Santa Bonifacia (23. X. 11), la nueva santa obrera

Santa Bonifacia fue una santa escondida, en Salamanca y Zamora, pero ella tuvo un “sueño” de liberación por el trabajo, aunque no pudo realizarlo, porque le cerraron el camino. Ahora, con su canonización, aquel camino puede y debe seguirse recorriendo, y por eso quiero hablar de su carisma, dentro de una iglesia y sociedad que sigue marcada por los problemas no resueltos del siglo XIX.
Siguiendo el evangelio (cf. Mt 23, 29-33 par), suele decirse que un tipo de religión mata primero a los profetas y después les hace monumentos. En este caso, eso es cierto: Primero "mataron" (negaron) a Bonifacia... y ahora le elevan el gran monumento de la canonización en Roma.
Pero creo que éste no es (no debe ser) un monumento para olvidar el pasado y seguir como siempre, pues las Siervas de San José (seguidoras de Santa Bonifacia) no han promovido esta canonización para olvidar a su hermana mayor (como dice Jesús de algunos grupos de su tiempo), sino para retomar el camino que ella empezó y para recrear su testimonio en la Iglesia, en este nuevo tiempo de problemas laborales intensos.
Felicidades a todas las Siervas de San José (tekton-obrero-albañil,en un tiempo de intensa crisis del ladrillo, de albañiles sin trabajo), como Santa Bonifacia, la monja del mandil... Y buen fin de semana a todos, los que han ido a Roma a celebrar su fiesta, y los que quedamos aquí, en su ciudad (Salamanca-Zamora) y su tierra de Castilla, con el P. Butiñá, buen catalán, hombre santo, promotor de una Iglesia implicada en el trabajo al servicio de todos, y en especial de las muchachas, como muestra su fundación gemela: la Hijas de San José, que no pudieron unirse con las Siervas, de la M. Bonifacia.
Trabajo humano. El comienzo de un carisma
Decía H. U. von Balthasar que hay santos con carisma eclesial (que ofrecen un nuevo testimonio evangélico para el conjunto de los fieles) y santos sin carisma (que simplemente se santifican a sí mismos). No sé si esta distinción es del todo valiosa, pero me parece claro que, en el caso de serlo, la hermana Bonifacia pertenece al primer grupo: es una santa con carisma, es decir, una mujer ejemplar para el conjunto de la iglesia, a la que ha ofrecido el testimonio de su inserción religiosa en el mundo laboral; por eso es importante que se conserve de manera creadora su memoria, abriendo a partir de ella un modo cristiano de inserción comprometida en el mundo del trabajo femenino.
Hay otros santos trabajadores, pero quizá ninguno tan significativo, como esta mujer, orante y religiosa, en el comienzo de un tiempo nuevo. La hagiografía clásica conoce vírgenes, mártires y santas mujeres, que suelen ser madres de familia. Bonifacia tiene muchos de esos rasgos, pero destaca especialmente como una trabajadora ¿Por qué trabaja? Por condición humana, porque es esta la condición del varón y la mujer sobre la tierra.
Ella trabaja también para comer y compartir con los demás: su trabajo se inserta de esa forma dentro del orden de la vida sobre el mundo. Pero ella trabaja, sobre todo, porque quiere ser signo de Jesús que ha trabajado en el hogar de Nazaret, bajo la guía de José. Este es su sueño, este su ideal: recrear en las nuevas condiciones laborales y sociales, económicas y familiares de Salamanca y su entorno, en la segunda mitad del siglo XIX, el espíritu y trabajo de Jesús, con José y María, en Nazaret.
• Ella trabaja para bien propio y de su familia, en esfuerzo que quiere ser productivo (da para comer) y educativo (ayuda a la formación de las mujeres). De esa forma supera la vieja ideología clasista de los griegos y romanos que ha entrado incluso en la iglesia cristiana, cuando dividía (en contra de Jesús) entre trabajos liberales y serviles (unos de libres, otros de críados). Ella ha superado así una forma de vida religiosa que escindía a los consagrados en contemplativos (Padres, Madres de coro y contemplación) y trabajadores (legos y legas, hermanos cooperadores, dedicados a los trabajos más humildes). Ella sabe que todos los trabajos son dignos y libres y todos don para servicio de los otros; por eso crea una institución igualitaria donde el trabajo compartido vincula a las hermanas y a las mujeres trabajadores que les acompañan y a las que educan.
• Su trabajo quiere ser liberador, es decir, quiera ayudar a las mujeres (y por ellas a todos los humanos) a vivir en dignidad y libertad. Ciertamente, la cultura también libera y resulta necesaria, por eso es importante la educación. Pero puede haber y existe todavía una cultura elitista, que sigue dividiendo a los humanos, pues por ella se ofrece escuela y carrera a los más dotados o ricos, marginando a los demás. En contra de eso, Bonifacia quiere abrir una casas de trabajo (=talleres) donde se eduque a vivir en libertad y comunicación fraterna, superando así las divisiones que establece nuestra sociedad capitalista. No trabaja al servicio de las instituciones dominantes o de los grupos de poder (de los ricos), para bien del sistema, sino al servicio de todos, es decir, de aquellos a los que la sociedad suele tomar como siervos o criados.
Evidentemente, las condiciones familiares y sociales, económicas y laborales son hoy muy distintas, y además se diferencian mucho en unas y otras sociedades (Europa y América, Norte y Sur, diversas zonas de una misma ciudad). Por eso no se pueden ofrecer unas recetas generales, partiendo de los escritos o ejemplo de Bonifacia, que puso el cimiento, pero no pudo culminar su tarea. Habrá que imaginar (no sólo pensar, sino imaginar) lo que Bonifacia haría en nuestro tiempo, para insertarse en forma activa y contemplativa en el mundo del trabajo, formando unas hermanas (Siervas de San José) para ello.
Un carisma de futuro
Eso significa que la historia de Bonifacia no se ha terminado ni cerrado todavía. Sin duda, ella murió y su vida ha sido recogida en manos de Dios Padre. Pero, en otro sentido, ella sigue viviendo, abriendo un camino de inserción laboral en la iglesia. Su figura de mujer ejemplar (de “santa con carisma”) depende de la recepción que ella tenga, es decir, de la manera cómo acojamos y recreemos su historia. Pienso que ella es una santa con carisma de futuro, pero es un carisma que debe ser asumido, recreado y desarrollado por aquellos que quieren asumir su camino, como son las religiosas Siervas de San José.
En este contexto podemos hacernos unas preguntas fundamentales:
¿Qué significa Santa Bonifacia en un mundo donde (en nuestro contexto occidental) el problema no es ya básicamente el trabajo, sino más bien la falta de trabajo? ¿Cómo se puede acompañar, animar y potenciar a jóvenes que no encuentran acceso al “mercado” laboral.
¿Cómo podría influir Santa Bonifacia en el cambio de un trabajo que dejara de ser “objeto de mercado” (mercado en el que muchos posibles trabajadores sobran) para convertirse en trabajo solitario y humanizador, al servicio de las persones, en especial de aquellas que están en peores condiciones
¿Cómo influye mi manera de ser en el trabajo que realizo y viceversa: cómo se expresa mi trabajo en lo que hago? ¿Qué significa para mí el compartir la vida con otras personas de mi entorno, de una condición social determinada? ¿qué tipo de trabajos asumo y con qué finalidad?.
Ciertamente, el mundo post-moderno en que vivimos ha resuelto gran parte de los problemas técnicos de la producción que parecían insolubles en tiempos de Bonifacia: los talleres han cambiado, el trabajo manual se realiza de otras maneras... Pero con eso no se han solucionado los problemas de fondo, sino que muchas veces han aumentado y muchas mujeres, especialmente jóvenes, siguen marginadas (ninguneadas, ignoradas) en el mundo del trabajo.
El mundo occidental sabe producir y produce lo suficiente, pero no lo hace de forma solidaria (no ofrece igual trabajo a todos), ni al servicio de las necesidades de los hombres (no sabe compartir). En ese contexto conflictivo y duro, cambiante y esperanzado, donde el sentido muchos trabajos productivos y sociales ha cambiado:
-- ¿Qué significa su figura y testimonio en el presente de una Iglesia preocupada como nunca por la cuestión social y el trabajo? ¿Cómo podría traducirse hoy lo que ella quiso hacer y en parte hizo en Salamanca y Zamora en la segunda mitad del siglo XIX?
-- ¿Qué puede significar y puede hacer una Congregación como la de las Siervas de San José, en un mundo laboral tan distinto?
Muchos pueden pensar quizá que Santa Bonifacia fue una santa con carisma… pero con carisma que ya se ha “clausurado”, pues gran parte de sus mismas “monjas” vieron pronto que su proyecto era inviable, que había que hacer otras cosas.
El hecho de su “canonización” implica una confirmación eclesial de su carisma… Pero podría ser una “confirmación puramente honorífica”, según el principio del “promoveatur ut amoveatur”: Se le hace santa para “quitarla de en medio”, para decir su tiempo ya paso, que ahora no se puede hacer ya nada.
En esa línea, la canonización podría ser una forma de “lavar la memoria”, de decir que ella fue santa, para contentarnos, para sentirnos bien así… como si hubiéramos hecho ya lo que debíamos, siguiendo tranquilos un camino ahora distinto (distinto del que ella quiso).
O la canonización puede servir para remover nuestra memoria… para hacernos sentir que no hemos sigo fieles a su herencia, a su trabajo… En ese sentido, la memoria de Santa Bonifacia sólo podrá mantenerse viva en sus hermanas (las Siervas de San José) y en la iglesia y sociedad actual en la medida en que nos interpele y nos haga buscar formas nuevas de inserción en el mundo laboral, para transformarlo en línea de hermandad y cristianismo.
Si queremos mantener su memoria debemos aprender a ser lo que ella era, en las nuevas circunstancias de la historia. Ella se retiró (la retiraron) y no culminó su obra; pero su exilio silencioso puede convertirse en principio de más honda creatividad, pues nos dejó abierto un ejemplo y camino que podemos y debemos asumir de una forma creadora... no para dejar que las cosas sigan como fueron, sino para rehacer el camino de otra manera, empezando por las hermanas (Siervas de San José), pero en el contexto de la Iglesia y de la Socdad.
Ella fue una mujer religiosa, persona de fe y oración; y esta es la primera lección que nos deja. Pero, al mismo tiempo, ella fue mujer de trabajo, empeñada en crear espacio de solidaridad y madurez personal para las mujeres operarias de su tiempo.
Entonces eran pocas aún las obreras estrictamente dichas, pues la mayor parte de las mujeres vivían ocupadas en sus labores domésticas. Hoy la mayoría de las mujeres han entrado en el mundo del trabajo, con los beneficios y problemas que ello implica. Pues bien, dentro de esa transformación de las condiciones laborales y sociales de la mujer, la figura de Bonifacia puede servirnos de ejemplo, siempre que la sepamos recrear. Sólo si lo hacemos y si ella influye poderosamente con el “milagro” de su ejemplo y presencia animadora podremos decir que ella es una Santa con Carisma, es decir, una mujer ejemplar para el siglo XXI.