Trinidad 4, una experiencia de oración

Dije ayer que la Trinidad no es dogma, pero recoge y reúne los tres dogmas centrales, tres luces de vida cristiana.

Dije que no era tampoco un tema de discusión (aunque sobre ella hemos discutido hasta el infinito, yo entre otros), sino espacio y motivo de alabanza, de belleza y canto, un emocionado compromiso de fe y vida.


-- Creo en Dios Padre,
-- creo en Jesús, Hijo de Dios
-- Creo en el Espíritu Santo…
(Creo y me comprometo a vivir como Hijo de Dios, con Jesús, en el Espíritu=.

La Trinidad no es dogma, pero se sitúa en el plano del dogma, entendido como brillo de gloria, resplandor gozoso y emoción del alma, alabanza compartida. Por eso, hoy, día de la Fiesta, he querido dejar a un lado las diferencias doctrinales, las posibles luchas trinitarias, para descubrir y confesar gozosos que Dios es ante todo gloria, y que el primero de los idiomas trinitarios ha sido y es la doxología (te alabamos, te bendecimos, te damos gracias, en la línea del Santo, Santo, Santo de Is 6, 3).

Carece de sentido ponerse a probar la Trinidad, como si e fuera objeto de razonamiento, algo que se puede demostrarse con argumentos. Quien pretende asegurar la Trinidad por raciocinios se engaña a sí mismo y confunde a los otros.

En el principio está la fe y la confesión creyente, está el gozo y canto de alabanza. Es aquí donde la iglesia se encuentra a sí misma como «Iglesia de la Trinidad», cuando se dirige a Dios Padre, por Cristo, en el Espíritu, cantando o confesando la fe en Padre, el Hijo Jesús y el Espíritu Santo.

Buen día de la Trinidad a todos.



1. SEÑAL DE LA CRUZ, INVOCACIONES, BENDICIONES Y DOXOLOGÍAS

La más venerable de las oraciones trinitaria ha sido y sigue siendo la Señal de la Cruz, es decir el signo de la entrega gloriosa de Jesús, vinculada con las invocaciones, bendiciones y doxologías trinitarias, como en el Gloria breve y el más largo, vinculados a la alabanza de los serafines de Is 6, 3. La triple repetición de las palabras básicas (gloria, santo), que en principio responde a la formulación del superlativo semita (tres veces santo es santísimo) se ha interpretado en la iglesia en forma trinitaria:


a. Cruz Trinitaria.


La Cruz era ya para San Pablo el signo central de la redención cristiana (él sólo quiere conocer a Cristo y Cristo crucificado: Flp 2, 8; Gal 3, 1...), pero signo externo del patíbulo fue durante un tiempo motivo de vergüenza, de manera que al principio apenas fue empleado. Sin embargo, a partir del siglo IV se ha convertido en señal básica de la redención y de la vida cristiana, recibiendo pronto una interpretación trinitaria. De esa forma se vinculan los signos supremos de la confesión cristiana, de manera que haciendo el signo de la cruz † los cristianos dicen

En el nombre del Padre,
del Hijo
y del Espíritu Santo



b. Invocaciones y bendiciones

La iglesia invoca a la Trinidad y bendice en su nombre, en los momentos más solemnes, de manera que la oración trinitaria (en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu) ha venido a convertirse en el principio de su vida, en su señal de identidad, en su "poder" más alto, que es un poder de gracia. Indicamos sólo algunos casos:

1. Bautismo y administración de sacramentos...: «Yo te bautizo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo». «Yo te perdono en el nombre del Padre, el Hijo y del Espíritu Santo».

2. Invocaciones y bendiciones: Los grandes y pequeños asuntos se emprenden «en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu». Tanto los ministros de la iglesia como todos los cristianos bendicen a los fieles (o a los hijos y amigos) diciendo: «Que la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros (o sobre ti)».

3. Los documentos familiares y sociales (testamentos, acuerdos...) se han sellado y se siguen sellando «en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo».

c. Doxología breve.

Ha recibido dos formas: el Gloria histórico-salvífico, que resalta la “economía” trinitaria y se utiliza en todas las oraciones oficiales de la iglesia latina, que utilizan un esquema «económico», siguiendo la historia de la salvación (en esta línea se sitúan las oraciones oficiales de la iglesia que se dirigen al Padre, por Cristo, en el Espíritu);

Gloria al Padre,
por el Hijo
en el Espíritu Santo


Y el Gloria unitario, donde las tres personas aparecen vinculadas, al mismo nivel, en su gloria divina:

Gloria al Padre
y al Hijo
y al Espíritu Santo


d. Doxología extensa. Gloria de la misa

Ha sido incluida en la primera parte de la celebración eucarística. Es un himno de alabanza a la Trinidad fue compuesto II y toma su frase inicial del evangelio de San Lucas (2,14), cuando los ángeles anuncian a los pastores el nacimiento de Cristo. Se ha empleado como oración diaria matutina. Desde el siglo V forma parte de la liturgia eucarística, en sus celebraciones más solemnes:

1. Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.

2. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra suplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo,

3. con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.
(Liturgia de las horas y misal romano).

2. CONFESIÓN DE FE, SÍMBOLO DE LOS APÓSTOLES

Suele llamarse Credo Romano y aparece como credo o confesión de fe bautismal en diversas iglesias de oriente y occidente, a partir del siglo II. Ha recibido muchas variantes y se ha seguido utilizando sobre todo en occidente. Continúa siendo la fórmula más venerable de la fe cristiana, expresada en estado original y positivo, no como rechazo contra posibles herejías. Su formulación actual es tardía, pero sus elementos básicos provienen del siglo III. En este credo, como en el Nicea-Constantinopla, la Trinidad está integrada en la economía de la salvación. Más aún, no se habla de Trinidad, ni se cree en ella en cuanto tal; se habla sólo del Padre, del Hijo Jesucristo y del Espíritu que constituyen la Trinidad (nombre que no se emplea en el símbolo).


a. Forma griega (Según el Psalterium Aethelstani)

1. Creo en Dios Padre omnipotente;

2. y en Jesucristo, su Hijo unigénito, nuestro Señor,
3. que nació del Espíritu Santo y de María Virgen,
4. que fue crucificado y sepultado bajo Poncio Pilato,
5. al tercer día resucitó de entre los muertos,
6. subió a los cielos, está sentado a la diestra del Padre,
7. desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos

8. y en el Espíritu Santo,
9. la Santa Iglesia,
10. el perdón de los pecados
11 Y la resurrección de la carne.


b. Forma latina (Según el Ordo romanus)

1. Creo en Dios Padre omnipotente, creador del cielo y dela tierra;

2. y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
3. que fue concebido por obra del Espíritu Santo y nació de María Virgen,
4. padeció bajo Poncio Pilatos, fue crucificado,
muerto y sepultado, descendió a los infiernos,
5. al tercer día resucitó de entre los muertos,
6. subió a los cielos, está sentado a la diestra de Dios Padre todopoderoso,
7. desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos
8. creo en el Espíritu Santo,

9. la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos,
10. el perdón de los pecados,
11. la resurrección de la carne
12. y la vida eterna.


(Denz 5, p. 5 y 7, p. 6. Diversas formulaciones en DH, 1-64, p. 53-78).


3. LA GRAN ORACIÓN EUCARÍSTICA. CELEBRACIÓN TRINITARIA

Las oraciones donde la presencia trinitaria se ha manifestado con más fuerza en la Iglesia son las anáforas o plegarias eucarísticas. Ellas constituyen la verdadera "revelación orante" de la Trinidad, en forma de misterio con sus tres partes:

‒ acción de gracias y alabanza (al Padre),
‒ anánmenis o memoria-comunión de Cristo
‒ y epíclesis o invocación del Espíritu Santo.




4. TE DEUM. UN CREDO HECHO ALABANZA

Dentro de la celebración eucarística solemne, suele proclamarse uno de los símbolos de fe o credos (el Apostólico o el Niceno-Constantinopolitano, centrados en la Trinidad. Pero en algunas ocasiones solemnes, en el contexto de la misma celebración eucarística, dentro de la Liturgia de las horas (de las lecturas) y en conmemoraciones gozosas, se añade (se proclama o canta) el Te Deum, que es un himno oficial de gloria y alabanza trinitaria de la Iglesia latina. Fue compuesto en latín a comienzos del siglo V y atribuido a Nicetas de Remesiana y a San Ambrosio de Milán. Desde el siglo VI forma parte del Oficio Divino de la Liturgia Católica. Tiene una estructura básicamente trinitaria, aunque la mención del Espíritu Santo esta menos desarrollada.

I. Dios Padre
A Ti, oh Dios, te alabamos; a Ti, Señor, te reconocemos.
A Ti, Eterno Padre, te venera toda la creación….

II. Cristo
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre….

III. Recopilación trinitaria
Bendigamos al Padre, y al Hijo con el Espíritu Santo.
Alabémosle y ensalcémosle
sobre todas las cosas por los siglos.

5. FIESTAS DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

La fiesta de la Santísima trinidad fue extendida a toda la iglesia católica por el Papa Juan XXII el año 1334, como culminación de las fiestas del año litúrgico, después que se celebrara el tiempo de Cristo (Navidad/Pascua) y del Espíritu Santo (Pentecostés). Esta fiesta ha sido muy importante en muchas iglesias, pero nunca se ha convertido en celebración central de la liturgia. Ella contiene algunos textos significativos de oración trinitaria.

a. Prefacio de la Misa de la Trinidad

Este prefacio de la Trinidad, que se cantaba en el domingo de la Trinidad, pero también en todos los domingos que no tenían texto propio, ofrece un compendio del misterio y de la teología trinitario, poniendo de relieve la Trinidad en la Unidad (y la unidad en la Trinidad). Parte de la Unidad de Dios, para hablar en ese contexto de la Trinidad (en contra de la taxis primera de oriente y occidente).

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Que con tu único Hijo y el Espíritu Santo eres un solo Dios, un solo Señor; no una sola Persona, sino tres Personas en una sola naturaleza. Y lo que creemos de tu gloria, porque tú lo revelaste, lo afirmamos también de tu Hijo, y también del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De modo que, al proclamar nuestra fe en la verdadera y eterna Divinidad, adoramos tres Personas distintas, de única naturaleza e iguales en su dignidad. A quien alaban los ángeles y los arcángeles y todos los coros celestiales, que no cesan de aclamarte con una sola voz: Santo, Santo, Santo.
(Misal Romano, Misas votivas de la Trinidad).

b. Dos himnos de la fiesta de la Trinidad

La nueva Liturgia de las horas de la CEE ha introducido dos bellos himnos trinitarios (el tercero, del Oficio de Lecturas, es de San Juan de la Cruz: «Qué bien sé y la fonte. El himno de vísperas se inspira en la oración de Isabel de la Trinidad . El de laudes parece una composición de corte tradicional que vincula el misterio trinitario con imágenes bien conocidas de la tradición: luz, hogar, gracia. Ambos han sido compuestos por el gran poeta y liturgista J. L. Blanco Vega (a quien recuerdo emocionado).

I
VÍSPERAS


¡Dios mío, Trinidad a quien adoro!,
La Iglesia nos sumerge en tu misterio;
te confesamos y te bendecimos,
Señor Dios nuestro.

Como un río en el mar de tu grandeza,
el tiempo desemboca en hoy eterno,
lo pequeño se anega en lo infinito,
Señor, Dios nuestro.

Oh, Palabra del Padre, te escuchamos;
oh, Padre, mira el rostro de tu Verbo;
oh, Espíritu de amor, ven a nosotros;
Señor, Dios nuestro.

¡Dios mío, Trinidad a quien adoro!,
haced de nuestros almas vuestro cielo,
llevadnos al hogar donde tú habitas,
Señor, Dios nuestro.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu:
Fuente de gozo pleno y verdadero,
al Creador del cielo y de la tierra,
Señor, Dios nuestro. Amén.

II
LAUDES


El Dios uno y trino, misterio de amor,
habita en los cielos y en mi corazón.

Dios escondido en el misterio,
como la luz que apaga estrellas;
Dios que te ocultas a los sabios,
y a los pequeños te revelas.

No es soledad, es compañía.
es un hogar tu vida eterna,
es el amor que se desborda
de un mar inmenso sin riberas.

Padre de todos, siempre joven,
al Hijo amado eterno que engendras,
y el Santo Espíritu procede
como el Amor que a los dos sella.

Padre, en tu gracia y tu ternura,
la paz, el gozo y la belleza,
danos ser hijos en el Hijo
y hermanos todos en tu Iglesia.

Al Padre, al Hijo y al Espíritu,
acorde melodía eterna,
honor y gloria por los siglos
canten los cielos y la tierra.
(CEE, Liturgia de las Horas III, Barcelona 1984, pág. 491y 502-503).


6. TRISAGIO A LA SANTÍSIMA TRINIDAD

La oración llamada Trisagio (alabanza al Dios Tres Veces Santos) ha sido durante siglos la devoción más popular a la Trinidad. Constituye una especie de Sanctus trinitario: una forma de asumir y recrear la oración de los serafines de Is 6, 1-6 que cantaban alabando a Dios, con voz inmensa, en nombre de todas las creaturas: Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos... Está vinculado a la oración del Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Ha recibido muchas formas a lo largo de los siglos y sigue siendo una de las oraciones más populares del pueblo cristiano en diversos lugares, especialmente en América Latina.

El Trisagio consiste en alabar y dar las gracias a la Santísima Trinidad, con unas palabras sacadas de la Biblia (Is 6, 3) y del Misal romano (Santa Misa): Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los Ejércitos: llenos están el cielo y la tierra de vuestra gloria, con la repetición de la oración trinitaria por excelencia: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Suele constar de un ofrecimiento, de una oración penitencial (acto de contrición), con una oración dirigida a cada una de las personas de la Trinidad, que puede ser así, en su forma popular, utilizada en diversos lugares de España y América Latina:

Oración al Padre. ¡Oh Padre Eterno! Principio y fuente de todo bien. Increado, Ingénito, centro de toda felicidad; me gozo de veros tan superior a todo lo creado, que mi entendimiento se pierde en el océano de vuestras perfecciones infinitas. Permitid que unidos a los Ángeles, Arcángeles y Tronos, celebremos vuestro inmenso poder. ¡Oh, Padre eterno! Fuera de vuestra posesión, yo no veo otra cosa que tristezas y tormentos. Vos sois mi única felicidad, mi tesoro y mi gloria. Haced que jamás me separe de Vos, para que pueda siempre alabaros.

Oración al Hijo: ¡Oh Hijo divino! En todo igual al Padre, verdad inefable camino seguro y vida felicísima del hombre; os glorifico por todos vuestros soberanos atributos, y os alabo por vuestras misericordias infinitas. ¡Ay Jesús mío, que no he sido discípulo vuestro sino de nombre! Pero queriendo ya serlo en realidad, permitid que una mi voz a la de las Dominaciones, Principados Potestades, y ensalce con ellas vuestra sabiduría infinita.¡Oh Verdad eterna, fuera de la cual yo no veo otra cosa que engaños y mentiras!¡Ah! ¿Cuándo será la hora en que Vos me hablaréis claramente en el seno de vuestra gloria?

Oración al Espíritu Santo. ¡Oh Espíritu consolador!, que procedéis del Padre y del Hijo, amor increado, manantial de todas las gracias, centro de todas las dulzuras, y no obstante, tan poco amado. A lo menos, me alegro del encendido amor con que os aman las Virtudes, los Querubines y Serafines. ¡Oh! Quién pudiera amaros con todos los hombres de la tierra, como estos espíritus os aman en el cielo!¡Oh amor, oh don del Altísimo, centro de las dulzuras y de la felicidad del mismo Dios!.¿Cuándo derramaréis vuestro bien como un torrente sobre mi alma? ¿Cuándo será esto?, ¡oh mi Dios! ¿Cuándo será?

Oraciones finales a la Trinidad. Omnipotente y sempiterno Dios, que te dignaste revelar a tus siervos la gloria de tu eterna Trinidad, y hacer que confesando una sola fe verdadera, adorásemos la unidad en tu augusta Majestad; te rogamos, Señor, que en virtud de esta fe, nos veamos libres de toda adversidad y peligro. Amén. Señor Dios, Uno y Trino; dadnos continuamente vuestra gracia, vuestra caridad y la comunicación con Vos, para que en tiempo y eternidad os amemos y glorifiquemos, Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, en una Deidad, por todos los siglos de los siglos. Amén.
(http://www.terra.es/personal2/andresja/trisagio.htm
http://www.encuentra.com/includes/documento.php?IdDoc=562&IdSec=129)
Volver arriba