De hecho mandan los dos monstruos: Leviatán y Behemot

Sobre la división y realidad de los “poderes” que mandan en el mundo se viene hablando desde antiguos. Fueron en eso muy duchos los antiguos judíos y también Pablo, el hombre en quien culmina un tipo de judaísmo, cuando habla de los “poderes que rigen este mundo”. De Pablo he venido hablando estos días, pero quiero hacer un breve descanso, antes de seguir con sus densas reflexiones, para introducir el tema de los poderes reales que rigen este espacio y este tiempo cósmico.

Se suele decir desde Montesquieu (1689−1755), que hay tres poderes reales e independientes (legislativo, ejecutivo y judicial). El esquema es bueno, pero en ese modelo faltan muchas cosas, quizá las más importantes: falta el poder económico, el militar, el de las iglesias o religiones… y el cuarto o quinto poder de los medios de comunicación-información-propaganda. En esa línea, en el post del día 22, cité la “guerra de Obama”, donde insistía en la fuerza de dos poderes supremos: uno era el político/militar (Obama) y otro era el económico/mercantil (la Banca).

Éstos son los dos poderes quizá más sobresalientes de la humanidad, como puso de Thomas Hobbes (1588-1679), pensador inglés, que en este campo parece más agudo que el mismo Montesquieu. Hobbes vivió en un tiempo y lugar de grandes convulsiones sociales y religiosas (la Gran Bretaña del siglo XVI):

-- con el paso de un Rey con poderes casi absolutos (Carlos I de Inglaterra, 1625 - 1649), ajusticiado por “traición al Estado”,

-- con guerras civiles (1648-1649), “repúblicas” (entre 1647 y 1963) y “protectorado religioso” de Lord Cromwell (1650-1661)

-- y con la Restauración de los Estuardo: Carlos II (1660 - 1685) y Jacobo II (1685 - 1688), pero con una función distinta de la Monarquía y del poder del Parlamento (en la línea de aquella restauración, dominada por Behemot, seguimos todavía hoy, año 2010, al menos en Occidente).

En esos años, en esas circunstancias, Hobbes pudo escribir la más aguda de las visiones políticas y sociales de la modernidad. Ciertamente, él concedió al Estado un poder religioso, pero no en la línea del Dios de las religiones (Yahvé judío, Padre de Jesús), sino del Leviatán, monstruo ambivalente, con rasgos divinos y satánicos. A su juicio, la paz político-militar no es don o Gracia de un Dios trascendente, sino la expresión de ese monstruo Leviatán (el de abajo en la imagen) que impone su dictado (monopolio) de violencia, en lucha y con la ayuda de Behemoth, su gemelo, también bíblico (arriba en la imagen), que es la idolatría de un mercado que tiende a imponerse sobre todos los hombres y pueblos.

Éste es un tema que merece ser “reflexionado”. Ciertamente, como buen deísta de origen cristiano, él pensaba que Dios dirige la política (per me reges regnant), de manera que el Rey de Inglaterra lo era por la gracia de Dios y para bien de la Iglesia (protector fidei). Pero de hecho, el Dios que actúa en la política/milicia y en el marcado no es uno (hay dos dioses gemelos enfrentados y condenados a entenderse: Leviatán y Behemot)… y no es Dios de la gracia y amor de Jesús sino los dioses del poder enfrentado.

NO OLVIDEMOS QUE HOBBES QUISO RESOLVER EL TEMA POLÍTICO, RELIGIOSO Y ECONÓMICO... No era un político, ni un economista puro, sino también un teólogo y un lector de la Biblia y que por eso quiso aplicar unas soluciones bíblicas al tema político y social de su tiempo, que sigue siendo el nuestro. POR FAVOR, MIREN LA IMAGEN DE ARRIBA, con el título:

- El libro del Leviatán trata de la Commonwealth (re-pública o riqueza común)"eclesiástica y civil"... entendida enn forma de "poder". El tema es la riqueza, que comparten y administran los dos los dos poderes.... unificaados en el Soberano-Leviatán de escamas bigote y corona
-- El Leviatán aparece llevando en la mano la espada y el báculo. Del lado de la espada (en los recuadros de la derecha están los poderes "reales" con castillos, corona, armas y batallas. Del lado del báculo eclesial-episcopal etán las mitras, coronas, rayos divinos, infiernos y juicio...

¿Es cierto que en este mundo reinan los monstruos? ¿Qué tipo de monstruos? ¿Es cierto que el Dios verdadero ha abandonado este mundo en manos de Behemot y Leviatán? ¿Por qué lo ha hecho? ¿Quiénes son esos monstruos? ¿Por qué reinan, si siguen reinando? Éstas son preguntas que merecen una reflexión.


SEIS REFLEXIONES

1. Los dos monstruos aparecen retratados en el libro de Job,

el más fascinante de los libros bíblicos que tratan del sentido del dolor y de la vida del hombre sobre el mundo. Ciertamente, están bajo el poder de Dios, pero son fascinantes, imprevisibles… Es hermoso que Hobbes pensara en ellos para hablar de los poderes que rigen el mundo:

Behemot (Job 40, 15-24) es de alguna forma el Hipopótamo, monstruo de poder increíble que reina en los grandes ríos
Leviatán (Job 41, 1-29) es el Cocodrilo, otro monstruo de poder inmenso, que reina en las zonas húmedas…

Son moderes grandes, creados por Dios, pero autónomos, de forma que los hombres no los pueden domesticas. Ellos son el signo de los grandes poderes que rigen el mundo. Sin duda, vienen de Dios, pero tienen su propia autonomía monstruoso.

2. Hobbes publicó los dos libros, en momentos distintos:

EL AÑO 1651 publicó su Leviatán, para fundar un estado sobre el poder divino del rey... Algunos pudieron pensar que estaba defendiendo la vieja monarquía absoluta, pero de hecho la estaba criticando. El Rey con el Estado no es signo de Dios, sino la expresión de un poder monstruoso y necesario que hay que regular.

El año 1679, terminadas las grandes guerras con la República y Protectorado de Cromwell, publicó su Behemoth o Historia de las causas de las guerras civiles de Inglaterra, poniendo de relieve los motivos económicos de las luchas entre personas y pueblos.

Las conexiones de esos “monstruos” (tomados de Job 3, 8; 41, 1 y en Job 40, 15) con las dos “bestias” de Ap 13 ( de las que trataré otro día) son evidentes. La diferencia está en que el Apocalipsis puso de relieve el carácter satánico de esas bestias (que imponen una paz de esclavitud y muerte), mientras que Hobbes piensa que ellas pueden ser pacificadores.


3. Valores de la visión de Hobbes.

El Estado (Leviatán) ha querido ser una racionalización de las relaciones sociales, expresión de la voluntad común (democracia), para defender los derechos de los ciudadanos. Es normal que algunos filósofos de tipo Hegel lo hayan concebido como encarnación de la razón, en un plano jurídico y económico, educativo y social.

En principio, el Estado moderno no impone ninguna religión o ideología, ninguna ética o concepción particular del mundo, pues deja esos temas en manos de los ciudadanos o de grupos particulares, que se vinculan por opciones y experiencias de tipo privado. En sí mismo, el Estado se ocupa sólo de la administración social y de la economía, pudiendo emplear para ello unos medios de tipo impositivo.

Ciertamente, ese Estado puede tener y tiene cierta relación con el poder creador de Dios, pero, estrictamente hablando, es un Monstruo, en la línea de los poderes idolátricos que condenaron los profetas de Israel.

4. Riesgos: el peligro de los dos monstruos.

De hecho, el Estado ha querido ocupar todo el espacio de la vida, apareciendo así como un Monstruo político (Leviatán), que sólo puede garantizar el orden social y la libertad particular del conjunto de los ciudadanos imponiendo sobre todos su monopolio de violencia político/militar. La paz del Estado se encuentra custodiada por unos poderes coactivos, de forma impositiva, vinculados además con el Monstruo económico (Behemot), para garantizar, incluso por la fuerza, la libertad de producción, compra y venta de las mercancías (¡más que de las persons!).

La unión de esos monstruos (Estado y Mercado) constituye un tema clave de la modernidad. Muchos lectores de Hobbes han resaltado la importancia del Estado, dejando en un segundo plano el tema del Mercado. Pero de hecho el Estado ha quedado casi siempre sometido a Behemot, que es el Mercado. De esa manera, la libertad y vida de los hombres ha terminado encontrándose fácticamente vigilada por un imperio/mercado donde sólo pueden triunfar e imponerse los más poderosos.
A partir de aquí se entienden las dos violencias fundamentales de la vida social de occidente:

(a) La lucha de los estados entre sí, entendida como un tipo de guerra divina, pues cada Estado es de hecho una encarnación de poderes divinos.

(b) La imposición económico-social del Estado sobre los individuos. Para ser libre en un sentido extenso, los hombres tienen que volverse esclavos del Estado y de su Economía.

Hobbes pensaba que sólo un Estado fuerte puede ser garante de la paz militar y social sobre el mundo. Pero sabía también que el Poder que sostiene a ese Estado no se identifica con el verdadero Dios de las religiones (Yahvé judío, Padre de Jesús), sino con un tipo de Leviatán, monstruo ambivalente, con rasgos divinos y satánicos. De esa forma mostró que la paz político-militar no es el cielo mesiánico, sino expresión de un monstruo que triunfa e impone su dictado (monopolio de violencia), con la ayuda de Behemoth, otro monstruo gemelo, también bíblico, que representa la idolatría de un mercado que tiende a extenderse también sobre el mundo entero, imponiendo su dictado sobre hombres y pueblos concretos.

5. Una primera conclusión, una visión de la realiad.

En tiempos de Hobbes, sus monstruos parecían necesarios o, al menos, útiles. Sólo un Leviatán “muy poderoso” podía ser tolerante con las religiones concretas de sus súbditos, siempre que ellos aceptaran de hecho la autoridad sagrada del Rey-Estado. Por otra parte, sólo un Behemot superior podía garantizar la libertad para el comercio. Pero de hecho, desde el siglo XVIII y XIX, esos monstruos han terminado siendo “demasiado poderosos”, de manera que el Estado, que nació para regular la violencia y proteger (o controlar) la libertad de comercio, ha podido convertirse en un signo supremo de violencia. Por otra parte, la libertad del comercio ha podido terminar siendo ocasión de dictadura económica.

Además, mientras conquistaban el mundo para sus mercados, los estados europeos han luchado entre sí, en una guerra sin fin, desde el siglo XVI a la actualidad. Cumplido su ciclo, ellos han caído en una gran crisis, pues cada vez encuentran más dificultades para garantizar la paz a través de una violencia legal. Ciertamente, en un sentido, ellos siguen existiendo, integrados en una organización superior (ONU). Pero, en otro, parecen un anacronismo, pues están dominados por un Imperio (USA) y un Mercado impersonal (capitalismo).


Hobbes nos ha situado en el centro de una problemática que sigue abierta todavía: lo que él dijo apelando a dos mitos bíblicos (Leviatán y Behemoth) puede y debe interpretarse en forma racional. No podemos volver atrás, buscando un Estado Teocrático (que se considera representante de Dios). Tampoco podemos buscar un Estado Tutelado por la Iglesia (como parecía suponer el modelo de los dos poderes). Estamos llamados a buscar y destacar un nuevo tipo de Estado Civil, abierto al diálogo entre todos los hombres, un Estado que supone la superación de los estados nacionales e inter-nacionales de la actualidad, vinculados de hecho con un tipo de capitalismo.

6. Quedan muchas preguntas para los lectores

El surgimiento del Estado Civil, de corte democrático, que ofrece unos espacios de diálogo en libertad para el conjunto de los ciudadanos, constituye una de las conquistas más significativas de la modernidad.

PERO NO OLVIDEMOS QUE EL ESTADO PUEDE SER Y ES UN LEVIATÁN, UN MONSTRUO… Y QUE PUEDE CAER EN MANOS DE UN BEHEMOT, EL MOSTRUO DE LA ECONOMÍA.


(1) En la línea de Hobbes, el estado parecía sometido a un tipo de Leviatán militar (Bestia guerrera).

(2) En la línea de Kant, que recogería algunos motivos del monstruo Behemot, el estado acabaría sometido a unos intereses mercantiles (Bestia económica).

Desde aquí se planteaba el tema de Obama y la Banca:

Obama es Leviatán, con poder militar inmenso
La Banca es Behemot… con poder económico inmenso

Ambos monstruos parecen luchar, pero se necesitan… ¿Estamos condenados a vivir bajo esos dos monstruos? ¿O podemos vislumbrar tras ellos la mano de un Dios que sea simplemente “poder de humanidad” (principio de convivencia igualitaria y democrática).

Ciertamente, la Revolución Francesa ha sido más “idealista”: nos ha dicho que es posible la libertad, la igualdad y la fraternidad… Todos hermanitos buenos.

Pero las revoluciones inglesas, leídas por Th. Hobbes, nos dicen que seguimos en manos de Leviatán y Behemot ¿Es así? Dejo la reflexión y las posibles respuestas a los lectores.
Volver arriba