Veinte años sin Eliseo Tourón, primer decano de Teología de San Dámaso

Fue mi amigo y el de muchos a los que quiso y que le quisimos. Pero fue también un gran teólogo, aunque muchos no se lo quisieron reconocer, en la Facultad de Teología de San Dámaso, de la Diócesis de Madrid, de la que fue el primer Decano, quizá el mejor de todos.
Murió a los sesenta y dos años, en plena madurez, rodeado del amor de muchos alumnos y amigos, amargado por la envidia unos pocos, que no es momento de citar, aunque fácilmente se pueden imaginar, en el entorno de la nueva teología y de la nueva que estaba triunfando en su entorno, que antes había sido espacio de libertad.

Murió de cáncer de hígado (y de cáncer de tristeza, porque algunos le hicieron la vida imposible). Era un hombre sincero y sencillo, sin vueltas en el alma, un hombre abierto, ensanchado, sin maldades ni arrugas en el corazón... pero murió encogido por la prepotencia de algunos que no que hubiera espacio para hombres como él. Por eso es buen tiempo recordarle, a los treinta años, pues murió siendo el primer decano de la Facultad de Teología de Madrid (tan importante en otros planos).
Publiqué su bio-bibliografía en la revista Estudios y en la Revista Española de Teología (en los primeros números del 1997). La recojo aquí de nuevo, tras veinte años, después de haber publicado en los días pasados su introducción al Magnificat de Lutero. Lo hago hoy, 28 de Septiembre, un día después de la fecha de su muerte.
Imagen. No me atrevo a colgar su foto, quiero llevarla en el alma. Prefiero poner el cruceiro gallego, sobre el mar de las rías de Pontevedra, donde él fue mi profesor, luego mi colega y amigo. Al pie de ese cruceiro y de otros, frente al mar ancho y familiar hice (¡hicimos!) la mejor teología. Allí te recuerdo, Eliseo, allí quiero ir a visitarte este verano, a la beira del mal de Poio, con la imagen de María en tu Diccionario, el mejor que existe todavía.
1. Vida
Nació en Madrid, el 15 de enero de 1934, de padre gallego (de Sarria, Lugo), funcionario de ferrocarriles, y madre vasca (de Ondarribia). Siendo todavía niño murió su padre. Ingresó en el Colegio Apostólico de la Orden de la Merced de Sarria el 1946. Hizo el noviciado en Verín y profesó en la Orden el 14 de octubre de 1950. Cursó sus estudios de filosofía y teología en el Seminario Mayor de Poio (Pontevedra), emitiendo su Profesión Solemne como religioso de la Merced el 8 de septiembre de 1956. Continuó sus estudios en Salamanca donde se ordenó de Presbítero el 12, de septiembre 1957). En la Universidad Pontificia de Salamanca obtuvo el grado de Licenciado en Teología (1958)
Tras una breve estancia como profesor de humanidades en el Colegio Apostólico de Lekeitio, Bizkaia (curso 1958/9), fue nombrado profesor de historia de la iglesia y teología, en el Colegio Mayor de Poio (cursos 1959-1965), alternando su docencia con el estudios de diversos temas de literatura, arte y antropología. Fruto de esa preocupación es su obra pionera sobre El mundo, el Hombre y Dios en la Fenomenología de Merleu-Ponty. Monasterio de Poyo 3, Madrid 1961. Alterna docencia e investigación, obteniendo el grado de Doctor en Teología, con una tesis sobre: La noción de analogía en Santo Tomás de Aquino y en la Escolástica posterior (Salamanca, Universidad Pontificia, 1965)
Se traslada a Roma donde estudia Historia de la Iglesia en la Universidad Gregoriana (cursos 1965-1968), volviendo por un tiempo a Poio, como profesor de Teología, para retornar a Roma donde obtiene el grado de Doctor en Historia Eclesiástica, con una tesis sobre El Pensamiento Histórico de A. Loisy (Universidad Gregoriana, 1972).
Desde entonces (fines de 1972) reside regularmente Madrid (en comunidades mercedarias), impartiendo clases de Teología e Historia de la iglesia en los diversos centros teológicos de la capital (Instituto San Pio X y teologados claretiano, salesiano y agustiniano), ofreciendo también cursos, como Profesor Invitado, en el centro teológico GES y en la Facultad de Teología de la UP de Salamanca.
Desde 1979 y hasta su muerte se dedica plenamente a la actividad docente en el Centro Teológico de San Dámaso, de la Diócesis de Madrid donde es Profesor Agregado de Teología fundamental y sistemática: introducción a la teología, escatología y mariología (desde 1990), Director del Centro y de la revista Pastoral Catequética (desde 1993) y finalmente de primer Decano en funciones (1996) de la nueva Facultad de Teología En plena función docente cae enfermo (primavera de 1996), falleciendo el 27 de diciembre de 1996, después de haber sido fielmente acompañado por sus hermanos religiosos y compañeros profesores.
Más que hombre de libros y publicaciones, el P. Eliseo ha sido maestro de la palabra hablado, hombre de tradición oral, de experiencia compartida. A pesar de eso, ha dejado un legado muy significativo de trabajos escritos, algunos de gran altura científica, que quiero ir reseñando.
Ha sido un hombre de cultura múltiple, de gran curiosidad, siempre a caballo entre la literatura y la historia, la filosofía y la teología. No ha querido nunca imponer su ciencia, ni valerse de ella para medrar. Por eso, más que sus propias publicaciones le han interesado las publicaciones de los demás, en gesto evangélico y humano que muchos no han comprendido, tachándole de poco agresivo.
En las notas que siguen recojo sus trabajos más significativos en el campo teológico. Dejo sin mencionar su gran labor de divulgador y comunicador de fe, en las revistas propias de la Orden de la Merced (Sal-Lux, La Merced, Fe y Actualidad) y en diversas publicaciones diarias de Pontevedra. Prescindo también de sus obras de juventud o de tipo más literario, para centrarme en los trabajos de teología e historia, divididos temáticamente.
1. Dogmática. Historia de la teología
Teología dogmática e historia de la teología han sido los centros de interés de la investigación de Eliseo Tourón, como podía suponerse partiendo de sus dos tesis doctorales: una sobre la analogía en la Escolástica y otra sobre toda la problemática de la evolución del dogma en Loisy y en el conjunto del modernismo.
1. El dogma cristiano. Función de la teología
– La Evolución Dogmática en Amor Ruibal, en Varios, Diálogos sobre Amor Ruibal, Estudios, Madrid 1970, 155-178
– Función de la Analogía en la Teología Natural de Santo Tomás de Aquino y en la Escolástica posterior, Estudios 109 (1975) 187-216
– La apologética de Loisy, Blondel y Laberthonnière, Estudios 112 (1976) 17-44
–Loisy y Bultmann en los orígenes de la Historia de las Formas, Estudios 117 (1977) 91-98
– H. Bremond. Un ensayo de psicología religiosa (1901), Estudios 119 (1977) 531-550
– Transmisión de la revelación en la catequesis de hoy. (Estudio y análisis de cinco catecismos actuales), Teología y Catequesis 3 (1984) 365-395
2. Eclesiología ecuménica.
– Iglesia y Trinidad en la Teología ortodoxa: V. Lossky y N. Afanassieff, Estudios Trin. 12 (1979) 305-341
– Presupuestos modernistas de la eclesiología de Loisy I-II, Estudios 128 (1980) 23-38; 249-266
– La eclesiología transcendental y categorial-histórica de K. Rahner, Estudios 137 (1982) 223-248
– Karl Barth. Eclesiología de la reconciliación, Estudios 142 (1983) 345-378
3. Historia de la Merced
– La Orden de la Merced desde 1218 a 1330, Estudios 90/91 (1970) 397-436
– San Pedro Pascual en las disputa anti-islámicas del medievo, Varios, Centenario de San Pedro Pascual III, La Merced, Valencia 1972, 95-117
– Desarrollo histórico de la Merced (siglos XIV-XX). Ensayo hermenéutico-histórico, Analecta Mercedaria (Roma), 7 (1988) 69-128
– Tirso de Molina y la Merced en América, Estudios 172/5 (1991) 661-730
4. Estética teológica.
– Pintores y escultores que trabajaron para la Merced en el siglo XVII, que figuran en el catálogo de A. Palomino, Analecta Mercedaria (Roma), 3 (1984) 61-82.
– La iconografía mercedaria en Interián de Ayala, O. de M. (1657-1730), Estudios 151 (1985) 357-380
Los estudios dedicados al dogma (apartado 1) recogen, básicamente, los núcleos fundantes de las tesis doctorales de Eliseo Tourón y presentan una visión orgánica del despliegue e identidad del dogma cristiano. Forman unidad y podrían haber sido elaborados como libro o trabajo de investigación unificado.
Los trabajos siguientes (apartado 2) están pensados como capítulos de una Eclesiología ecuménica que yo mismo le había pedido que fuera elaborando. Las tardanzas editoriales y los nuevos compromisos docentes le impidieron ultimar ese trabajo que todavía hoy podría publicarse en forma unitaria, con algunos retoque, como libro básico de eclesiología. Las visiones que aquí ofrece Eliseo Tourón no han sido superadas y siguen permaneciendo actuales (más actuales) después de más de quince años de repliegue y "repliegue" teológico.
En la sección histórica (apartado 3) son importantes los trabajos del año 1970 y de 1988. Ambos ofrecen una Historia fundante de la Merced donde se vinculan multitud de datos (estudio de los hechos) con una inteligente valoración hermenéutica. En línea estética y mercedaria mercedaria se sitúan también los trabajos finales (apartado 4). El más significativo es el de 1985 y está dedicado a Interián de Ayala, uno de los más importantes teólogos del arte, autor de un tratado titulado Pictor Christianus. Eliseo Tourón es el primer teólogo español que lo ha estudiado, centrándose en la iconografía mercedaria, pero mostrándose abierto a toda la teología del arte. Esperamos que alguien siga sus pasos y dedique una tesis doctoral a la figura de Interián de Ayala, elaborando a partir de ella una nueva teología del arte.
3. Mariología.
Eliseo Tourón ha dirigido la edición española del Nuevo Diccionario de Mariología (=NDM), Paulinas, Madrid 1988; original italiano en Paoline, Roma 1986), introduciendo más de veinte voces nuevas, escritas por algunos de los teólogos hispanos más significativos (M. Gesteira, S. Galilea, S. Muñoz Iglesias, J. M. Velasco, M. Navarro etc.) y colaborando con las voces Ángeles y Redemptoris Mater. Ha participado también en algunos de los Congresos de Mariología más significativos de los últimos decenios: el IX Congreso Mariológico Mariano (Malta, 1983) y el Congrso de la Facultad Teológica Marianum (Roma, 1992), como indicaremos al presentar sus trabajos, que dividimos en tres apartados:
1. Historia.
– Presencia de la piedad mariana en algunos escritores mercedarios del siglo XVII, Analecta Mercedaria (Roma), 5 (1986) 117-142
– La Mariología veinticinco años después del Concilio, Verdad y Vida 47 (1990) 331-373
– El Magnificat en Lutero, EphMar 44 (1994) 371-390
2. Sistemática.
– Ángeles (María y los...), en NDM, 81-100
– Redemptoris Mater, en NDM , 1684-1688
– María de la Merced, redentora-liberadora de cautivos, Estudios 161/2 (1988) 155-186
– María, oyente y discípula de la Palabra, RevEspTeo 59 (1990) 435-467
– Colocación y conexión de la mariología en el ámbito de las disciplinas teológicas, en Varios, La mariologia tra le discipline teologiche, Marianum, Roma 1992, 269-399
3. Mariología y escatología
– María en la Escatología de Lucas, EphMar 31 (1981) 241-266
– Interpretación mariana Ap 12 en los comentarios barrocos del siglo XVII, Estudios 1848(1985) 81-91
– María, icono escatológico del Espíritu, Communio 1 (1986) 37-46
– Ideas y creencias escatológica en la apócrifos asuncionistas RevEspTeo 54 (1994) 125-179
Son significativos trabajos dedicados a la historia (apartado1). El primero (1986) recoge la ponencia del Congreso de Malta (de 1993) y está dedicado a la mariología clásica española (mercedaria) del siglo XVII, representada por P. de Oña, Pedro de la Serna y S. Saavedra. Otro (1990) ofrece un balance equilibrado de la mariología postconciliar; y el último (1994) ofrece una relectura católica de la mariología protestantes, a partir del comentario clásico de Lutero sobre el Magnificat.
Pasando al campo de la sistemática, además de los trabajos de 1988 (dedicado a María de la Merced) y de 1990 (dedicado a María como oyente y discípula), que ofrecen una visión unitaria de la figura de María en la tradición cristiana, debemos destacar el último trabajo (1992), que recoge la ponencia pronunciada en el Congreso Mariano de ese mismo año, en Roma. Este largo estudio ofrece una verdadera sistemática mariana o, quizá mejor, una antropología mariológica, integrada dentro del conjunto de la teología sistemática.
En el tercer apartado queremos destacar los dos estudios históricos, uno dedicado a los apócrifos asuncionistas (1994) y otro a los comentaristas barrocos del Apocalipsis (1995). En ellos muestra Eliseo Tourón su curiosidad humanistas pero, sobre todo, su honda y esencial erudición investigadora, puesta al servicio de la actualidad teológica.
Allí donde muchos mariólogos se limitan a repetir proclamaciones piadosas de última hora, Eliseo Tourón ha sabido leer pacientemente en los textos de la tradición mariana, apócrifa y teológica, descubriendo en ambos casos un hondo tesoro de piedad pensamiento. En el momento de su enfermedad, Eliseo Tourón estaba escribiendo un trabajo sobre María y la Libertad humana, en clave antropológica, eclesial y mercedaria, que fue acabado a tiempo y será publicado Eph Mar 46, 1996.
4. Escatología.
La actividad académica propiamente dicha de Eliseo Tourón había empezado con un libro sobre antropología, que volvemos a citar ahora. La antropología, interpretada de forma escatológica, constituye la culminación de su obra, como seguiremos indicando.En esta perspectiva han culminado sus más hondas intuiciones literarias, iniciadas en los años de estudiante en Poio.
1. Contexto filosófico, literario y experiencial
– El hombre, el mundo y Dios en la fenomenología de Merleau-Ponty, Monasterio de Poio 3, Estudios, Madrid 1961, 97 págs.
– Aproximación a las fuentes e interpretación de el "Condenado por Desconfiado" de Tirso de Molina, Estudios 132/3(1981) 407-424
– Escatología anticipativa y proyectiva en "Moradas", Rev. Espiritualidad 165 (1982) 567-599
2. Historia
– La Vida eterna. Una década de publicaciones sobre la vida Eterna, Communio (1981) 173-188
– Boletín bibliográfico sobre Escatología, IB, Centro teológico S. Dámaso 39 (1981) 1-36
– Comentarios del siglo XVII al Apocalipsis. (Escatología e Historia Universal), Estudios 143 (1983) 495-512
3. Escatología cristológica
– Los signos de los tiempos. Escatología y revelación en el NT, Estudios 146/7 (1984) 593-622
– Juicio de Dios como liberación, Communio (1985) 49-54
– Jesucristo, realización escatológica del hombre, Teol. y Catequesis 14 (1985) 229-241
– Anticipación escatológica por el Espíritu en la Teología Paulina, RET 47 (1987) 201-238
– El saber escatológico: dar razón de la esperanza, Verdad y Vida 185 (1989) 9-22
4. Elaboración sistemática y catequética
– Escatología Cristiana. Aproximación catequética, San Pio X Textos , Madrid 1990, 208 págs
– Escatología, en X. Pikaza y N. Silanes, El Dios Cristiano. Diccionario teológico, Salamanca 1992, 415-440
– Angelología, en Ibid 49-58
– Creer en la vida contra la muerte, Misión Abierta 5 (1992) 24-27
– Lenguaje apocalíptico y escatología cristiana, Teol. y Catequesis 49 (1994) 11-24
En contexto de antropología se situa el libro sobre Merleau-Ponty (1961), centrado en la fenomenología existencial del comportamiento. En esa línea sigue su estudio sobre el drama escatológico de Tirso de Molina (1981), empeñado en mostrar la relación entre confianza y salvación o plenitud del mundo. Avanzando en esa línea, Las Moradas de Santa Teresa (1982) han servido para que Eliseo Tourón analice el carácter escatológico de la experiencia mística, situándola de esa forma en el centro de la teología cristiana.
A la historia de la escatología ha dedicado Eliseo Tourón su trabajo sobre la visión escatológica de los comentarios hispanos del siglo XVII al Apocalipsis (1983), tema fascinante y novedoso que nos permite trazar una línea entre la visión del Apocalipsis y el mesianismo (filosófico, histórico) de la nueva humanidad barroca. Este es un trabajo que está pidiendo una continuación. Nadie, que yo sepa, lo ha retomado.
Eliseo Tourón ha querido elaborar escatología cristología, como muestran los trabajos de apartado 3º. Todos tienen un mismo tema de fondo: el hombre escatológico es el Cristo; por eso, los signos de los tiempos se identifican con su propia vida, entregada por los demás. Cristo se vuelve así esperanza personal para los humanos, de manera que se le puede presentar como realización escatológica del ser humano (1985). Desde esa perspectiva ha construído Tourón de Pie su pneumatología como experiencia y verdad de la anticipación escatológica del Cristo (1987).
La elaboración sistemática viene reflejada en los dos textos escritos de manera escolar (1990) y condensada (1992). Ellos condensan una larga búsqueda anterior, realizada en diálogo fecundo con los grandes escatólogos de este tiempo. La aportación de Eliseo Tourón no reside tanto en su visión teórica como en su deseo de centrar los problemas en clave cristológica y existencial y de servicio a los necesitados.
En las semanas anteriores a su muerte, Eliseo Tourón seguía interesado por la escatología, empeñado en preparar un trabajo para el homenaje póstumo a su amigo escatólogo J. L. Ruiz de la Peña (fallecido, en setiembre de 1996). El trabajo se iba a titular Música y Cielo. Ángeles cantores en el Apocalipsis y quería ser una continuación del que ya había dedicado a los ángeles en 1992. Me pidió bibliografía (no podía salir de casa) y empezó a trabajar. Pero un día dijo, simplemente, ya oigo la música. Supimos que estaba preparado para morir. No pudo acabar el trabajo en este mundo.
5. Antropología eclesial. Pan compartido
Aquí encontramos al último Eliseo Tourón, el más hondo y cristiano. Es como si los años y dolores le hubieran madurado, haciéndole capaz de comprender lo que implica la comunión, la confianza mutua, el pan compartida. Su mismo cargo al frente del Centro de Ciencias Teológicas de San Dámaso le puso en contacto con las disensiones y egoísmos de la vida. Descubrió en carne propia lo que implica la lucha por el poder y la sufrió intensamente, él que nunca había luchado por el poder.
Eliseo Tourón era un creyente que siempre había irradiado confianza, ofreciendo a los demás su colaboración, su propia vida. Por servir a sus amigos (compañeros) aceptó el cargo de Director del Centro Teológico de San Dámaso, encontrando entre los verdaderos compañeros y amigos un inmenso respaldo y cariño que le mantuvo gozoso los últimos años de la vida. Pero, al mismo tiempo, recibió oposiciones fuertes, especialmente de algunos que debían haberle acompañado: entre 1992 y 1994, la autoridades académicas "superiores" rechazaran por dos veces su petición de "acceso a catedrático", acusándole de carencia de publicaciones.
Quien haya seguido esta reseña bibliográfica advertirá la falta de sentido de tal acusación. Personalmente le indiqué que podìa desistir la cátedra, que quedara como simple agregado, que renunciara a Director, pues parecía claro que no era grato para algunos. A pesar de eso, por fidelidad a sus compañeros, en gesto claro de compromiso cristiano y claridad evangélica, mantuvo su petición, disponiéndose a escribir un trabajo programático que fuera un compendio de su visión teológica.
Ese es trabajo final: Comer con Jesús. Su significación escatológica y eucarística I-II, Rev.Esp.Teol 55 (1995) 285-329; 429-486. Es casi un libro, cien densas páginas sobre el más apasionante de los temas de la nueva teología: el sentido teológico y escatológico, comunitario y personal de la comida compartida. Este era su evangelio. Le habían negado la "comida", le estaban rechazando. Él respondió académica y humanamente con el gesto más hondo de solidaridad. No acusó a nadie. Simplemente ofreció su palabra, por medio de este escrito: quiso decir lo que implica ser cristiano, desde su larga trayectoria de creyente.
Estaba empeñado en terminar ese trabajo, ampliándolo en clave histórica y dogmática, hasta formar un volumen grande, su obra madura de teología sistemática. Siguiendo en esa línea había comenzado a preparar una tercera parte titulada La comida escatológica. El Logion de Mc 14, 25 (que será publicado en el homenaje que la Facultad de Teología de Barcelona va a dedicar a E. Vilanova). La escribió palabra a palabra, pero no pudo compulsar todas las citar, ni poner las conclusiones. Desde su sillón de enfermo gravísimo me encomendó el trabajo, me dictó las conclusiones. Se lo pasé a limpio, lo leímos juntos, destacando las palabras de Jesús: ¡en verdad os digo, no beberé más del fruto de la vida hasta el día en que beba el nuevo en el reino de Dios!.
Me insistió: ¡Pon el texto griego como subtítulo! Era como si tuviera miedo a que su traducción y sus aplicaciones no fueran fieles al evangelio. Es evidente que ya estaba esperando el pan final del reino. Por eso me gustaría citar en griego como él quería, el texto de su vida y de su muerte. Pero me cuesta hacerlo en griego y por eso lo haré en Latín: amen dico vobis quod iam non bibam de genimine vitis usque in diem illum cum illud bibam novum in regno Dei 26 et hymno dicto exierunt in montem Olivarum (Mc 14, 25-26). Si alguien sabe ponga el texto en griego. Así se nos fue, a beber el vino de la amistad sin fin, con el Cristo, cantando por el monte de los Olivos.
6. Conclusiones. Perfil humano
La bibliografía de Eliseo Tourón resulta extensa y significativa. Mucho más extensa ha sido todavía su afición a la lectura, siempre en diálogo con los libros más importantes del momento. Algunas de lecturas han quedado fijadas como recensiones (en Boletín de la Merced, Estudios o Rev. Española de Teología) y constituyen verdaderos ensayos, ejemplares por su deseo de entender siempre a los demás.
Pero más que un escritor o teólogo de oficio, Eliseo Tourón ha sido un maestro de la palabra y un amigo. Por encima de los libros le ha interesado la Universidad de la Vida. Ha sabido estar cerca de todos, formando parte de algunas de las agrupaciones teológicas mas significativas, desde Asociación de Teólogos Europeos hasta la Asociación de Teólogas Españolas. Fue un hombre bueno. A nadie ha condenado de antemano ni de "posmano", a nadie rechazó. Tuvo muchos amigos; generosamente les ofrece su persona; tuvo el gozo de saber que ellos (la gran mayoría) respondían como amigos, en confianza total, hasta la muerte.
Su "sistema" teológico queda abierto, como queda abierta su amistad. Más que lo que él hiciera le interesaba lo que hicieran sus amigos y compañeros. Sabía disfrutar con los demás, admirarse de la bondad y la belleza, agradecer. Esa es su mayor herencia teológica: que sigamos trabajando en su nombre, como si él viviera, que otros sigan llevando adelante sus proyectos, como si él les animara.
Cuando murió nuestro amigo común, el teólogo Victoriano Casas (1989), a quien cariñosamente llamaba "hermano lobo" (un hombre que también había padecido mucho en los últimos años) me dijo: ¡No sufras. Tenemos un amigo en el cielo! Quisiera decir hoy lo mismo, repetir sus palabras a todos los que han sido sus amigos en la tierra: ¡No sufras, no suframos, tienes un amigo nuevo en el cielo, esperando que llegues, para compartir contigo el vino nuevo de Jesús!