo.

La primera y tercera (a y a') están relacionadas, aunque hay avance de una a otra. La central (b) puede entenderse de manera más autónoma, y se parece a los 'encomios' que solían hacerse a las virtudes en la filosofía moral del tiempo.

El lenguaje y estilo general del conjunto de este capítulo ofrece rasgos especiales. Pablo no argumenta como hacía antes, sino que recoge y presenta un canto bello (retórico, emocionado), asumiendo elementos que le ofrece la tradición de la iglesia. Por eso emplea algunas palabras básicas (entre ellas la fe) de un modo algo distinto al que ellas tienen en oros lugares de sus cartas. Como he dicho, el texto tiene tres partes, que voy a presentar unidas, para luego comentarlas una a una:

Introducción

Estimad los dones (carismas) más importantes
Y aún os voy a mostrar el camino por excelencia (12, 31)

a. Principio: Si no tengo amor…

a. Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles,
si no tengo amor, sería como metal que resuena o címbalo que retiñe.
b. Y si tuviera profecía
y viera todos los misterios y toda la gnosis,
y si tuviera toda la fe, hasta para trasladar montañas,
si no tengo amor, nada soy.
c. Y si repartiera todos mis bienes
y entregara mi cuerpo para ser quemado,
si no tengo amor, nada sirve (13, 1-3)

b. Cuerpo central. Cualidades del amor

1. El amor tiene gran ánimo, el amor es bondadoso;
2. no tiene envidia, no se jacta, no se engríe,
3. no se porta indecorosamente, no busca su propio provecho,
4. no se irrita, no piensa en el mal;
5. no se alegra de la injusticia, sino que se alegra con la verdad;
6. todo lo cubre, todo lo cree, todo lo espera,
7. siempre permanece (13, 4-7)

c. Meta. Siempre habrá amor

El amor nunca termina.
a. La profecía desaparecerá; las lenguas cesarán, la gnosis desaparecerá.
Pues sólo conocemos en parte y sólo en parte profetizamos
pero cuando llegue lo perfecto desaparecerá lo que es parcial.
b. Cuando era niño hablaba como niño, sentía como niño, razonaba como un niño.
Pero cuando me hice adulto abandoné lo que era de niño.
a'. Ahora vemos como en un espejo, en enigma (borrosamente;)
entonces, en cambio, veremos cara a cara.
ahora conozco sólo parcialmente,
pero entonces conoceré como he sido conocido (por Dios).
[Síntesis] Permanecen, pues, la fe, la esperanza y el amor, estas tres realidades,
pero la más importante de todas es el amor (13, 8-13)


Conclusión

Buscad el amor,
estimad los dones más importantes (14, 1a)

¿Dónde situar el amor?

El texto está enmarcado entre una introducción y una conclusión que se corresponden y sitúan el amor (ágape), como realidad más excelente, en el ancho campo de los dones o carismas, de los que ha venido hablando 1 Cor 12 y tratará después 1 Cor 14. El amor no es un don más junto a otros, un servicio o ministerio diferente, sino el poder de Dios, la realidad fundamental que da sentido y realidad a todos los servicios eclesiales. Hasta ahora habíamos hallado principios y caminos de autoridad concreta, formas de ejercer la tarea de la palabra u del servicio mutuo dentro de la iglesia. Ahora encontramos el 'camino por excelencia' (kath'hyperbolên hodon), aquel que define y da sentido a todos los restantes.

Esta es la revelación del amor, que no se identifica ya con un ministerio más entre otros, sino que es como el alma de todas las restantes. Por el contexto que acabamos de estudiar y por el texto recién citado, este amor puede situarse en cuatro planos que son complementarios:

-- Se habla de amor, está Cristo, aunque no se diga Significativamente, este canto al amor no cita a Dios ni a Cristo, en contra de lo que sucede en otros textos (cf. Rom 5, 5.8; 8, 35; 2Cor 5, 14). Es como si Pablo quisiera dialogar aquí con todo el ancho mundo de la experiencia religiosa y de la gracia, por encima de las diferencias confesionales (presentando un canto que vale lo mismo para judíos y gentiles. En un sentido, éste no es un canto cristiano, pues no hace falta ni citar a Cristo. Pero si miramos el texto en otra perspectiva, a la luz de lo ya dicho en 1Cor 12, 12-26, descubriremos que este canto es una expansión y comentario de lo que significa el 'cuerpo de Cristo', esto es, la vida de la iglesia. La verdad y poder unificante de ese 'cuerpo' es el amor, por encima de todas las restantes formas de vinculación humana (Ley, Estado, Sabiduría etc).

-- Se habla de amor, no hay que hablar de otras autoridades. Como venimos indicando, 1 Cor 12-14 estudia el sentido y relación de los diversos 'ministerios espirituales'. Pues bien, todos ellos se condensan ahora en el amor, que así aparece como autoridad suprema de la iglesia, verdadera jerarquía, que no se identifica con alguna persona por aislado, sino con el mismo diálogo vivo de los fieles, que es signo y presencia de Dios entre los hombres (Espíritu Santo). Por eso, al hablar del En este contexto resultan secundarios los ministerios en cuanto tales (desde el apostolado al don de lenguas). No hay que hablar de ministerio, sólo de amor. De esa manera, la iglesia se define como cuerpo dialogal donde los miembros pueden comunicarse en gratuidad, sin cerrarse en una ley u organización.

-- Si se habla de amor, no hay que citar a Dios (pues Dios está, sin citarle). Dios no aparece de manera expresa en este himno, pero es su agente y argumento, su verdad definitiva. En ese sentido, podemos añadir que el himno es una 'teofanía', revelación de Dios que penetra por Cristo en la intimidad de los hombres, para que dialoguen, viviendo en gratuidad. En esa línea, partiendo de la teología de Juan (evangelio y cartas), podríamos decir que el amor es revelación suprema del Dios invisible.

- Amor, experiencia personal. Finalmente, el canto tiene sentido antropológico: expresa el sentido del hombre, como ser que se funda en la gracia de Dios y supera la lucha mutua sobre el mundo. Es posible que existiera en parte previamente, como un himno que tenía ecos y contactos judíos y paganos. Es posible que fuera utilizado en la iglesia antes de Pablo, para expresar la gracia del hombre a quien el mismo Dios eleva hacia su gracia. Pero Pablo lo ha elaborado y situado aquí, en el centro de su argumento sobre los ministerios eclesiales, para definir con más precisión el sentido del Cuerpo de Cristo, el misterio de la acción de Dios entre los hombres. Por eso decimos que tiene sentido antropológico.

Conclusión.

Ante este amor pasan a segundo plano no sólo las autoridades más carismáticas de aquellos que quieren sobresalir por su don de lenguas (los que dicen conocer todo misterio o trasladar montañas), sino los otros ministerios, en línea de palabra, poder o administración eclesial. Pablo no quiere una iglesia de héroes en religión y misterio, gobernada por carismáticos famosos. Por eso le parecerían secundarios (e incluso peligrosos) los gestos de aquellos que por entregarse en sacrificio pretendieran luego gobernar la iglesia.

Pablo no busca virtuosos de la ascética o mística, sino personas capaces de amar en gratuidad. Tampoco quiere administradores perfectos para una organización dirigida o gobernada a modo de sistema, sino personas que saben acoger el amor de Dios y responden en consecuencia. Desde este fondo podemos estudiar ya en concreto cada una de sus tres partes centrales.
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